cine, largometraje, literatura, Tránsitos

Tránsito V: Cuentos de lluvia y de luna

Creo que todavía no he hecho una entrada dedicada al séptimo arte japonés. Tampoco es que este blog esté enfocado en él, más bien al mundo del manganime; pero como en general escribo sobre todo lo relacionado con Japón que me gusta, aprovecho estos Tránsitos para presentaros una película que encaja perfectamente en ellos. Tranquilos, solo quedan unos días y ya dejaré de lado lo macabro por un rato. Por un rato.

Podría haber elegido cualquier film actual entre ese boom que ha supuesto en Occidente el J-Horror. Hay películas que me gustan del género, que conste, y muchas. Pero hoy no. Hoy toca un clásico del cine nipón. Hoy me centraré en Ugetsu Monogatari (1953) del grandísimo Kenji Mizoguchi (1898-1956).

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Póster de la película por Sentarô Iwata (1953)

Para empezar, Ugetsu es una palabra que designa una luna brumosa de fulgor pálido, rodeada de nubes cargadas de lluvia. Ese momento en el cielo está relacionado con la aparición de seres enigmáticos y fabulosos en la tradición asiática. Monogatari lo podríamos traducir como historia, leyenda, cuento.

Ugetsu Monogatari tiene raíces literarias, como muchas películas. Se trata de un libro de relatos, nueve en total, del escritor Ueda Akinari (1734-1809) y publicado en 1776. Creo que no voy a insistir mucho en la relevancia de este autor en la literatura japonesa, pero se trata de una de sus figuras clásicas más importantes. Este caballero, por sus circunstancias vitales, tuvo un profundo apego a todo lo místico y sobrenatural plasmándolo, lógicamente, en su obra. Se podría decir que Ueda Akinari fue un pionero de la weird fiction en Japón y su libro más célebre, este Ugetsu Monogatari o Cuentos de lluvia y de luna (Trotta, 2002) como se ha traducido al español, no deja de ser una recopilación de cuentos góticos o kaidan. Y de los más importantes en las islas. La influencia china no podía faltar, en realidad son adaptaciones de relatos de la Dinastía Ming (1368–1644) pero acomodadas enteramente a Japón y, sin duda, empapadas de su espíritu poético y emocional, alejado del racionalismo del Continente. Ya imaginaréis que, a pesar de que fue un escritor dirigido a un sector creciente y educado de la población (la Edad Media ya quedaba atrás), conformado por comerciantes y pequeños burgueses (chônin), su influencia y trascendencia no ha sido, por eso mismo, pequeña.

Para el que esté interesado, existe un tebeo de la mangaka Tokiko Hiwa del mismo nombre, pero no adapta todos los relatos. La verdad, desconozco si la intención era solo hacer tres cuentos (vaya ful) o cancelaron la publicación, pero no es del todo mala lectura y el dibujo es más que decente. Aunque lo idóneo habría sido completarlo.

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Pero la película de Mizoguchi tampoco podemos decir que sea una adaptación fiel del yomihon de Akinari. Es similar a lo que le sucede a Kwaidan (1964) respecto a Lafcadio Hearn, pero bastante más severo. El film se inspira en los temas presentados en la obra literaria y, además, no cuenta nueve historias sino que surge una completamente nueva basada en dos de ellas. Por no hablar de la influencia extranjera, sobre todo en la subtrama, de mi querido Maupassant a través de su novela Décoré ! (1883).

Ugetsu es un jidaigeki o drama de época; y nos traslada a los últimos años del violento período Sengoku (1467-1568), en las costas norteñas del lago Biwa. En un entorno rural, deprimido y castigado por la guerra, viven dos matrimonios vecinos y parientes: Genjurô/Miyagi y Tôbei/Ohama. El protagonista, Genjurô, es un campesino que quiere probar suerte vendiendo cerámica en la ciudad más cercana, Nagahama. Su cuñado, Tôbei, sueña con convertirse en un samurái y decide, en contra de la sensatez de su esposa Ohama, ir también. A Genjurô le va bien, la guerra impulsa la venta de su mercancía; y regresa a casa con dinero y regalos para su mujer e hijo. Tôbei, sin embargo, sufre un desengaño por no ser aceptado siquiera como mero soldado, teniendo que volver con el rabo entre las piernas. Pero la ambición no ha desaparecido, al igual que la avaricia de Genjurô empieza a crecer sin medida. Arriesgando incluso la vida, consigue hacer una nueva remesa de cerámica en pleno ataque y saqueo de su aldea. Miyagi, su mujer, le sugiere que no es necesario tanto afán, porque estando los tres juntos y teniendo lo básico para vivir, es ya feliz. Pero Genjurô está cegado y, después de intentar ir los cinco a la ciudad navegando a través del lago, deja a Miyagi y a su hijo en la orilla. Promete volver en 10 días. Pero al llegar a la ciudad, todo cambia. El negocio marcha bien, pero Tôbei huye con su parte del dinero abandonando a Ohama; y Genjurô se cruza con la misteriosa Dama Wakasa, que le pide lleve algunas piezas a su mansión de Kutsuki. Los destinos de los cuatro discurren por muy diferentes caminos. Las mujeres padecen las consecuencias de la guerra, mientras que los hombres se pierden en dos mundos ajenos a la crueldad de la realidad. La temática de fondo es clara: la naturaleza humana ante la calamidad.

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Ugetsu no deja en buen lugar al género masculino y lo hace responsable de las desgracias femeninas. No os llevéis a engaño, Mizoguchi no era feminista ni nada parecido, pero tenía una visión de la mujer bastante peculiar para su tiempo. Aun así, se deja entrever su compasión y sensibilidad por el ser humano en general. Todo tiene un leve aire fatalista en el que la aceptación del destino, con entereza, es parte de esa calma tan característica de la película. El desarrollo y desenlace no son los que un espectador occidental pudiera esperar; aunque alguien acostumbrado a meterse litros y litros de mangas y anime en vena, quizá no los halle tan inusuales. Añadir que este director no estaba muy de acuerdo con el final, pero en mi humilde opinión está muy bien como está.

¿Y dónde está lo fantasmagórico aquí? Más bien parece una historia dramática con pinceladas bélicas y cierta crítica social. Pues bien, Ugetsu es eso y más. Tiene el pesimismo propio del naturalismo, el melodrama del shinpa, características del y, entretejido, el elemento sobrenatural con la sutileza que solo un japonés puede otorgar. Lo maravilloso se acepta, en cierta forma, como parte de la vida; no existe una dicotomía tan pronunciada como en Occidente. Eso puede llevar a la superstición fácilmente, pero también a saber expresar esta faceta con orden y eficacia.

SOURCE CREDIT -
SOURCE CREDIT – «British Film Institute»

El film trascurre con parsimonia; es de una elegancia zen incluso en momentos de angustia. Realmente hermoso. Muestra sin tapujos un drama social sin grandes aspavientos pero sin abandonar la emotividad cuando se requiere. Me gustaría destacar el uso de los silencios musicales. Escalofriantes. La música, de pautas tradicionales, juega un papel importantísimo, pero tiene su lugar y está dosificada con un cuidado milimétrico. No es como ese runrún de fondo continuo que suena habitualmente en la mayoría de las películas. Tiene su significado, al igual que su ausencia.

A veces da la sensación de estar viendo una sucesión de pinturas o cuadros, con esos planos largos, serenos y en movimiento horizontal. Pero no cercenados, sino unidos en secuencia. Y merecen ese tratamiento, porque las composiciones son de una delicadeza casi hipnótica, y necesitan admirarse. Aunque son de gran sobriedad también, casi tendiendo a la abstracción.

En conjunto, es una obra armoniosa y asequible. No es un producto comercial, eso seguro, pero cualquier persona con un mínimo de sensibilidad y curiosidad por Japón la podrá disfrutar sin dificultades. A pesar de que sea en B/N o de hace 60 años, que eso tampoco deberían ser inconvenientes. La estructura no es compleja, aunque las historias que narra son ricas y plenas de matices. Eso es lo bueno, mediante una aparente simplicidad formal, Mizoguchi cuenta muchas cosas. Y cosas para nada complicadas de entender además.

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Si no conocéis todavía a Kenji Mizoguchi, esta es una buena manera de introduciros en su filmografía. Ugetsu me parece la mejor película de las que he visto de él, pero es solo mi opinión, y no me dedico a la crítica de cine. Con ella recibió el León de Plata en el Festival de Venecia, por si os interesan los galardones, y es su obra más famosa. ¿La recomiendo? SÍ, SÍ, SÍ, SÍ y SÍ.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

música, paja mental, tags

TAG: Una canción

Mishusina, de la estupendísima bitácora La Madriguera de Mishusina, ha hecho un tag que me ha encantado. Como tiene que ver con música, he caído entre espumarajos al suelo y me he revolcado en el suelo del placer como Muco. Mentira. Pero, en serio, me ha gustado mucho y, a riesgo de fastidiaros con mis gustos musicales, he decidido realizarlo ahora en un ratito. Llevo unos días onfaia con el blog… pero ya llegará el silencio, ya. Soy así, de combustión explosiva.

El tag consiste en elegir una canción o pieza musical para la correspondiente frase, muy simple, y no hay nominaciones de por medio. Todo muy libre. Y siguiendo ese espíritu, no voy a seleccionar todas las categorías para evitar eternizarme demasiado. Escogeré las que me inspiren más (con tu permiso, Mishusina).

batman
Gordon llamando a Batman. No tiene sentido poner esto aquí pero me apetecía. No conozco de nada al autor, Scott Wade, tampoco. Si alguien tiene información, que la ponga en comentarios. Gracias.

UNA CANCIÓN CON UN COLOR EN EL TÍTULO

Esta es un poco trampa, porque no se refiere la canción a un color, sino a un sentimiento… pero en inglés coincide así que la incorporo al listado.

UNA CANCIÓN CON UN NUMERO EN EL TÍTULO

¿Un número? ¡El 69! Así, en plan garrulo. Nah, mejor el 96. Esta es una buena canción y es la primera que me ha venido a la cabeza. No hay más misterio…

UNA CANCIÓN QUE TE RECUERDE AL VERANO

Para mí verano es sinónimo de bossanova. Podría haber escogido decenas que evocan esta estación de Elis Regina, Nara Leâo, Gilberto Gil, Stan Getz, Antonio Carlos Jôbim, Joâo Gilberto, etc. Pero esta de Sérgio Mendes es el sol. Pero el sol amable y joven de justo después del amanecer. El que no me quema, leñe, y ese me gusta.

UNA CANCIÓN QUE HAY QUE ESCUCHAR FUERTE

Esta es una de las pocas bandas metálicas que actualmente me dicen algo. Pude ver a Mastodon, que son un poco del mismo palo, el año pasado en directo y fue una decepción. No por ellos, que se dejaron la piel en el escenario, sino por el mono sonámbulo y borracho que pusieron a la mesa de sonido. Indignante, sonaron a tubo de escape. Pero bueno, que el vídeo es de Baroness, y aunque son una banda menos conocida que Mastodon, me gustan también bastante más. Estoy un poco harta de escuchar grupos (en este género) que se dedican a clonar las composiciones de la NWOBHM pero tocadas a más velocidad. Estos son aire fresco en el panorama.

UNA CANCIÓN QUE TE HAGA QUERER BAILAR

No me gusta bailar nada. Creo que es un trauma causado por haber pasado tantos años haciendo ballet, cosa que odiaba. Pero con esta canción se me van los pies.

UNA CANCIÓN PARA CONDUCIR

Me va genial cuando estoy dentro del coche. La pongo en repeat. Una que es algo obsesiva.

UNA CANCIÓN SOBRE DROGAS O ALCOHOL

La Emperatriz del Blues. Llevó la pobre una vida bastante jodida. Ser mujer, negra y estrella de la música en los años 20 y 30 en Norteamérica no era nada fácil. Tuvo que ser Janis Joplin la que finalmente, tras cuarenta años, la que le comprara una lápida donde pusiera su nombre. La más grande cantante de blues del mundo jamás dejará de cantar.

UNA CANCIÓN QUE TE HAGA FELIZ

Pues eso, que me pone de buen humor, me calma y hace pensar en playas solitarias a las orillas del Pacífico con volcanes perezosos y cocoteros.

UNA CANCIÓN QUE TE PONGA TRISTE

¿Tengo que decir las razones? Prefiero no hacerlo, pero me pone triste. Mucho.

UNA CANCIÓN DE LA QUE NUNCA TE CANSES

Es perfecta e increíblemente sencilla. Una buena melodía, una letra ambigua y guitarras acústicas de fondo bien trabajadas. Lo que me recuerda que tengo que traer del pueblo la acústica, que no sé qué narices hace ahí. Acumular polvo, claro, o algo peor: caer en las manazas de mi bro.

UNA CANCIÓN DE LOS AÑOS 80

Muy justo, del año 1989. Pero es que la década de los 80, a grandes rasgos, no es mi favorita a nivel musical. Nine Inch Nails siempre me han gustado y Trent Reznor es un tipo bien interesante.

UNA CANCIÓN QUE SEA UN COVER DE OTRO ARTISTA

Me ha costado un montón elegir una versión, pero mucho. Por lo que he ido a lo fácil. Estoy currando ahora material de esta moza para el próximo bolo y nada, que ha caído su cover de los Beatles. Y sí, el que se ve en el vídeo es Robert hairspray Smith de The Cure. Tocó en The Banshees una temporadita pero no duró mucho.

UNA CANCIÓN CLÁSICA

¿Canción clásica? ¿De qué género? ¿Época? Como buena fanática de la música del s. XX y el rock, elijo esta. Es un clásico indudable y una de mis favoritas de Ricky Nelson.

UNA CANCIÓN PARA CANTAR A DÚO

Ya la he cantado a dúo, he de decir. Y no me importaría repetir experiencia.

UNA CANCIÓN CON MUCHOS SIGNIFICADOS PARA TI

Descubrí a la Velvet Underground cuando iba al instituto y no podía creerme que su primer disco hubiera sido grabado en el año 1966. Sonaba (y sigue sonando) tan moderno, tan atemporal, que me dejó con el culo torcido. Y claro, este tema, incluido en ese LP, lo tengo vinculado a un montón de experiencias, muy variopintas, de esa éééépoca mágica de la adolescencia. Y no, no me iba el rollo S/M, por si las moscas.

UNA CANCIÓN CON EL NOMBRE DE UNA PERSONA EN EL TÍTULO

Esta ha sido siempre una de mis bandas de cabecera. La lástima es que se echaron a perder en su regreso hace ya unos años. Segundas partes a veces son nefastas, y aunque ha sido también después cuando han obtenido reconocimiento, para mí la etapa inicial hasta el año 90 es, sencillamente, imbatible. Artísticamente arrasaron con todas las bandas de ese momento, no había NADIE como ellos. Esta no es una de sus canciones más representativas, ese rollo hippioso solo lo sacaban a la luz muy de vez en cuando. Lo suyo era mucho más visceral y complejo. Pero, ea, Jane nos cuenta sus deseos de ir a España en la letra.

UNA CANCIÓN QUE TE MUEVE HACIA ADELANTE

Pues eso, que esta canción me motiva un montón, no hay mucho más que añadir.

UNA CANCIÓN QUE TODO EL MUNDO DEBERÍA ESCUCHAR

Uf, no lo sé. Pero voy a poner a un compositor que me gusta mucho, George Gershwin, interpretando sus tres preludios. El sonido no es muy bueno (de la época) pero es un placer oírlo tocar. Siento ser tan random.

UNA CANCIÓN DE UN ARTISTA QUE HAYA FALLECIDO

Era más conocido su hijo, Jeff Buckley, que también murió joven. Me gustan ambos, más el hijo, al que adoro. Pero así aprovecho para darlo a conocer un poco más, que también lo merece.

UNA CANCIÓN QUE TE ROMPE EL CORAZÓN

No sé si es cómo toca la temática de la canción (el racismo en Estados Unidos) o la melancolía de Billie Holiday o la melodía o lo es TODO. Pero esta pieza me quiebra por dentro.

UNA CANCIÓN DE UN ARTISTA QUE TENGA UNA VOZ QUE AMES

Esta señora es una diosa, no hay lugar en el planeta para sus pulmones y cuerdas vocales, es indescriptible la potencia que posee. Y no solo eso, los matices y ese timbre… buf. Yo quiero cantar como ella, pero no puedo. Lloro.

UNA CANCIÓN QUE RECUERDES DE TU NIÑEZ

La cantaba mucho mi madre, es fan de Charles Aznavour a muerte la buena mujer. Y de Jacques Brel, la Piaf, George Brassens, qué sé yo. Pero este pedazo de clásico es muy emotivo para mí, me trae muuuuchos recuerdos de infancia junto a La foule de Edith Piaf. Pero he escogido esta… laaaa bohème, la bohèèèèmeee ça voule diiire on est heureux laaa bohèème, la bohèèèmeee nous ne mangions qu’un jour sur deeeeeux

UNA CANCIÓN QUE TE RECUERDE A TI MISMO

Yo soy esto. Una cosa frenética medio desesperada y que no suele gustar a la gente en general. O así me veo. No añado más.

No, no hay canciones en español. Prácticamente no escucho música en el idioma de Cervantes y tampoco lo he hecho en el pasado. No niego que se hagan cosas buenas en España o en América en español, pero no me he acercado a ello casi. Salvo alguna cosa suelta como Soda Stereo, Hello Seahorse!, Cuchillo, Los amigos invisibles, La revolución de Emiliano Zapata, Los Saicos o La Santa Cecilia, no presto demasiada atención. Fallo gordo por mi parte dedicándome al tema, pero es lo que hay.

FIN

Tránsitos

Tránsito IV: Hôzuki no Reitetsu OVAs

Vamos a relajar una miaja el tono de los Tránsitos, porque esto ya se me está poniendo un poco demasiado lóbrego. Que aunque soy fanática de lo tenebroooossoooomuahahaha, también se disfruta más si se coloca, de vez en cuando, algo de luz. Por lo que sin abandonar la temática general, hoy me centraré en una comedia. Comedia negranegrísima pero comedia al fin y al cabo.

Me refiero al que fue uno de mis animes favoritos del pasado 2014, Hôzuki no Reitetsu. Lo amo. Pero no voy a hacer reseña de la serie completa, sino de las OVAS que este año se fueron publicando en unas ediciones limitadas del manga. Fueron tres. Tres emotivos episodios en los que pude reencontrarme con todas esas bellas personas (muertas), todos esos bellos demonios, todas esas bellas deidades, todos esos bellos perros, gatos y demás criaturas inclasificables que pueblan los Infiernos budistas nipones.

Si no has oído hablar de este anime (que lo dudo) o no sabes de qué va exactamente su rollo, te remito a las reseñas de dos compañeros blogueros que pueden resolver algunas dudas: Callmejean y Angelique. Porque es recomendable que antes se vea la serie de 13 capítulos, claro. Estas son sus opiniones que no tengo por qué compartir, pero en la variedad de perspectivas bien razonadas se aprende mucho; y tú, amado lector, deberías (si no lo haces ya) informarte lo máximo posible para crear tu propio criterio. La coronela Sho-Shikibu ha hablado, descansen.

Hôzuki

Las OVAS siguen la misma estructura que los capítulos, dos pequeñas historias independientes con sus propios personajes que tienen de nexo a Hôzuki, el oni mano derecha del Gran Rey Enma-Ô, gobernante el Inframundo. No sé si merece la pena detenerme un poco aclarando en qué consiste la existencia tras la muerte en el budismo japonés, pero creo que unas someras explicaciones, a riesgo de importunaros como buena pedantesabihondainsoportable que soy, no os harán mucho daño. O podéis saltaros el siguiente párrafo, más sencillo todavía.

Para empezar, el Infierno budista (Jigoku en Japón) no es no solo uno, está conformado por 8 reinos distintos (o 16, si se sigue la tradición de los 8 infiernos calientes y los 8 fríos) que, a su vez, están subdivididos en infinitesimales zonas con sus propias (ejem) especialidades. Cada uno de estos reinos tiene su rey, tribunales y ayudantes; y las almas son juzgadas cada vez que ingresan en uno. Todo perfectamente jerarquizado y ordenado, como podéis comprobar, que no hace más que reflejar la influencia del enorme engranaje de la burocracia imperial china. ¿China? Sí, amiguitos, el budismo (y otras expresiones culturales del continente) fue penetrando en Japón en los períodos Asuka (552-710), Nara (710-794) y Heian (794-1192) con un potente dominio de las escuelas budistas chinas, por lo que no es de extrañar encontrar características del Imperio Celeste no solo en la religión, sino en otros muy variados campos. Este complejo dispositivo burocrático además está muy bien reflejado en el anime. Este Infierno, a su vez, tiene raíces indoeuropeas aunque no os lo creáis, pues proviene del hinduismo. Pero lo más importante a resaltar de todo este rollo patatero es que, a diferencia del Infierno occidental, el budista no es eterno ni irreversible. Las almas, según sus méritos, pueden reencarnarse en los diferentes reinos de la existencia (Jingoku es solo uno), aunque la estancia temporal en ellos es variable. Recordad que el objetivo del budismo no es vivir felices para siempre jamás, sino alcanzar el Nirvana. Y el Nirvana no es el Cielo… es, resumiendo en plan guarro, una forma de dejar de existir.

«La cortesana del Infierno» de Kawanabe Kyôsai (1874)

Así que en estas OVAS, como en la serie, encontramos una parodia fresca del Infierno budista (y todo lo que se les pone por delante). Un infierno plagado de personalidades del folclore e historia japoneses que, lógicamente, no son muy conocidas en Occidente. Ahí tenemos a los guardianes Gozu y Mezu, a Momotarô, al general Yoshitsune Minamoto o a Hakutaku entre otros. También hay referencias literarias y guiños a personajes del mundo del manganime. Es un batiburrillo de cultura popular, religión y folclore bastante curioso. Creo que al tratarse de una serie tan japonesa (mogollón), no ha logrado captar la atención demasiado más allá de las islas; y ha quedado relegada un poco. Comprensible, pero una lástima. ¿Y estas tres OVAS qué? Pues yo diría que casi pueden considerarse 3 episodios «perdidos» de la serie, caramelitos de consuelo para aquellos que nos quedamos con ganas de más. Porque no ofrecen nada nuevo. Vayamos con ellas entonces.

OVA 1

La primera parte tiene de estrellas a los grimosos pececitos-flor de Hôzuki. Sí, esos entes de ojos abultados y gritos espeluznantes que cultiva en su jardín con la paciencia y esmero de una ancianita inglesa hacia sus rosales. Se acerca el festival Kingyo sou (el de los peces dorados, los bichos estos) donde esos engendros del infierno (nunca mejor dicho) son los protagonistas, y Hôzuki consigue, para amenizar el evento, la actuación de la super idol Maki. Esta siente un profundo repelús hacia todo lo que tenga que ver con los pececitos, pero su profesionalidad está fuera de toda duda. Básicamente esta primera parte es el troleo constante al que se ve sometida Maki y, como es un personaje que me cae fatal, me resultó divertidísimo. No obstante, más allá de mis gustos personales hacia la peach idol, es bastante ameno y ocurrente; con el habitual humor negro y absurdo sobrevolando el terreno.

Referencias a tener en cuenta:

  • Shôtoku Taishi (Príncipe Shôtoku). Político de primera línea de la era Asuka. Impulsó con fuerza el budismo, centralizó el gobierno y fue la primera persona en referirse a Japón por su nombre, Nihon. Eso y un montón de cosas más. Aparece en los billetes de 10.000 yens.
  • Monte Hari (Hariyama). También montaña de la aguja, es un lugar del infierno reservado a los niños.

La segunda parte nos muestra un poco la vida en el barrio rojo del infierno, pero a través de los ojos del gato paparazzi Koban. Hay dos tramas, siendo la principal la dedicada al intento de modernización, con las sugerencias de Hôzuki, de un host club regentado por un kitsune; y la secundaria, los sucesos trágicos que forzaron a nuestro querido gatito a convertirse en un nekomata y, finalmente, su reencuentro con el destino. Es un desfile continuo de disparates y situaciones rocambolescas la mar de graciosas donde Hôzuki y su sádico racionalismo son los astros indiscutibles. Muy bien construida esta segunda parte del capítulo, la verdad. En pocos minutos ocurre de todo.

Referencias a tener en cuenta:

  • Yoshiwara. Antiguo yûkaku o barrio rojo de Edo (actual Tokio).
  • Taikomochi. La versión masculina de las geishas.
  • Aburaage: Tofu frito cortado en rodajas. Según la tradición es uno de los platos favoritos de los kitsune.

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OVA 2

El pusilánime de Momotarô (en este anime lo es) siente un terror cerval hacia las muñecas. Más bien le tiene miedo a casi todo, y cuando Hôzuki le presenta a unas fantasmagóricas zashiki-warashi que parecen sacadas de The Shining, por poco se mea en los pantalones. Estas mellizas yôkai de comportamiento escalofriante, son enviadas por Hôzuki, con toda la mala baba del infierno, a la casa de su eterno rival Hakutaku, donde trabaja también Momotarô. La comedia absurda aquí pierde intensidad, aunque la pequeña historia que cuenta es interesante y con un final tierno (un poco dulzón para mi gusto, pero bueno).

Referencias a tener en cuenta:

  • Muñeca ichimatsu. Un tipo de muñeca tradicional japonesa. Hay una leyenda urbana que asegura que un ejemplar adquirido en Hokkaido, fue poseído por su joven dueña al morir de gripe española. Su nombre es Okiku y le crece el pelo.

La segunda parte vuelve a tener de protagonista a la insufrible de Maki, que es introducida en el negocio de las idols infantiles mediante una banda tipo Sailor Moon pero de origen chino. A ella le encasquetan el papel más lamentable, cuyos fans son todos una caterva de frikazos lolicons y stalkers de la peor especie. A todo esto se une la villana del grupo, que es una trastornada de cuidado. Os podréis imaginar que estando Hôzuki cerca, el tema degenera de lo lindo y acaba de una manera, sin embargo, bastante chocante. Esta pieza es solo una caricatura de todo ese mundillo de los idols que, a pesar de estar trilladísimo, no deja de tener su punto de diversión. Aunque no aporta nada. Flojito, pero te echas unas risillas.

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OVA 3

Hokutaku dibuja como la peste porcina, vamos, horriblemente mal; así que Hôzuki decide que debe recibir clases del apamplado Nasubi (el chico berenjena), que tiene especial talento para las artes. Todo se convierte, en plena exposición, en una ensalada de hostias donde Hôzuki, por supuesto, vence a su rival Hokutaku. ¡La venganza japonesa sobre China! He de decir que tanto la serie como esta OVA desprenden un ligero tufo nacionalistilla nipón que, aunque no se hace ofensivo ni molesto, es vistosazo. Se trata de medio episodio bastante sencillo pero enormemente efectivo en lo que respecta a la comedia. No hay grandes complejidades, y el repaso que le pega al arte contemporáneo, con esa eterna incomprensión popular que sufre, es gracioso.

Referencias a tener en cuenta:

  • Onmyôdô. Cosmología ocultista japonesa de raíces chinas, bastante antigua, que aplica su filosofía a campos diversos como la astrología, la adivinación o la creación de amuletos y sortilegios protectores.

Esta última parte de la tercera OVA para mí, sin duda, es la mejor de todas. No pude parar de partirme el culo, sobre todo en los últimos minutos. Hasta Isis se acercó preocupada a mi lado por si me estaba dando un algo. Qué raro es que me ría de esta manera ahora, buf. Prosiguiendo con las dudosas habilidades artísticas de Hokutaku, el argumento nos cuenta cómo con su nuevo maestro de dibujo Nasubi (creo ya he comentado es un poco desustanciado) comienzan a traer al mundo real sus obras desde el papel. Esto es posible gracias a las capacidades sobrenaturales que posee Hokutaku, ya que no deja de ser una deidad de importancia en el panteón chino. La cantidad de engendros y monstruosidades (¡¡¡ese gatopollo, aaagh!!) que surgen e invaden el Infierno, están a punto de acabar con las vidas de nuestros protagonistas. Una locura épica. Y todo mientras Nasubi reflexiona, en voz alta, sobre la esencia del verdadero artista y la trascendencia de sus obras.

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Para finalizar, añadir brevemente que la animación y arte son impecables, como lo fueron también en toda la serie en general. No encuentro ni un solo «pero» de auténtica importancia. Todo fluye con soltura y está rematado con atención hasta en los detalles más pequeños. Pero sin agobiar, muy natural y agradable.

No sé cuándo volveré a desternillarme así tan frenéticamente, la verdad, pero espero que sea con una segunda temporada de Hôzuki no Reitetsu. La esperanza es lo último que se pierde, ¡no me quitéis esa ilusión!

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

literatura, Tránsitos

Tránsito III: Sopa de Miso

Y proseguimos con los Tránsitos. No sois muchos los que estáis siguiendo esta senda así que, a los que vagáis por ella conmigo, muchas gracias. No hay paisajes amables ni sucesos corrientes, aunque para aquel que disfruta con la oscuridad, no dejará de tener su punto fascinante.

Enganchando con la temática del Tránsito II, me apetecía escribir sobre un libro. Hoy no hay ni manga ni anime en el menú. Se trata de In za Misosûpu o Sopa de Miso (1997) de Ryû Murakami, que no debe confundirse con Haruki Murakami (pobre hombre, el Nobel se le resiste). Y NO, no son parientes.

Ryû Murakami (Sasebo, 1952) ha sido siempre un hombre inquieto que no se ha conformado solo con escribir, sino que también ha hecho cine o formado parte de bandas de rock (como batería, he de decir, y todo el mundo sabe que los baterías están majaras). Es muy amigo de Ryûichi Sakamoto, al que admiro muchísimo. Pero su carrera profesional ha estado encauzada en las letras, gracias a las cuales ha recibido no pocos galardones. Sopa de miso es una de esas obras laureadas y de las más célebres. Culodemalasiento-san (va todo mi cariño, que conste) posee un estilo muy particular con una serie de temáticas y preocupaciones recurrentes: cultura pop, leve nihilismo, violencia y potente crítica social. Muy posmoderno todo. Criado cerca de una base americana en Nagasaki, tuvo tiempo de empaparse de presencia norteamericana y observar sus consecuencias tanto en un entorno próximo como en todo el país. Y su balance no fue positivo. Pero claro, esto es resumir de manera bastante grosera… aunque tampoco tengo intenciones de hacer aquí una tesis doctoral sobre su obra.

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Esta es la portada que realizó la maravillosa ilustradora Yuko Shimizu para la edición italiana de Mondadori de la novela.

No esperaba ver a mamá allí (…) así que no podía ser ella a pesar de que fuera igual. Cuando me cogió de nuevo le mordí la muñeca con tal fuerza que se me adormeció la mandíbula. Pensé que no tenía otra alternativa, no sabía qué hacer. Mamá gritaba a todo pulmón. Creo que le atravesé la piel hasta dar con una arteria, porque empecé a sentir su sangre en la boca, mucha sangre, y yo mordía tan fuerte que no podía respirar y me la tragué toda como un bebé que chupa el pecho de su madre, excepto que era sangre. Sentí que tenía que hacerlo, que si no me la bebía toda me iba a ahogar. ¿Has probado alguna vez sangre humana, Kenji?

Estas palabras son de Frank, el antagonista de Sopa de miso. Él es un norteamericano de aspecto algo desagradable pero nada del otro mundo. Un gaijin más entre los miles que se acercan a Tokio en viajes de negocios y que de paso, hacen turismo sexual. Nadie se fija en él especialmente, a los extranjeros se los evita. Con mucha cortesía, eso sí. Pero Frank es bastante más de lo que aparenta. Es su guía en el Tokio nocturno, Kenji, protagonista de la novela, el que con una afilada intuición percibe desde el principio algo que no va bien. Conforme pasan las horas, el conflicto entre razón e instinto se va haciendo más intenso, llevando a Kenji a un estado casi de paranoia. ¿Por qué? La razón principal es el asesinato y desmembramiento de una adolescente en Kabukichô, distrito en el que Kenji trabaja; y otro posterior de un mendigo en la zona también. El joven guía turístico del barrio rojo de Shinjuku cree estar atando cabos.

Hasta aquí tendríamos la primera capa en el delicioso pastel que es Sopa de miso. Porque hay más. Aparte de la exposición totalmente desapasionada de lo que es una parte del negocio del sexo en Japón (el de a pie de calle), donde tanto colegialas, mujeres adultas como prostitutas extranjeras tienen sus propios lugares y jerarquía; Ryû Murakami plasma muy bien la visión de una sociedad deshumanizada, xenófoba, inmersa en una tremenda soledad individual y enfocada en unos valores vacíos, superficiales. Segunda capa.

Para los extranjeros, en este país hay muchas cosas que parecen extrañas, pero yo soy incapaz de explicar la razón de la mayoría de ellas. Me suelen hacer preguntas como: si Japón es uno de los países más ricos del mundo, ¿por qué tiene el problema de los karoshi, individuos que, literalmente, se matan trabajando? O comprendo que lo tengan que hacer las chicas de los países asiáticos más pobres, pero ¿por qué se prostituyen las estudiantes en un país tan rico como Japón?

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Kabukichô es «la ciudad que no duerme» y en ella existe gran variedad de oferta sexual para todo tipo de gente. Parte de estos negocios están controlados por la Yakuza. También hay restaurantes, game centers, cines y karaokes 😛 (Foto de Jeremy Sutton-Hibbert para The Guardian)

La tercera capa sería esa absorción enfermiza de la sociedad nipona de todo lo que sea estadounidense. Y no se ha metabolizado nada bien, porque entre el evidente complejo de inferioridad, permanece, irreductible, la noción de extranjero, de lo «de fuera» frente al orgullo de lo patrio. Una suerte de esquizofrenia social que no se reflexiona, se sufre y asimila. Frank no es solo un abunai gaijin (que lo es y de verdad), es la representación máxima del demonio extranjero. Un demonio que Murakami utiliza para reflejar como un espejo todas las deficiencias y contradicciones de esa colisión Japón-Occidente que supuso la derrota de la II Guerra Mundial y cuyos coletazos se siguen advirtiendo. En Azul casi transparente (1976) lo estampó, no obstante, de manera más directa. Un demonio que, como tal, carece de compasión, es un depredador nato y es descrito desde el principio con características inhumanas: justo como la sociedad en la que se mueve.

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Murakami, muy serio, meditando sobre la hecatombe venidera de la sociedad japonesa

Sopa de miso está contada en rigurosa primera persona y el tiempo que abarca es corto, apenas un par de días. No se trata solo de una narración, los pensamientos y sensaciones de Kenji son en realidad el timonel de todas sus experiencias. Salvo una pequeña parte casi al final de la novela, donde coge las riendas Frank para explicar su vida, es Kenji nuestro Virgilio en este particular descenso a los infiernos de la noche tokiota. Pero con la enorme diferencia de que hemos estado acompañados continuamente por el Diablo.

La maldad nace de sentimientos negativos como la soledad, la tristeza y la ira. Proviene de un vacío interior que parece haber sido labrado con un cuchillo, el vacío que queda cuando te arrebatan algo muy importante. No voy a decir que Frank tuviera una tendencia especialmente cruel o sádica, ni que fuera la viva imagen de un asesino. Pero sentía que tenía dentro un vacío más grande que un agujero negro y que no había forma de prever lo que podía salir de él.

Sin duda, uno de los momentos culmen de esta novela es el del pub de omiai. Feroz, minucioso. Todos los personajes se exhiben como marionetas huecas, protagonistas de una escena exquisita de estupor y brutalidad. Murakami presenta todo como un enorme lienzo, resaltando ciertos pormenores que ponen los pelos de punta. Conforme lo iba leyendo, no podía evitar pensar en la tercera tabla de El Jardín de las Delicias de El Bosco, dedicada al Infierno. No por la voluntad moralizadora, que Murakami no tiene ni por asomo, sino por esa obsesión por el detalle casi hiperrealista que une al desmoronamiento mental. Y todo en una atmósfera densa, onírica; contada, recordemos, en primera persona. Pero no se trata solo de una simple labor descriptiva la de Kenji, sus propios mecanismos psicológicos de adaptación y defensa hacen de este singular momento algo muy humano, justo todo lo contrario de lo que le rodea.

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El que haya leído el libro, ya sabe por qué he elegido este detalle concreto del Infierno del Bosco…

Ryû Murakami, a través de una historia de terror, aprovecha para darle un repaso de los majos a la sociedad nipona. Y no solo queda ahí, a la estadounidense y por extensión a Occidente en general. La relación que establecen Kenji y Frank es una traslación meridiana de la existente entre Japón y Estados Unidos. Pero no solo es una crítica social, Sopa de miso es mucho más, es una novela psicológica en su fondo. Que el autor aúne sin complejos diferentes características y géneros, es lo que hace de esta obra algo realmente único. La etiqueta de thriller psicológico, que es a la que se suele recurrir para catalogarla, se queda corta. Pero muy corta. Es una obra cruel y entintada con ese desengaño melancólico tan peculiar de la literatura japonesa. Una excelente lectura, pero fuerte para según qué paladares. Cruda, diría yo.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

anime, paja mental

¿Y ahora qué toca? Otoño 2015

Casi todo el mundo ha hecho su entrada dedicada a los anime de temporada de este otoño 2015 y la mía no va a aportar nada. La hago básicamente porque tengo un follón tremendo en la cabeza y necesito poner un poco de orden (lo justo y necesario). Con lo que puedes ahorrarte esta lectura si prefieres usar tu tiempo en algo más productivo. Ni voy a entrar en los detalles técnicos, ni en el staff, ni en explicar los argumentos. Son ya vox populi. Explicaré por encima las razones de mi selección y tres tonterías más. Es algo meramente estructural para evitar que el caos me engulla. Aún es pronto para morir devorada por mi propia desidia, no tengo todavía siquiera la correspondiente colonia de gatos invadiendo mi cuchitril (todo llegará); así que continuemos fingiendo un poquillo más que soy un ser humano cabal.

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«Un caminante en otoño» de Miyagawa Shuntei (1898)

No empiezo esta nueva hornada animesca con especial ilusión, quizá porque esta veraniega ha finalizado siendo, al menos desde mi perspectiva, algo decepcionante. Charlotte me acabó pareciendo un sindiós que casi roza lo cómico; Gangsta ha tenido un desenlace (¡ejem!) putapénico a causa de esa enfermedad que sufren una gran parte de los anime cortos de rematarlos con un hachazo (y si no te gusta, te jodes y lees el manga); y a Rokka no Yûsha le ha pasado algo similar añadiendo encima una animación tipo cochambre de suburbio de Calcuta. No obstante, para mí ha sido una enorme alegría Kurayami Santa, que hemos seguido en total dos borrachos y un perro castigado por su dueño. Me faltan dos capítulos por ver (los borrachos que no sabemos japonés esperamos nos saquen de nuestra miseria con unos subtítulos) pero, a pesar de ser una serie de duración corta y presentación austera, ha estado divertida e inquietante a partes iguales. Es improbable que la caguen con el final.

Respecto a las series que continuaba desde esta primavera, Arslan Senki ha resultado ser bastante digna. La animación es caca como ya sabréis, pero el resto, a pesar de no ser perfecto, se ha desarrollado adecuadamente. Ore Monogatari!! se desinfló un montón, y es algo que se temía tras ojear los seis primeros capítulos; aun así, aunque no creo que la vuelva a ver en mi vida (¡muere, Yamato!), no la considero una pérdida completa de tiempo. A los fans del shôjo les distraerá a pesar de sus altibajos y algunos personajes a medio cocinar. Kyôkai no Rinne deja muy claro que la Takahashi ha entregado ya todo lo que tenía en su ser; y este anime se ha convertido, al menos para servidora, en un espectáculo lleno de tristeza y, a la vez, nostalgia por el glorioso pasado. Es increíblemente mediocre (no confundir con malo) y repetitivo. No obstante, veré la segunda temporada.

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La mujer con horchata en vez de sangre en las venas (y que conste que AMO la horchata)

A continuación, van las series que tengo intenciones de comenzar. Que las prosiga es otro cantar, claro. Son solo 7 y las he dividido en dos rangos de interés. Por supuesto, a lo largo del otoño puedo añadir diferentes conforme vaya abandonando otras, que nunca se sabe, pero NO, no voy a seguir Haikyuu!. La primera temporada ni la terminé porque me aburrió (me suele pasar con la mayoría del spokon) y sería absurdo continuar la segunda. Espero que los fans (sois legión) la disfrutéis y esté a la altura de vuestras expectativas. Que sepáis que lleváis invadiendo twitter a lo bestia desde hace días, es MUY divertido observar todas vuestras reacciones, la verdad.

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Kagewani

Kagewani es una de estas series que deduzco seguiremos los colgados habituales y poco más, aunque al encontrarse en Crunchyroll y Horriblesubs, tendrá algo más de tirón. Lo agradezco muchísimo porque este tipo de anime cuesta bastante encontrarlo subtitulado y con la frecuencia además deseada. Kagewani no me lo podía perder por varios motivos: la temática y el equipo que hay detrás. Todo lo que sea terror me lo jamo, y aquí encontramos tanto materia sobrenatural como de criptozoología. PERFECT. Las cabezas pensantes de este anime trabajaron en Yami Shibai y Kurayami Santa, ambas series me encantaron, así que habría sido un pecado ignorarlo. SIMPLE. La historia de este profesor universitario, investigador de monstruos y con una extraña cicatriz en la cara, promete ser una pequeña joya del horror de este otoño. O eso espero.

kagewani

Kowabon

Y del guionista de Yami Shibai, Kurayami Santa y Kagewani, Hiromu Kumanoto, llega también este Kowabon. Es serie de duración corta al igual que la anterior, y también se centra en el terror. Me interesa bastante el hecho de que vaya a ser rotoscopiada. A muchos esto les espanta, y no les falta razón porque en ocasiones el resultado suele ser una cerdada, pero creo hay que darle una oportunidad ya que esta técnica en un anime de este género puede acabar siendo un plus. Lo que se sabe del argumento me parece atractivo, ya que mezcla lo sobrenatural con la tecnología; y si he entendido bien, trata sobre una especie de Gran Hermano fantasmagórico que observa a las personas mediante todas las cámaras a las que tiene acceso vía internet. No sé mucho más, pero es lo suficiente para darme el chapuzón.

kowabon

Subete ga F ni Naru

Llevo queriendo leer algo de Hiroshi Mori desde hace milenios y no ha habido manera. Admito que tampoco me he esforzado demasiado en mis indagaciones, por lo menos no tanto como sí hago con otras obras o autores, pero me habría gustado leer la novela The Perfect Insider antes de ver el anime. Manías mías. Pero no pasa nada, el que no se consuela es porque no quiere; y la mar de dichosa voy a ver esta serie. Tengo unas expectativas muy altas. Aquello que combine ciencia y misterio tiene todas las papeletas de encantarme. Y si ya hay asesinos en serie pues, ¡qué más quiero! ¡ADELANTEEEEEE! ¡No me defraudes, Saikawa-san! Y, como siempre digo, ¡¡meganes del mundo, VENID A MÍ!!

 Osomatsu-san

Y no solo de enigmas y horrores sin fin vive el hombre. Aunque lo mío en general no suele ser la comedia, espero con muchas ganas esta revisión de un clásico entre clásicos del manganime. El humor, cuanto más absurdo y disparatado sea, mejor lo tolero. Y esta serie promete gags y personajes de lo más delirantes, por lo que su oportunidad la va a tener. Quiero que me hagan reír, sin más, que además lo necesito. Solo le voy a exigir eso, creo que no es pedir demasiado.

bath
No te agobies, muchacho, nos pasa a todos

wellsee

Pues sí, ya veremos qué sucede con estos tres siguientes. No tengo especial fe en ellos, pero curiosidad sí. Aunque algunos me huelen mejor que otros. Normal.

One-Punch Man

Esta es la serie que más suspicacia me genera. Está siendo taaaan esperada y está provocando taaaal hype, que mi naturaleza de loba recelosa está en guardia y a la espera de lanzarse a la carótida. Aun así, le tengo también muchas ganas. One-Punch Man tiene decenas de elementos para dejarme KO del gustazo aunque, por eso mismo, le voy a exigir bastante. Las parodias siempre son bienvenidas pero a veces suelen caer en la falta de sustancia. Esperemos que con este anime no suceda así y sepa avanzar también más allá de la comedia y la ensalada de hostias. Un poco solo, no estoy pidiendo aquí una disertación sobre la Crítica de la razón pura de Kant.

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Young Black Jack

Solo un nombre: Osamu Tezuka. Sé perfectamente que el manga que adapta no es de él, pero el personaje en el que se basa, Kurô Hazama, sí; y es una de sus creaciones más carismáticas y especiales. Por ello espero y deseo esté a la altura y no destrocen su obra. No he leído el tebeo de Yoshiaki Tabata, pero por su historial no temo un disparate muy gordo. A lo mejor me equivoco, claro. Me pueden tocar las narices con exceso de drama teatrero o con el típico secundario cómico-ridículo; y eso sí que olisqueo va a estar en el menú. Lo primero lo entiendo porque ya de por sí los orígenes de Black Jack son tremebundos, y el contexto histórico es a lo que apunta. Lo segundo me parecería inexcusable (ni siquiera para relajar el tono) y de muy mal gusto. Bastante Pinoko hubo… y si no sabes de quién estoy hablando, MEJOR PARA TI, te lo garantizo. Tragedia y épica habrá, confío no muy artificiosa.

kuroo
Yo tampoco sé qué cojones está pasando en esta escena. Tendré que ver el capítulo.

Sakurako-san no Ashimoto ni wa Shitai ga Umatteiru

De nuevo el mundo de la medicina, pero esta vez forense. O algo parecido. Pero tiene lugar en Hokkaido y eso me mola mil. Y que haya misterio de por medio, por supuesto. El que a la protagonista le gusten los huesos porque le parecen kawaii me suena ligeramente a soplapollez, pero a lo mejor es solo una forma algo tonta de presentar la sinopsis. Tengo ilusiones de no encontrar mucho personaje subnormaloide femenino, mejor que no haya ninguno.

bones
¡Ay, pobre Yorick! Yo le conocí, Horacio: era un hombre de una gracia infinita y de una fantasía portentosa…

También he comenzado a ver, y no me preguntéis la razón, Itoshi no Muco. No tenía ni idea de que semejante anime existiera y, ni mucho menos, que hubiera temporadas anteriores. Pero la vida de un perro, un Akita Inu concretamente, en las montañas junto a su amo el cristalero hipster, me parece la cosa más relajada del mundo. Observar los pensamientos del can mientras destroza toallas y se revuelca por el suelo es algo que necesito ahora. No sé si me acabaré cansando de mongoladas perrunas, pero de momento el dibujo, harto sencillo, y su propuesta de slice of life muy básico, me ayudan a tener la mente en blanco. Que de vez en cuando no viene mal.

Buenas días, buenas tardes, buenas noches.

Tránsitos

Tránsito II: Kami no Kodomo

Este segundo Tránsito está dedicado a un Portador de Muerte, que también tienen su papel en esto del fenecer. Existen muchos tipo de dadores de muerte, por supuesto, desde bacterias, reptiles hasta meteoritos. El de hoy es humano, que son la peor ralea de todos. Y, de entre ellos, he escogido al más despiadado: el asesino en serie.

Kami no Kodomo es un manga bastante perturbador. Creado por los hermanos Nishioka en 2009, tiene de protagonista a un muchacho que, desde su niñez, ha poseído una personalidad de rasgos psicopáticos bastante acentuados. Pero no me voy a adelantar. Los Nishioka Kyôdai, que así suena más yakuza, son una encantadora parejita de ilustradores cuyas obras son de lo más singular. Llegaron a publicar en la mítica Garo, por lo que os podréis hacer una idea de que lo suyo no es el manga comercial. Y aunque solo he tenido acceso a cuatro o cinco de sus obras, los rastros con los que me he ido topando me han dejado salivando desaforadamente (repugnante, lo sé). Admito que es completamente insensato hacerme ilusiones con que publiquen en España algo de ellos (este Kami no Kodomo mismo), pero la esperanza es lo último que se pierde. No hay mucho que contar sobre ellos personalmente, se han guardado mucho de proteger su intimidad (hacen bien) y, salvo cuatro datos biográficos vagos y dos fotografías enanas nada agraciadas, poco más se sabe. Pero el mundo literario y artístico que han ido construyendo es fascinante, lleno de inocencia perversa y un marcado afán por transmitir la belleza de lo grotesco. Kami no Kodomo no es distinto.

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Así nos da la bienvenida este manga, mediante la bendición de un Prithvi Mudra en la mano derecha del protagonista. Todo un Satán, el auténtico Señor de la Tierra, nos mira desde sus ojos enrojecidos. El hijo de Dios encarnado para liberarnos a través de su venganza; pero no nacido como sol invictus, sino bajo el influjo de un sol negro. Sí, la simbología de este tebeo es densa; choca bastante con la apariencia general del arte limpio, estilizado y de influencias cubistas.

El argumento parte con la propia gestación de este zagal, del que no llegamos a saber el nombre en ningún momento. Lo suyo no es para nada normal desde el principio, aunque no se puede dilucidar si se trata de un delirio producto de su cabeza o algo real. Este hombre no se desarrolla en el útero sino en el estómago, y la primera emoción que siente es el miedo a morir digerido por su propia madre. Su alumbramiento, repleto de connotaciones místicas, tiene lugar a través del recto, por lo que nace rodeado de sangre y excrementos. Un nacimiento impío, impuro, que se cerrará con un desenlace de magnitud similar. Un círculo de inmundicia completo. Me recordó un poco al personaje principal de El Perfume (1985) de Patrick Süskind, aunque nuestro protagonista de hoy goza a lo largo de la obra de una vida ordinaria, en una ciudad pequeña, con unos padres corrientes.

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Él se sabe especial y distinto; no es como los demás. Desprecia a sus padres, a los niños de su edad con los que evita mantener contacto; y, a causa de su aislamiento voluntario (y otro tipo de actividades… digamos que poco higiénicas), sus progenitores lo llevan con otros niños problemáticos. Pero no sirve de nada, claro, y su soberbia y el asco que siente por la especie humana no decrecen en absoluto. Él mismo describe sus procesos mentales y sensaciones, sus experiencias y acciones. Todos sus síntomas apuntan, como bien deduciréis, a un grave trastorno mental y de personalidad, que pasa desapercibido al menos en su auténtica envergadura. Así que conforme va creciendo, aprende a mimetizarse con el resto de la gente que lo rodea, a mantener un perfil medio, a fingir ser como los demás. Pero su verdadero yo no tarda en aflorar y comienza a matar.

El desfile de barbaridades es tremenda: coprofilia, necrofilia, maltrato animal, suicidios, parricidio, acoso escolar de la peor especie, canibalismo, pederastia, tortura, asesinato. Y no falta tampoco la secta mesiánica. Una especie de espiritualidad depravada, demoníaca, lo rodea todo; no en vano a veces se representa al protagonista como un efebo Belcebú, Señor de las Moscas. Kami no Kodomo recoge el legado de lo mejor de cada serial killer histórico (y alguno cinematográfico como el señor Lecter) haciéndolo converger en la figura de este mozalbete. Mozalbete mediante el cual también se aprovecha para hacer una crítica implacable de la sociedad y naturaleza humanas. Con mucha lucidez, he de decir.

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El Hijo de Dios, a pesar de que es un manga, está concebido como un Ehon o libro ilustradoNo hay diálogos, la historia transcurre a través de una narración en primera persona, cruda y sencilla. Son once capítulos de gran impacto visual y no muy largos; la lectura se hace ágil y, a pesar de que los dibujos son de naturaleza estática, la energía que emana de las viñetas es sobrecogedora. Con un estilo pulcro, de aire infantil y casi esquemático, logra transmitir el horror de una manera eficaz. Y sin recrearse demasiado en detalles truculentos. No hace falta. Todo hay que decirlo, el arte es muy hermoso, lo mejor de Kami no Kodomo. Las influencias son variadas, van desde el gran maestro Seiichi Hayashi hasta el surrealismo pasando por Marc Chagall y la psicodelia. Llama mucho la atención cómo a través de un arte tan candoroso se trabaja una temática tan feroz y subversiva. Es hasta poético. El contraste resulta atroz, aunque es marca de la casa. Al menos en los tebeos que he catado de los Nishioka.

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Kami no Kodomo es un manga duro, muy duro, a pesar de su apariencia delicada. No da tregua y, con unos recursos concisos, bosqueja el retrato, muy sobrio, de un asesino nato. Una gran mayoría de los que hayáis leído esta mini-reseña no tocaréis ni con un palo esta obra (comprensible), pero el que no tema enfrentarse por un rato a los recovecos más oscuros de la mente humana (pero muy oscuros, colegas), lo disfrutará. Es una historia breve como una cuchillada, profundiza lo suficiente para no decepcionar. Porque hay que recordar que son solo una decena de episodios, nada más.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

paja mental, tags

Liebster Award | 2

El Rincón de Kuroneko ha tenido el detalle de nominarme con el Liebster Award. ¡Gracias, Gatito Negro! Es la segunda vez que tengo el placer de recibir este galardón y me alegra que haya un sitio en la mente de algunos compañeros blogueros para Sin Orden ni Concierto. Esta bitácora es muy chiquitaja así que requiere muchos liebsters, necesita mucho amor.

¿En qué consiste el Liebster Award? Creo que casi todos lo sabemos pero, para los despistadillos, se trata de un premio que los propios autores otorgan a blogs con menos de 200 seguidores. Es una manera sencilla, aunque eficiente, de que circulen las bitácoras dándose a conocer un poquito más.

Es curioso porque, hace un par de semanas, el amigo que me animó a abrir Sin Orden ni Concierto (y hacerle un assbook) me comentaba que los blogs parece que no tienen tanto tirón como hace unos años, a pesar de que son una buena forma de difundir contenidos, y que están siendo sustituidos en ese aspecto por las redes sociales. La verdad es que algo de razón no le falta y, pensándolo bien, no deja de ser un poco triste ya que es solo síntoma de que internet ha virado ya completamente hacia una dispersión de la información superficial y rápida. Más de cinco minutos delante del mismo texto en pantalla y generalmente los lectores se cansan. Esto y otras cosas están haciéndome plantear si continuar con este blog; pero, por otro lado y siempre lo he dicho, escribir me gusta, así que como herramienta de desahogo (ese era su objetivo inicial), me hace la función muy requetebién. Pero bueno, que dejo de lado las pajillas mentales y ¡prosigamos con el Liebster Award!

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Robado del blog de Kuroneko, esta fotito no es mía

Estas son las pautas a seguir y, aunque no las vaya a respetar todas, la mayoría sí. Empecemos con las preguntas propuestas por Kuroneko y que, a pesar de mis respuestas insípidas, son la mar de interesantes.

¿Cuál es tu postre favorito y por qué? ¿Sabes prepararlo?

No suelo tomar postre casi nunca, quizá porque me lleno enseguida con la comida y el postre me resulta una molestia estomacal más que otra cosa. Aunque adoro el helado de té verde. Pero el de verdad, no ese que a veces te cuelan y que sabe a té de jazmín o a cualquier cosa menos a té verde. ¿Por qué me gusta? Pues porque me encanta el sabor del matcha en general y combinado ya con la textura de un helado para mí es la apoteosis. También me entusiasma el de menta con chocolate.

No, no sé prepararlos ni de coña. Y mejor que no lo intente.

Si tuvieras un superpoder y fuese solo por un día… ¿lo usarías para bien o para mal?

Uf, qué agobio. No quiero ningún superpoder, prefiero quedarme como estoy, sinceramente; y lograr lo que sea por mis propios medios. Soy una sosaza, ¿verdad?

¿Te animarías a hacer un videoblog?

JAJAJAJA. No.

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¿Un libro que a ti te guste pero a la mayoría disguste?

Hay tantos… xD Pero voy a contar una pequeña anécdota para rellenar un poco esto. Hace millones de años, cuando estaba en el primer año de universidad, me gustaba mucho un chico. Era de mente ágil, cordial y, muy importante, podía hablar con él de casi todo y sin límite de tiempo: cine, música, teatro, filosofía, arte… vamos, me tenía encandilada, qué majica era entonces. Ahora no soy tan simpática. Un día entramos en una librería y, rauda y veloz, me dirigí hacia un volumen que tenía encargado para hacer un trabajo. Estaba muy contenta y él, con cara de extrañeza, me preguntó que qué hacía con ese tocho (no era tan grande, por cierto). Le expliqué la situación pero insistió con expresión de disgusto: «A ti no te gustará eso, ¿verdad? No lo he leído pero, ¿es que te va la droga dura, ahora eres masoquista? Qué tía más rara.» Pues sí, sí que me gustaba (y gusta). Si hubiera venido de otra persona, me habría importado un carajote, pero no, era ÉL. Me sentí la rata de biblioteca con más cantidad de pulgas portadoras de la peste bubónica del universo. Así que decidí compartir mi tiempo con otras personas que no despreciaran de manera tan poco razonable mis gustos. El libro era (y es, que lo tengo todavía) una recopilación de las Bucólicas y Geórgicas del poeta Virgilio.

¿Cuál es el peor final de un anime que hayas visto?

He visto taaaaanta mierda (creo que nos pasa a todos) que no recuerdo ya cuál me ha parecido más indignante que otro. Pero el último que he visto así en plan subnormal que te meas ha sido el de Gangsta.

¿Sabes tocar algún instrumento? ¿Cuál?

Ahora toco la guitarra eléctrica. Tengo varias, pero la de la foto es mi favorita y la que más utilizo. Es una Ibanez Les Paul Custom del año 1977, la compré en Estados Unidos y hay muy pocas como ella, calculo que unas 10 en todo el planeta. Su último dueño debió de ser un neonazi cabrón porque tenía pegatinas sobre el tema por todo el cuerpo que me costó quitar horrores. Es una guitarra que llevó muy mala vida hasta que cayó en mis manos, tuve que hacerle muchos arreglos, pero mereció la pena. La combino con un ampli Vox AC 30 y abuso mogollón del trémolo que lleva incorporado (jojo), me gusta mucho cómo suena, infinitamente mejor que con un pedal aparte.

Alan&me
El de gafas es Alan, uno de los mejores bajistas y luthiers de la ciudad. Espero que no vea esta foto o me arrancará la cabeza y luego se la comerá, pero no tenía otra donde saliera «mi pequeña». Y sí, estamos leyendo «Traveling» de Ken Niimura. Muy bueno, por cierto.

¿A qué le temes mas: al futuro o al fracaso?

A ninguna de esas dos cosas. Soy una criatura bastante inconsciente en ese aspecto. Miedo tengo cada vez que me subo al escenario o cuando debo hablar en público, por ejemplo. No me gusta que me miren directamente. Lo de ser el centro de atención lo llevo fatal.

¿Tu top 3 de películas favoritas?

No tengo tres películas favoritas. No puedo elegir solo 3.

¿El cliché que menos soportas?

Es muy obvio para cualquier habitual de este blog: el personaje femenino típico lerdo. Es inaguantable y no comprendo cómo se sigue perpetuando en las series ese rol, completamente artificial, de que feminidad es ser una inútil cursi y llorica más preocupada de la apariencia, cazar novio o cocinar, en vez de disfrutar simplemente de la vida o usar el cerebro esporádicamente. Ser independiente, autosuficiente o tener el caracter fuerte no te convierte en una machorra o una trastornada, rediez. De todo tiene que haber en el mundo.

¿Cuáles son tus hobbies? (aparte del blog xD)

Pues me gusta ir en bici, viajar, observar las estrellas, ir a conciertos, caminar, dibujar, dormir, leer… lo normal. Leer lo que más. También, cuando tengo tiempo (sucede una vez cada trescientos años aproximadamente), me encanta coger una línea de autobús que no conozca casi y hacerme el recorrido completo, para ver partes de la ciudad que no haya pisado todavía. Para este menester suelo pillarme el último asiento que, en los buses de esta ciudad, suelen estar de espaldas al resto. Así nadie me molesta, me pongo los auriculares con musiquita y a disfrutar del viaje mirando por la ventana.

¿Qué adaptación de un libro a la pantalla grande te ha gustado mas? ¿Y cuál menos?

Puf, ¡yo qué sé! ¡Un montón! Pero vamos a poner algo… Ya que soy fanática declarada de la Ciencia Ficción en general, escojo como película, cuya adaptación me encantó,  Solaris (1972) de Andrei Tarkovsky. El libro, del mismo nombre y publicado en 1961, es de uno de mis autores predilectos del género, Stanislaw Lem. No es la novela que más me gusta de él, prefiero los relatos de Ciberíada (1980) o Diarios de las estrellas (1971) pero sin duda Solaris es una de sus mejores obras y de las más importantes. Os recomiendo fervientemente, si no conocéis al autor, acercaros a sus novelas lo antes posible. Es imprescindible.

Esta adaptación me gustó porque, en realidad, se aleja del trasfondo de la novela para hacer hincapié en otras perspectivas distintas que Lem apenas tocó, creando a partir de la base original algo completamente nuevo y alucinante. Al escritor no le hizo ni puta gracia (normal) pero Tarkovsky decidió explorar otros derroteros con un resultado inmejorable. Ambos, libro y película, muestran diferentes dilemas humanos y filosóficos de gran hondura; ambos se complementan en cierta manera, por eso insto a que os hagáis con los dos. Este es un ejemplo meridiano de cómo una obra, aunque no siga fielmente el original, puede convertirse en algo muy grande.

solaris
Solaris

Y ejemplo de película que adaptó con bastante honestidad el libro y tuvo de resultado un cagarro infecto, es La guía del autoestopista galáctico (2005). La obra original de Douglas Adams de 1979 es divertida, ácida y un completo derroche de inteligencia y delirio a partes iguales. Directamente te lanzas, sin titubear, a finalizar la saga (son cinco libros en total) porque no puedes parar de reír y asombrarte de lo bien construida que está. Estoy segura de que a Pau le encantaría, sino es que la ha leído ya.

La película, que la vi ya hace tiempo una vez y no me dieron ganas de repetir precisamente, a pesar de que sigue muy bien el primer libro (Adams creo recordar escribió parte del guion antes de morir), es aburrida y fangosa. Carece de la chispa y mala uva de la novela, es una turra de las gordas y me entristeció lo indecible, porque lo tenía todo para ser un buen film: partiendo de una materia prima genial hasta un excelente reparto de actores. Decepción absoluta.

hitch
Qué desaprovechadicos estáis en esta peli…

Y como exige el Liebster Award, ahora debo nominar otros blogs… el problema es que todos los que conozco ya han sido premiados y no sé si les hará mucha gracia volver a hacer todo esto. Así que me voy a abstener para no molestar… aunque a lo mejor lo que molesta es que no lo haga, ya que también he sido nominada por segunda vez y otros quizá también lo quieran. Ay, dudas existenciales de alta envergadura.

Va, venga. Voy a nominar y, como siempre, podéis enviarme a cavar zanjas con total confianza. No pasa ná, chavalada. Las preguntas son las mismas de Kuroneko porque me parecen perfectas y tampoco quiero endiñaros mis acostumbradas gilipolleces. Con tu permiso, claro, Gato Negro. Y como acabo de descubrir, el Liebster Award tiene un hermano mayor llamado Best Blog Award que puede otorgarse a bitácoras de más de 200 seguidores, por lo que nominaré indistintamente a blogs grandes y pequeños.

Wanda de Entre sábanas y almohadas

Magrat de Los animes de Magrat

Ambriosa de Where no one can see me

JohnnyMany de El mundo de JohnnyMany

Rizen de El agua es Blanca

Oki-chan de El rincón de Oki-chan

Rwd de Hyouka Von

Vannert de Arte, Terror y Rock n’ Roll

Karen de Rincón de animes

Kagura de El escondite de Kagura

Angelique de El libro de Ange

Jane & Umibe, Juan, Alba, Pau, Khalil, Shelly, Belyath, Gorey, Jewel, Ronsnowit, Darijosanatus, Mishusina y demás os libráis… no sé por qué os libráis aunque os tengo en mente. Ah, pero si queréis hacerlo, os podéis dar por nominados, por supuesto. Lo merecéis además. Por mí que no quede, hale, al mogollón. Que viva la fiesta.

Y esto ha sido todo por hoy. En breves (¡lo prometo!) tendré lista entrada nueva sobre los ominosos Tránsitos. Está a medio escribir, como todo en mi vida. Ay. Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

anime, largometraje, literatura, marionetas, Tránsitos

Tránsito I: Shisha no Sho

Ya huelo octubre… ya está cerquita. El mes que más disfruto del año por muchos motivos. Me encanta el otoño. Y, a finales, se celebra el infausto Halloween que la cultura anglosajona ha mercantilizado con eficacia. Pero, como bien sabréis, no es una festividad exclusiva norteamericana o británica; es bastante antigua y, por lo menos en Europa, se lleva conmemorando desde hace muchísimos siglos. Una celebración pagana que se arropó con la vestimenta del cristianismo (como tantas otras) y que en España se festeja de muy diversas formas, incluyendo calabazas bastante tiempo antes de que llegaran las fes monoteístas.

Estos días que recuerdan a los difuntos y sus espíritus errrrrrabuuuuundooossss, siempre me llamaron la atención; he observado las tradiciones de la zona de donde provengo con curiosidad y cómo la noción de la muerte ha ido evolucionando. Actualmente es casi como un tabú, se pasa de puntillas a su lado o se disfraza como si fuera un carnaval para despojarla de su carga inexorable. Antes se concebía de una manera más natural, se asumía aunque se la temiera; su papel en la sociedad era más abierto. El tema de la muerte era un asunto del colectivo que concernía a todos. Ahora, sumidos en una mentalidad de la celebración de la vida, la juventud y lo inmediato, todo lo concerniente a ella ha pasado prácticamente al ámbito privado. Y más en los entornos urbanos. ¿Es eso malo? No tiene por qué, solo ha cambiado.

Así que, a partir de hoy hasta el 1 de noviembre, voy a ir publicando una serie de entradas, alternándolas con otras si tengo tiempo, dedicadas a la temática. Obras relacionadas con la muerte y todo lo que la rodea en distintos avatares. Admito que no serán del gusto de muchos, pero la selección que tengo preparada posee su interés, os lo prometo. Además Japón tiene una riqueza vinculada al mundo de los muertos extraordinaria, seguramente debida a que su concepción, influida fuertemente por el shinto y budismo (karma, samsara, satori), es muy diferente a Occidente. Mientras aquí la existencia es lineal y tiene un fin, en Oriente es circular. Y eso también es interesante explorarlo.

Voy a empezar con un largometraje al que amo con todas mis fuerzas. Tenía una reseña a medio escribir sobre él y, finalmente, la he dirigido hacia estos Tránsitos con los que os voy a fastidiar una temporadilla. Se trata de El Libro de los muertos (2005) del gran Kihachirô Kawamoto (1925-2010).

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En Los lacónicos ya hice referencia a este autor a través de su imprescindible cortometraje Dôjôji (1976). Me alegró muchísimo que a Ambriosa le gustara, porque no es un artista muy conocido en Occidente; y su trascendencia, al menos en lo que se refiere a la animación con marionetas y stop-motion, es primordial. Hay gente que lo equipara a Hayao Miyazaki, al menos en lo que fue su interés por acercar a todo tipo de público, no solo el infantil, contenidos y temáticas de gran hondura a través de un lenguaje audiovisual poético. Es probable, pero la gran diferencia es que Miyazaki se hizo con su lugar a nivel mundial y Kawamoto apenas es conocido fuera de Japón. ¿Por qué? Quizás se deba a que Kawamoto no se preocupó tanto por hacer sus obras accesibles al resto del mundo. Son MUY japonesas tanto en sus historias, cómo las desarrolla y su sensibilidad. Eso no quiere decir que un habitante de otro lugar del planeta no pueda disfrutarlas, pero sí requerirá por su parte de más atención y, sobre todo, mente abierta.

Este artista se centró, básicamente, en trasladar el espíritu del Bunraku al cine y televisión, modernizándolo e incorporando influencias de otras disciplinas escénicas como el o el Kabuki. Quizá para un occidental esto de las marionetas pueda parecer un arte menor, algo pueril o dirigido a un público poco exigente. Pero en Oriente, desde Indonesia pasando por Vietnam, India, China hasta Japón, poseen una larga tradición que se toma muy en serio y forma parte de su idiosincrasia.

Por otro lado, no está de más señalar que Kihachirô Kawamoto recibió un fuerte influjo en su educación sobre marionetas y stop-motion en Praga, bajo la tutela de uno de los más grandes de la especialidad: Jirí Trnka (1912-1969). Si no lo conocéis, os animo a que busquéis cosas de él, sobre todo si os gustan los cuentos de hadas y el folclore centroeuropeo, porque su labor fue deslumbrante. Pero volviendo a Kawamoto, tras haber estado trabajando en los míticos estudios Tôhô como asistente de dirección artística a las órdenes (ON YOUR KNEES, NOW!) de Akira Kurosaway casi con cuarenta años, decidió empaquetar sus cosas e irse a la República Checa (entonces Checoslovaquia) para aprender del mejor lo que realmente le gustaba hacer de verdad. Y no os creáis que fue un viaje sencillo, que estamos hablando de meter el hocico en un país del eje comunista en plena Guerra Fría y a un paso de la Primavera de Praga. Circunstancias complicadas. Kawamoto se encontraba en un momento de impasse vital donde no sabía si desistir rotundamente de sus pretensiones sobre la animación de marionetas o buscar otros horizontes más prácticos. Finalmente, ganó el Arte y cuando regresó a su tierra con la sugerencia de Trnka de aplicarse con la historia y cultura japonesas, se dedicó de lleno a la creación de obras independientes donde pudo explayarse a gusto, controlando además todo el proceso de alumbramiento. Y siempre mantuvo presente y respetó a su sensei occidental Trnka: uno de sus cortometrajes más conocidos por estos lares, fue esa maravilla de La Bella Durmiente (1990), en colaboración con los estudios checos de su antiguo maestro.

Kihachirô Kawamoto, poco a poco, se fue haciendo un lugar, no poco importante, dentro del panorama artístico audiovisual de su país. Por méritos propios. Realizó sobre todo cortos y marionetas para dos series de televisión muy célebres en Japón, basadas en los clásicos literarios Romance de los Tres Reinos (1982-1984) y Heike Monogatari (1993-1994). Kawamoto solo hizo dos largometrajes; Shisha no Sho fue el último y en él podemos encontrar toda su habilidad, imaginación y filosofía expresada en total plenitud; es, sin duda, su magnum opus. Era un proyecto que tenía en mente desde hacía bastante tiempo, pero no pudo llevarlo a cabo hasta que consiguió los fondos suficientes. El mundo audiovisual es caro, amigos. MUY caro.

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Kawamoto en su taller

El Libro de los Muertos o Shisha no Sho, está basado en la novela del mismo nombre de Shinobu Orikuchi (1887-1953), escrita en 1943. No he tenido la fortuna de encontrar ninguna de sus obras en ningún idioma que pueda comprender; solo las he hallado en japonés y no entiendo nada más allá de dos estupideces colgando que no me sirven mas que para ponerme de mala hostia (la impotencia, la frustración de ser una ignorante). Sé que Orikuchi fue un importante etnólogo y folclorista, muy admirado en su momento, cuyas obras se enfocaban, como buen estudioso de la cultura y religión de su país, en temas bastante tradicionales. Con esos pocos datos, mi atención ya la tenía; y tampoco me extrañó que Kawamoto eligiera a este autor para su segundo largometraje. Mi idilio no iba a poder ser. Me hubiera gustado tener acceso a la obra original en algún momento porque esta reseña habría resultado más completa; pero el mundo no es justo y servidora es una inepta con la lengua de Sôseki. Así que de ahí no puedo contaros nada, lo lamento.

La historia arranca en el período Nara (710-794), un momento de esplendor cultural donde la influencia china era muy poderosa y el budismo se consolidó como religión estatal. Esto se observa claramente en la protagonista femenina, la dama Iratsume, que se entrega a la copia de un sutra recién llegado de China con fervor. En realidad el budismo colma toda la película en sí. Hasta su desenlace, que a ojos de un occidental puede resultar inconcluso, es toda una apología de su filosofía. Iratsume, sumida febrilmente en su labor de realizar 1000 copias del Amitâbha Sûtra, cree en un arrebato místico ver el rostro de Buda entre dos montañas; por lo que tras finalizar el trabajo, decide dirigirse hacia ese lugar. Ahí encuentra un templo budista, en el que tienen prohibida la entrada las mujeres; pero al tratarse de una noble de Nara, los monjes la instalan en unas estancias donde sí puede permanecer.

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Pero no es el rostro de Buda el que ha contemplado Iratsume, sino el del príncipe Ôtsu, ejecutado muchos años atrás. ¿Por qué sigue entonces su espíritu allí? Según el budismo, algunas almas que al morir todavía sientan un lazo fuerte con el mundo de los vivos, pueden persistir. Ese fue el caso de Ôtsu. Su muerte, orquestada por la esposa del emperador temiendo que accediera el trono, la tenía plenamente aceptada. Ya de rodillas y con el verdugo preparado tras él, había logrado cierto estado de ataraxia. Pero, de repente, todo se derrumbó. Entre el gentío, vio el rostro de Mimimo no Toji, y el deseo arraigó en él. Los deseos son germen de ataduras; y el amor no es algo diferente. Así que, enamorado y con el ansia de compartir su vida con Mimimo no Toji, el príncipe Ôtsu fue decapitado. Y es también otra confusión de identidad, la que hace creer a Ôtsu que Iratsume es Mimimo no Toji, aunque esta solo sea su antepasada. Y aquí tenemos dos tipos de deseos, el de la obsesión religiosa y el de la pasión amorosa, que confluyen para revelar una enseñanza que no os pienso contar, claro.

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Kawamoto deja flecos en el argumento, pero es algo completamente intencionado. Es como un típico cuento budista, de fuerte bagaje moral pero con una lección no tan obvia. Hay que reflexionar. El simbolismo es muy rico y, por supuesto, de naturaleza búdica; aunque con las nociones mínimas son fáciles de captar. El ritmo de la obra es sereno, elegante, contemplativo; pero no aburre a no ser que uno tenga la sensibilidad en el ojete.

Y es curioso cómo un argumento de inclinaciones tan sobrias, posea el espectáculo visual que tiene. Es de una belleza opulenta, minuciosa y, a la vez, de una delicadeza sin afectación. La pericia de Kawamoto, el diseño y construcción de sus marionetas, ropajes y expresiones; las ambientaciones y la finura de la animación en 2D, son mágicos. Va a ser muy difícil que alguien en el futuro alcance el grado de perfección que Kawamoto consiguió en esta obra.

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Me vais a permitir un pequeño consejo: si tenéis intenciones de ver esta película,  JAMÁS (así, en mayúsculas) optéis por una versión doblada. Si es que la hay en español. Kawamoto era muy meticuloso absolutamente con todo, incluidos los seiyû, la música, el sonido ambiente, etc. No dejaba nunca nada al azar, la experiencia de contemplar sus obras la concebía como algo total. Shisha no Sho es una obra que bebe directamente de la tradición antigua japonesa, donde la faceta oral era indispensable. Así que haced un favor al universo y buscadla subtitulada.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

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Subversión y la televisión líquida: Æon Flux

Afirma un antiquísimo mito que, hace millones de eones, la MTV retransmitía música. Y no solo eso, programas especializados en géneros determinados, conciertos completos, entrevistas con artistas y… lo más increíble de todo: dibujos animados. Pero no unos dibujos animados cualquiera, no, ¡dirigidos a adultos! Alucinante, ¿verdad?  Pues sí.

Uno de esos programas donde ponían garabatos en movimiento, se llamaba Liquid Television (1991-1995) y tenía la osadía de centrarse en obras de artistas independientes, informar sobre festivales de animación y televisar series como Beavies & Butt-Head o la que hoy nos compete: Æon Flux. Oh, wait. ¿Pero este blog no es sobre manga, anime y otros entes japoneses? Æon Flux es norteamericana y su creador, Peter Chung, coreano. Efectivamente, todo eso es cierto. Pero he considerado oportuno hacer una reseña sobre esta serie por los siguientes muy sensatos motivos:

  • La influencia de la animación japonesa en Æon Flux es brutal, de hecho está concebida casi como un seinen.
  • Es un pequeño hito en Occidente a tener en cuenta al tratarse de una serie dirigida al público adulto por completo. Algo bastante insólito en su época, ya que todavía se estaba batallando con el prejuicio de que la animación era solo para niños.
  • Es mi blog y escribo de lo que me da la gana.

Æon Flux no es, ni muchísimo menos, la primera animación occidental que se hizo para seres humanos ya plenamente desarrollados. No os llevéis esa impresión. Eso sería minusvalorar a mucha gente importante como Servais (¡¡lo amo!!), Topor o Bakshi entre otros. Pero siendo ese tipo de producto escaso en comparación por esta zona del planeta, sí supuso por parte de MTV una jugada audaz. Eran otros tiempos, desde luego, la Music Television actual produce arcadas.

Así que henos aquí, en 1989, cuando al británico Japhet Asher se le ocurrió que ya era hora de producir un espacio televisivo donde los animadores y demás creativos hicieran un poco lo que les saliera de los genitales. Y en el seno de la MTV brotó este cajón de sastre donde tuvieron cabida multitud de formatos y estilos, heterogéneo a tope. Liquid Television fue una anomalía maravillosa, que con solo media hora y a una velocidad incontenible, se atrevió a acercar al público general experimentos y demás bizarrías animadas.

Liquid Television tuvo una primera encarnación con tres temporadas y luego una segunda vía web el pasado año 2014, pero que solo duró 5 episodios. Aunque es en esta primera etapa de los 90’s donde encontramos una de sus series más emblemáticas: nuestra protagonista Æon Flux.

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Æon Flux no es para todos los públicos. Sé perfectamente que digo esto mucho en el blog, lo que me hace cavilar un poco sobre mi criterio a la hora de seleccionar contenidos. ¿Demasiadas marcianadas? ¿Debería moderarme? ¿A estas alturas de mi vida (dios míooooo) me he convertido en una hipster de mierda? Bueno, da igual, a lo que iba: esta serie tiene contenido explícito violento y sexual. EXPLÍCITO. MUY. Luego ya el arte y su dirección general continúan siendo, en el s. XXI, nada convencionales. También advierto que Æon Flux ha provocado reacciones viscerales en muchos de los que la han visto. Despierta amores y odios profundos; en mi caso no ha sido ni una cosa ni otra, pero comprendo perfectamente que para algunas personas sea así.

¿Y de qué va todo este embolao (porque lo es)? Por la misma naturaleza de la serie, resulta algo complicado hablar de un argumento consecutivo, pero sí se puede ofrecer una mínima guía. Æon Flux es ciencia-ficción distópica, y nos traslada a una realidad surrealista, altamente tecnológica, fluida como el mercurio y violenta. Brega y Monica, países con modelos de Estado opuestos, se encuentran sumidos en una agresiva guerra fría. Brega es una especie de dictadura capitalista con las deficiencias que eso conlleva y Monica una nación anarquista. Los personajes principales son el líder supremo de Brega, Trevor Goodchild, y una espía de Monica, Æon Flux. Ella no es una anti-heroína, es simplemente ella; carente de moral y disciplinada. Él es un controlador nato, perverso aunque de intenciones sorprendentemente puras. Ninguno de ellos es villano, tampoco bueno.

Aunque la serie se centra más en Æon, todo gira en torno a esta pareja. Su relación de amor/sexo/odio, en la que intentan someterse, matarse y seducirse implacablemente, es vital. Las distintas misiones en las que se ve involucrada son el arranque inicial de la obra, y a través de ellas van sucediéndose los acontecimientos. Hay humor raro, guarrerías varias y sadomasoquismo; mucha acción y conceptos que difícilmente se esperaría encontrar en un entorno sci-fi.

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Esta serie no fue planteada para que se prolongara en parrilla demasiado, de hecho los primeros seis capítulos, todos de 2 minutos, son totalmente inconexos. Aunque fueron luego agrupados y presentados como episodio piloto en las recopilaciones. La considerada segunda temporada, con una duración de 5 minutos por capítulo, sigue las mismas pautas y muestra a la protagonista principal muriendo en cada uno de ellos de forma bastante mongólica. Mongólica, pero si uno lo piensa bien, muy probable. Son casi todas muertes fortuitas y los accidentes en la vida suelen ser, en esencia, estúpidos. Esta primera fase de Æon Flux, que iría desde el episodio piloto emitido en 1991 y la segunda temporada de 1992, es quizá la más desconcertante. Y sin diálogos. No hay un hilo conductor, son pequeñas historias autoconclusivas orientadas formalmente a la acción. Pero no puede ser más engañoso.

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Si osáis shippear a la parejita protagonista, SUFRIRÉIS

Tras el fuerte impactó que produjo y ya Liquid Television fuera de emisión, Æon Flux continuó en solitario una tercera y última temporada de 10 capítulos en 1995. Esta vez con una duración de 20 minutos cada uno y… ¡la aparición de diálogos! Todo lo que había quedado esbozado en la primera y segunda, adquiere mayor hondura y complejidad en la tercera. Peter Chung pisó a fondo y nos mostró también las facetas más personales de los protagonistas, sorprendiendo con la intensidad de sus sentimientos y reacciones frente a ellos. Los enormes dilemas morales obligan al espectador a replantearse muchas cosas, las aristas son flagrantes; pero ya sabíamos desde el principio que no estábamos frente a una obra común. Los argumentos siguen siendo impredecibles tanto en desarrollo como desenlaces.

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Si no se presta atención, solo se percibe un continuum de ensaladas de hostias, tiros, acrobacias y centellas de sexualidad chocante. No hay nada peor que repantingarse para verÆon Flux, esperando encontrar un producto tradicional que lo dé todo mascado. Las claves están ahí, pero requieren un poco de esfuerzo.

Peter Chung, que ya tenía experiencia previa trabajando en Hanna-Barbera o Disney, con Æon Flux se nota que simplemente tenía ganas de experimentar, sin ceñirse a unas reglas o patrón comercial. Pero no solo a nivel argumental, sino estructural y artístico. Los planos que utiliza son en ocasiones sorprendentes, así como la dinámica general de la animación. El dibujo es único, una mezcla genial de anime japonés e influencia europea. Europea, sí. Lo primero que viene a la mente es el estilo de Egon Schiele (1890-1918), tanto en la obscenidad que a veces exhibe como en ese manierismo de los personajes que retuerce sus cuerpos y expresiones. Si Schiele os repele, ni os acerquéis a Æon Flux, porque os parecerá el horror.

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«Hombre desnudo con toalla roja» (1914) de Egon Schiele

Por supuesto, la huella del cómic europeo a través de Moebius, en concreto su trabajo en la mítica Métal Hurlant, es también muy evidente. O la de mi amada Elektra Asesina de Miller, pero acudiendo a América esta vez. Así que tenemos un engendrillo amoroso que no es ni del todo occidental ni del todo japonés, con múltiples influencias amasadas vigorosamente y todo ello presentado con el único objetivo de hacer explotar la cabeza. Para mí, perfecto.

El influjo de Æon Flux ha sido potente, se atisba en los lugares más insospechados porque fascinó a muchos creadores de anime y recogieron muchas de sus ideas para incorporarlas a sus propias obras. Desde algo aparentemente inofensivo como la saga de Slayers de Hajime Kanzaka hasta trabajos más serios y reflexivos como Ghost in the shell. Pero claro, esta serie es un millón de veces más extraña.

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No se le pueden pedir peras al olmo, como tampoco se le puede pedir a Æon Flux la configuración de una serie comercial. A pesar de su éxito y enorme proyección, todavía se encuentra a parsecs del presente. Se adelantó a su momento y continúa siendo una visionaria que no es del todo comprendida. Una prueba de ello es ese colosal excremento que fue (y es) la adaptación cinematográfica del 2005 con Charlize Theron a la cabeza. No entendieron NADA y la cagada, lógicamente, fue nivel manada de triceratops. Lo más higiénico sería reunir todas las copias de la película existentes en el planeta y enterrarlas muy profundo en un cementerio nuclear de Nuevo México. No os acerquéis a esa cosa porque de Æon Flux solo tiene el nombre.

¿La recomiendo? Sí y no. Depende de la tolerancia de cada uno hacia ciertas temáticas (porque se ve DE TODO) y, por supuesto, las ganas personales de contemplar algo raro de cojones. ¿Me gusta? Sí.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

cortometrajes, paja mental

Los lacónicos

Hace ya unos cuantos días, un comentario de Vannert donde me recomendaba este corto japonés (¡muy, muy bueno!) inspirado en el cuento de Franz Kafka Un médico rural (1919), me dio una idea para hacer otra entrada. Tampoco quería romperme la cabeza demasiado por lo que decidí escribir algo sencillo. Y de lo más sencillo que hay son los listados. Así que allá va una lista de 9 cortometrajes animados nipones que pienso merecen un vistazo atento. Sí, 9, no 10. ¿Por qué? Pues porque sí.

Este tipo de soporte, dada su propia naturaleza, ha consentido al espíritu aventurero y creativo mucho más en sus propuestas que otros; resumiendo, es una parcela donde la vanguardia y el ingenio han podido expresarse siempre con libertad, así que siempre es interesante meter las narices en ellos de vez en cuando. Tanto para observar la evolución del mundo de la animación como para atisbar posibles chispas del futuro. Y disfrutar encima.

Esto no deja de ser una opinión más, la mía; y basada encima en lo que conozco que, lógicamente, no es todo ni muchísimo menos. Pero si al menos os sirve para descubrir algo que no conozcáis todavía o recordar ese pequeño anime que os gustó hace un tiempo, esta entrada ya habrá cumplido su función. Admito que para muchos de vosotros lo que viene a continuación tendrá el mismo atractivo que un escarabajo pelotero cosechando sus porciones de caquitas, pero Sin Orden ni Concierto tiene raticos así. Va en el paquete.

El orden no es indicador de nada, la numeración es solo una forma de organización pero no apunta ningún tipo de preferencia. Tampoco he seguido criterio alguno razonable a la hora de seleccionarlos, la mayoría no tienen nada en común entre ellos. Unos cortos son muy famosos, otros no tanto: todos me gustan. ¡Adelaaaaante, pues!

9

Paulette no Isu

ポレットのイス

(2014)

Hiroyasu Ishida es uno de los primeros nombres que me vienen a la cabeza cuando pienso en jóvenes promesas de la animación nipona. La verdad es que potencial tiene, talento también. Algunos lo han bautizado ya como el heredero de Miyazaki (y van…) porque es inevitable percatarse de la enorme influencia que tiene en su trabajo. Este corto, La silla de Paulette, es muestra de ello. El resplandor de Miyazaki aparece por todos sitios. Pero eso es simplificar. La verdad es que prefiero alejarme, en este caso concreto, de todo tipo de comparaciones porque, para un hombre joven como él que todavía tiene el cascarón en el culo a nivel profesional, es injusto catalogarlo de buenas a primeras así. Es un gran halago y una tremenda losa también. Ishida todavía tiene mucho que demostrar y evolucionar para asentar su estilo. Primero debe encontrarse a sí mismo mediante el rodaje necesario. Pero también es innegable que aptitudes posee de sobra, sus obras son realmente buenas y resulta una esperanza firme para el futuro del anime. Yo no le perdería la pista. El primer corto que vi de él, Rain Town (2011), me dejó encandilada; sigue siendo mi favorito de los que tiene en su haber, aunque este Paulette no Isu también me gustó mucho y reconozco es más accesible. La música es estupenda.

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Rain Town

¡Ah, se me olvidaba! Mucho hay que agradecer a Studio Colorido por todo el esfuerzo que está invirtiendo en apoyar proyectos que en la industria del anime actual no tendrían demasiada cabida. Hacer un hueco a la creatividad  y dar soporte real a los artistas, en unos momentos además en los que casi se está tocando fondo, es toda una gesta caballeresca. Me alegra mucho que aún queden idealistas por el mundo.

8

Kanojo to Kanojo no neko

彼女と彼女の猫

(1999)

¿Quién no conoce a Makoto Shinkai? A ver, levantad las manos, avergonzaos un poco, carallo. Por supuesto, otro al que han catalogado como el nuevo Miyazaki. Yo si fuera él estaría partiéndome el ojete, pero me da que Miyazaki-sensei es bastante más solemne que mi mediocre persona. Volviendo a lo que nos concierne, este Su gato y ella (1999) es bastante célebre. Incluso logró algún que otro premio y no poco importante, todo un mérito ya que esta obra la sacó adelante prácticamente él solito… exceptuando la música.

Desde la perspectiva de Chobi, un gato, la historia narra su vida y la de su ama. Un relato tranquilo, de gran simplicidad formal y una animación que juega contrastando gran realismo en los fondos y unos protagonistas casi esquemáticos. Todo muy poético, estático; pero también vigoroso. Es tierno observar cómo el gato expresa su amor, un amor puro y sincero, a través de los pequeños detalles que conforman su reducido mundo. Un bonito cuento que deja una sonrisa en los labios.

7

Goodbye Elvis & USA

(1971)

¡Y llega el momento weirdo de la lista! Si alguna vez os habéis preguntado qué experimentaríais si os pusieseis de mescalina hasta las cejas, la respuesta tiene un nombre: Keîchi Tanâmi. No hace falta que acudáis a enteógenos, amiguitos, cualquiera de las obras de este caballero resolvería vuestras dudas. Este señor puede haceros alucinar en todos los aspectos sin recurrir a ningún tipo de sustancia. Garantizado. Artista multidisciplinar, es uno de los representantes más prominentes (por no decir el que más) del pop-art japonés. Toda una institución, un pedazo viviente de la Historia del Arte de Cipango.

Este Goodbye Elvis & USA, pertenece a su trabajo Killer Joe’s (1965-1975), siendo una de las piezas más características. Aquí Tanâmi-sensei dió rienda suelta a toda su mala baba e imaginación para cristalizar la cultura popular norteamericana y japonesa. Sin restricciones, con plena libertad creativa; tomando cualquier recurso o elemento, sin reparar en su naturaleza u origen, que fuera útil a sus propósitos artísticos. Y así tenemos ahora lo que tenemos: un espectáculo exuberante de psicodelia salvaje. Imprescindible.

6

On your mark

(1995)

Tanto hablar de Hayao Miyazaki, tanto hablar de él… que no podía faltar en este humilde inventario de cortometrajes. Habría sido un pecado no incluirlo. Se trata de un videoclip que realizó de motu proprio para la canción On your mark del dúo Chage & Aska. Tengo que aclarar, porque si no reviento, que la tonadilla esta me parece la peste, una cerdada suprema que despierta la picadora de carne que llevo dentro. Pero ya dejando de lado eso que suena de fondo, On your mark es todo lo que se puede esperar del Miyazaki de la época comprimido en 6 minutos.

Ciencia ficción, realidad post-apocalíptica, vestigios de ecologismo, fuerte compromiso ético… sí, huele un poquillo a Nausicaä (1984), pero no es un autoplagio. Miyazaki jamás cae tan bajo porque no le hace falta, en su cabecita siempre ha tenido material a rebosar hasta para hacer de una canción hortera (aunque al sensei le guste) una pequeña gema visual. Evidentemente, esa bosta de tema musical no se encuentra a la altura del trabajo de Miyazaki; pero tampoco On your mark resulta especialmente relevante en la trayectoria del japonés. Es una curiosidad bien ejecutada, hermosa; que gustará a los fans, pero que tampoco los sorprenderá demasiado. Eso sí, tiene una peculiaridad interesante y es la estructura no lineal de la narración. Con desenlaces que se autocorrigen, superponen o, quién sabe, quizá son paralelos.

5

Shashinkan

寫眞館

(2013)

ESTOY ENAMORADA DE ESTE CORTO.

Así, en mayúsculas, declaro mi amor incondicional y eterno a Shashinkan. Lo quiero, lo quiero físicamente conmigo in saecula saeculorum, pero de momento me va a resultar difícil. LLORO MUCHO. Detrás de esta maravilla se encuentra Takashi Nakamura. Efectivamente, el de Akira (1988).

El corto nos lleva, a través de los ojos de un fotográfo bonachón (Hinomaru), a la historia temprana del s. XX de Japón: últimos coletazos del Meiji, Taishô y, finalmente, la era Shôwa. Es la vida además de una familia a lo largo del tiempo, enfocada con sutileza y cariño. También hay amargura… y sonrisas. También falta de ellas. Y lirios, hermosos lirios. Es una historia muy sencillita y conmovedora (no hay diálogos siquiera, no hacen falta) pero sin caer en el sentimentalismo. Presenciamos la I Guerra Mundial, El gran terremoto de Kantô, la II Guerra Mundial, los bombardeos… todo queda delicadamente estampado a través de un arte espectacular. Cada detalle, cada maldito detalle está plasmado con enorme belleza. Y ese piano… ay. La evolución del propio Tokio con sus rickshaws, más tarde sus tranvías, luego los trenes… los edificios y construcciones, sus habitantes… Es una verdadera delicia. Nakamura, con su sensibilidad a flor de piel y minuciosidad, se ha ganado el cielo con este Shashinkan. Es de las cosas más bonitas que he visto en años. Haceos un favor y comprobadlo vosotros mismos.

4

The Old man and the Sea

(1999)

Con este corto estoy haciendo un poco de trampa… pero solo un poco. Es una producción rusa, canadiense y japonesa que fue dirigida por Aleksandr Petrov. Como hay 1/3 de Japón en sus tintas, la he incluido porque, además, es una obra preciosa. Se trata de una adaptación de la novela El viejo y el mar (1951) de Ernest Hemingway y la técnica artística utilizada es realmente excepcional y muy poco contemplada en la animación: pintura sobre cristal. Considerada bastante laboriosa, requiere mucha pericia y dedicación aunque el resultado final es extraordinario.

Como la obra literaria, The Old man and the Sea cuenta la historia de un viejo pescador que, tras casi tres meses sin capturar nada y a punto de perder a su joven aprendiz, vuelve a echarse a la mar en su pequeña barca. Mientras espera pacientemente, un enorme pez espada pica uno de sus cebos… pero no todo va a resultar tan fácil. La lucha continua del hombre contra la naturaleza y su derrota ante su colosal autoridad, es uno de los motivos de este cortometraje; pero hay muchos más y no menos importantes. The Old man and the Sea es una obra verdaderamente singular, única, y consiguió multitud de galardones en su momento, entre ellos un Oscar. Y no me sonroja admitir que yo no era muy fan de este libro, pero el corto de Petrov logró reconciliarme con él. Casi.

3

Dôjôji

道成寺

 (1976)

Kihachirô Kawamoto para mí es un puto genio. Los que no hayáis oído hablar de él, estáis perdiendo un tiempo muy valioso de vuestras vidas si no meneáis el culo inmediatamente para averiguar más sobre su persona. Me parece asombroso que este caballero, todo un portento, siga siendo un desconocido para una gran mayoría. Quizá se deba a que la disciplina que utiliza como recurso, el bunraku o teatro de marionetas, no ha calado tanto en Occidente. Pero seamos justos: Kawamoto en realidad sigue la estela de su maestro Tad Mochinaga (1919-1999) en el stop motion; lo suyo no es el bunraku, es la traslación del bunraku al mundo audiovisual. Y gracias a su talento y afán, ahora podemos disfrutar de maravillas como este Dôjôji.

Encajado en el periodo Heian (794-1185), este corto adapta una antigua leyenda del folclore budista japonés a través de su encarnación en el. La narración empieza con el monje Anchin y su mentor, en peregrinación hacia Kumano, tomando alojamiento en la casa de una joven viuda llamada Kiyohime. Esta se encapricha fuertemente de Anchin y, a la noche, se introduce en su aposento para intentar seducirlo. El monje se resiste a pesar de los ruegos de la mujer, y la calma haciéndole la promesa de que se casará con ella. Pero solo se trata de una estratagema: cuando Kiyohime descubre que los dos hombres han huido, enloquece de furor y despecho. No voy a contaros mucho más, salvo que Anchin, desesperado, pide refugio en el templo Dôjôji y Kiyohime, a causa de su obsesión, se ha convertido en una gigantesca serpiente y lo persigue sin tregua. Es muy habitual en el budismo hallar monstruos que, en realidad, son personas dominadas por intensas pasiones; son esas pasiones las que los convierten en demonios. Y en esta historia, además, Kiyohime representa un motivo muy frecuente del imaginario colectivo: la tentación. Ella representa los obstáculos con los que tiene que lidiar Anchin en su senda espiritual.

Me he demorado un poco explicando por encima el argumento porque esta obra carece de diálogos y va dirigida a personas que ya tienen nociones de la leyenda. Es importante conocer algo de ella ya que así se pueden comprender mejor ciertas reacciones y la conclusión de la misma. Dôjôji es un prodigio de la animación y el stop motion. El diseño de las marionetas, sus ropajes, rostros y movimientos tan concienzudamente elaborados por Kawamoto; las esmeradas ambientaciones y la excelente unión entre 2D y figuras, con el transcurrir de las décadas, no han dejado de impresionar. Resumiendo: una japonesada de qualité que todos deberíamos ver.

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Airy Me

(2013)

Aunque no os lo creáis, este vídeo musical del grupo japonés Cuushe fue el proyecto de fin de carrera de una jovencita anónima llamada Yoko Kuno. Como fan de Mayuko Hitotsuyanagi (el cerebro de Cuushe), el art concept de su disco Butterfly Case (2013) captó inmediatamente mi atención… y cuando me topé con este vídeo ya me quedé pasmada. ¿Quién se escondía tras todo esto? Ah, menudo descubrimiento.

La perfecta sincronización audiovisual asusta. Ese firmamento hipnótico musical, que se extiende con obstinado ritmo mecánico casi dislocado, fue aprehendido matemáticamente por Yoko Kuno, creando una fantasmagoría de increíble simplicidad y violencia. Mediante el aliento clásico de Osamu Tezuka, esta jovencita es la responsable de una arquitectura aérea que fascina por su desbordante intensidad y dinamismo. El resultado es límpido, de una ferocidad delicada; como la propia historia que cuenta sobre científicos locos y experimentos humanos. Desde luego Kuno-san es una joven a la que no perder de vista.

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Jumping

ジャンピング

(1984)

Este corto de Osamu Tezuka es genial y tiene una pizca de mala leche muy divertida. El dios del manga también tuvo su vertiente más experimental como bien sabréis, e hizo varios cortometrajes a lo largo de su vida que así lo demuestran. Este Jumping pertenece a la que sería una «segunda hornada», donde había alcanzado ya una madurez.

Jumping, con un único plano subjetivo de base y sin apoyo musical, nos cuenta cómo un niño o una niña, caminando por el que parece su barrio, comienza a saltar y a saltar y a saltar cada vez más alto… avanzando y llegando a lugares de lo más remoto. Hulk style. Podríamos decir que es una especie de alegoría de los saltos que da la humanidad en su progreso; y en su viaje por el mundo, el o la protagonista se topa con todo lo que ha logrado, tanto bueno como malo. Visita selvas, ciudades, océanos, zonas de guerra… y  a sus habitantes. Todo desde la visión imparcial de un niño.

Siendo del año 1984, comprenderéis que no haya uso de CGI ni nada que se le parezca; y aun así es un corto innovador, enérgico y con un dominio de las perspectivas soberbio. El vídeo que he linkeado no tiene una calidad demasiado buena, he sido incapaz de encontrar otro mejor (que me permitiera incrustarlo); pero aquí tenéis un enlace donde lo podréis ver en una resolución más decente.

Y esto ha sido todo por hoy. Me ha salido una entradilla un poco random aunque seguro algo de provecho sacaréis. Creo. Buenos días, buenas tardes, buenas noches.