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Manga vs. Anime: Hacia la Tierra

Ya no sé ni cómo mitigar la impaciencia por tener en mis manos 11-nin Iru!. El 19 de septiembre queda todavía tan lejos… Gracias, Tomodomo, por haber puesto al fin una fecha a mi espera. De momento encuentro consuelo en otros mangas del género y misma época, como el protagonista de la presente entrada. Este Manga vs. Anime está dedicado a una de las obras más importantes de su autora; y también es el ejemplo de cómo creadoras pudieron, a pesar del prejuicio y la entonces corriente mayoritaria en el sector, escribir y dibujar historias que lograron redefinir por completo la esencia y forma del shôjo.

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«Terra e…» de Keiko Takemiya

Estas creadoras fueron, entre otras, Môto Hagio, Ryôko Yamagishi, Yumiko Ôshima, Riyoko Ikeda o la que hoy nos atañe, Keiko Takemiya. Todas conformaron el que se denominó Hana no 24 nen gumi o Grupo Floreciente del 24, y enriquecieron el mundo del manga con perspectivas innovadoras, engendrando nuevos géneros como el shônen-ai. Hasta entonces habían sido principalmente autores masculinos los que desarrollaron la demografía shôjo, recurriendo casi siempre a la clásica historia romanticona de chica de vida azarosa que sufre mal de amores.

Pero no me olvido del trabajo de mangakas previas, como las esenciales Toshiko Ueda o Hideko Mizuno. El Grupo del 24 recogió el legado de estas pioneras que modelaron el género, para revolucionar el panorama a fondo. Junto al que se llamó Grupo post-24 y la labor de autoras como Shio Saitô, Kyôko Okazaki e incluso Rumiko Takahashi, es que podemos disfrutar del manga comercial tal como lo conocemos ahora. Su contribución fue fundamental, porque estas creadoras no se limitaron a transformar el shôjo y shônen introduciendo temáticas hasta entonces impensables, sino que se adentraron en los paisajes estelares de la ciencia ficción, hurgaron en conceptos filosóficos complejos, escribieron historias intrincadas de gran calado o innovaron en la disposición y estructura de las viñetas para intensificar la emotividad. Fue un tsunami tanto formal como intelectual.

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Esta SEÑORA es Keiko Takemiya

Keiko Takemiya vivió durante un par de años en la misma casa que Môto Hagio, en Ôizumi, Nerima (Tokio). Por ahí también empezaron a pasarse otros artistas, creando lo que más tarde se denominaría Ôizumigakuen: un lugar de encuentro, intercambio y aprendizaje. Allí ambas descubrieron publicaciones como Barazoku y leyeron obras como Le ville dont le prince est un enfant (1951) o Les amitiés particulières (1943), que les abrieron las puertas a un universo oculto, el de la homosexualidad masculina. No dudaron en inspirarse en el material que les ofrecía ese nuevo mundo para crear algo completamente transgresor: el shônen-aiyaoi. No es difícil encontrar los ecos de Les amitiés particulières en Thomas no Shinzô (1974) de Hagio y, sobre todo, en Kaze to Ki no Uta (1976-1984) de Takemiya. No soy especialmente fan de esos géneros, de hecho la sobredosis de idealización romántica que suele acompañar sus historias me aburre, pero en sus inicios el asunto era bastante diferente. Fue un reducto donde acudieron autores con poco miedo a la experimentación, y esa tendencia todavía persiste en cierta forma. Ahí tenemos a Asumiko Nakamura, por ejemplo. Pero regresando a la casa de Ôizumi, también ambas leyeron a Robert E. Heinlein o Alfred Elton van Vogt, por lo que era completamente lógico que apareciera una obra como la que vamos a tratar hoy: Terra e… o Hacia la Tierra.

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¿Dónde está el emblema de la Flota Estelar que falta en el uniforme? ¡A ver qué pasa aquí!

En 1976, año en el que empezó a publicarse Terra e… hasta su finalización en 1980, las space opera estaban plenamente aceptadas y a puntito de lograr su clímax a nivel popular. Lejos quedaban los años en los que se consideraban un subproducto marginal de la ciencia ficción, pasto de publicaciones pulp de escasa calidad. Es indiscutible la importancia de Isaac Asimov o Ray Bradbury en su desarrollo, pero fue a finales de los 60 y a lo largo de los 70, que este género despegó como un cohete, reconstruyéndose a sí mismo. Y a esa reconstrucción, que abrazó diferentes disciplinas, contribuyeron obras como las míticas series de televisión Star Trek (1966-1969), Battlestar Galactica (1978-1980) o la archiconocida saga cinematográfica de Star Wars (1977-). Keiko Takemiya también aportó su granito de pólvora a esa enorme explosión sideral, y lo hizo en el mundo del tebeo con Hacia la Tierra.

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Terra e… está constituido por 28 capítulos distribuidos originalmente en 5 tankôbon, que en la edición americana redujeron a 3. En 1978 triunfó en la recién creada categoría de mejor cómic en los galardones más importantes dedicados a la ciencia ficción de Japón: los premios Seiun. Môto Hagio ganaría 3 veces en ellos también a los pocos años. En 1980, Hacia la Tierra recibió el Shogakukan al mejor shônen… y otra obra de Takemiya, Kaze to Ki no Uta, al mejor shôjo. Un doblete que Môto Hagio había logrado también en 1976 con Poe no Ichizoku y 11-nin Iru!. Por supuesto, no fue un fenómeno aislado el de Hacia la Tierra. Como decíamos, el space opera estaba en plena ebullición, y en el mundo del manganime su impacto fue notable. Además de Hagio y Takemiya, es obligatorio mencionar al rey del género Leiji Matsumoto, cuyos clásicos han gozado de mucha fama en Occidente (Space Battleship Yamato, Capitán Harlock, etc).

El éxito de Terra e… era incuestionable, así que Toei produjo la película animada que se estrenó en 1980. Su director, Hideo Onchi, no me suena absolutamente de nada, pero otros miembros del equipo que sacaron adelante el proyecto me resultan más familiares, como Masami Suda y, muchísimo más, Yoshinori Kanada (1952-2009). Kanada poseyó una larga y experimentada carrera como animador primario; trabajó en otras películas similares, creaciones de Leiji Matsumoto, como Ginga Tetsudô 999 (1979) o Queen Millennia (1982); aunque sus colaboraciones más destacadas fueron en Nausicaä del Valle del Viento (1984), Mononoke hime (1997) y Metropolis (2001). Hacia la Tierra no pudo presumir de un staff espectacular, pero sí muy eficiente. Tuvo la responsabilidad de adaptar una obra compleja y profunda. ¿Lo logró? Sí y no. Como sucede muchas veces en la vida.

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Este es Jomy Marquis Shin y, entre tú y yo, al principio es un poquitín idiota.

Takemiya-sensei nos introduce en un futuro lejano donde el ser humano ya no vive en la Tierra, sino en Ataraxia. Nuestro mundo fue devastado por la acción del hombre y, este, para procurar su regeneración, decidió abandonarlo y dirigirse hacia las estrellas. Pero la nostalgia del hogar pervive, y la humanidad desea regresar a él, esta vez para no tener que irse. Aunque, ¿son todos dignos de volver? La sociedad que aparece en Terra e… está completamente tecnificada, tanto que las personas se engendran de manera artificial. La humanidad ha olvidado su propia humanidad. Controlada por la superinteligencia artificial SD, que examina, verifica y domina cada estadio de la vida humana, esta sociedad venera el orden, la obediencia y la preservación del statu quo; pero prohíbe totalmente las nociones de libre pensamiento, espontaneidad o evolución. Esta última palabra es clave, pues SD excluye y aísla una variación humana que ha ido surgiendo, una mutación dotada de capacidades parapsicológicas como la telepatía, telekinesis, videncia, etc. que también van acompañadas de algún tipo de discapacidad física. Son los llamados Mu, y en cuanto se detectan, apartados de la sociedad y sujetos a experimentación médica. Pero muchos han conseguido escapar, y conviven ocultos para rescatar a más de los suyos y, finalmente, dirigirse a un planeta que habitar sin ser perseguidos o molestados. Su objetivo, en realidad, es retornar a la añorada morada ancestral: la Tierra.

Los Mu están liderados por Blue Soldier, un gran telépata que lleva mucho tiempo esperando la llegada de un nuevo mutante más fuerte, más poderoso, que pueda liderarlos hasta su nuevo hogar, lejos de Ataraxia. Y, por fin, se presenta en la figura del adolescente Jomy  Marquis Shin. A pesar de reiterados exámenes y pruebas exhaustivos, Jomy todavía no ha manifestado su mutación y, aunque posee un carácter desenvuelto y rebelde, SD no lo considera un Mu. Pero Blue Soldier sí se ha percatado de su presencia y decide llevarlo hasta él. Para ello, decide aprovechar el «Examen de Madurez» (en realidad un lavado de cerebro) al que es sometida toda la población para acceder a la edad adulta. Tras él, si no son desechados, recibirán una intensa reeducación para ser merecedores de regresar a la Tierra.

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Este sería el resumen, sin entrar en grandes detalles, del primer libro del manga. En él Takemiya, con elegante sencillez, expone las circunstancias en las que vive la gran parte de la humanidad. Es un régimen autoritario, de semi-esclavitud e ignorancia, que SD podría considerar de equilibrio y tranquilidad. El argumento se extiende más, pero muchísimo más. Takemiya no narra un momento extraordinario en la vida de alguien, sino que cuenta la historia de la humanidad en el espacio. Se trata de una perspectiva amplia, que trasciende las existencias de los rostros protagonistas. Una obra ambiciosa, de corte épico y con miles de recovecos.

Los personajes más interesantes son, sin duda, Jomy y Keith, su antagonista. De hecho Keith Anyan es brillante, casi cegador. Su presentación en el segundo libro, como estudiante modelo y futuro miembro de la élite social pero, a la vez, consciente del enorme abismo que lo separa de otros compañeros a nivel intelectual y emocional, es premonitoria. Su frustración por saberse distinto, lo conduce  a sentir un profundo vacío existencial. Seki Ray Shiroe, un novato díscolo, será su catalizador, ya que se trata de su completo opuesto. Y, con esa base, el personaje crece, crece y crece. Pero hay más. Takemiya no se centra en un solo bando, ofrece una descripción pormenorizada tanto de los humanos como de los Mu, destacando sus virtudes y defectos. Más equidistante de lo esperado. Y la galería de personajes que va desfilando ante los ojos es abundante; pueden estar más o menos delineados, pueden ser más o menos cliché; pero todos aportan algo al acervo. Es una obra coral donde hasta las voces más insignificantes engrandecen esta polifonía cósmica.

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No hace falta exprimirse mucho la sesera para encontrar, como primera y evidente metáfora, una crítica a la sociedad tradicional japonesa, que premia la sumisión y la entrega total al deber como defensa de la sociedad (wa); y considera una amenaza a la paz y el orden el individualismo, lo diferente. Me viene a la mente el refrán japonés deru kui wa utareru o «el clavo que sobresale recibe un martillazo». Que no se refiere solo a las envidias o críticas que puede suscitar la diferencia; sino a que la propia sociedad, el colectivo, hará lo necesario (un martillazo) por homogeneizarse y mantener la armonía. Afortunadamente, los tiempos en Japón están cambiando en este aspecto y no son ya los años 70.

Hacia la Tierra es una guerra entre dos formas de vida aparentemente incompatibles entre sí, ambas luchan por sobrevivir, ambas se creen legítimas. En realidad es uno de los combates más viejos del mundo, y que se siguen repitiendo casi siempre para mal. Ese ideal de felicidad filosófico epícureo de la ἀταραξία o ataraxia, esa búsqueda de la imperturbabilidad y calma que ha logrado SD, ¿a qué precio se ha conseguido?, ¿es lo que realmente desea la humanidad?, ¿no es sino una corrupción de ese concepto, donde la voluntad individual se elimina, lo que ha construido a gran escala SD? Estas preguntas y muchísimas más, son las que van brotando a lo largo del manga. Podría profundizar y alargarme en otras ideas también esenciales que Takemiya toca, pero sería destriparlo demasiado. Lo adecuado es leer (o ver en el caso de la película) y que cada uno reflexione sacando sus propias conclusiones.

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Para ser un poco equitativos, he ignorado la serie de televisión que fue emitida en 2007 (muy buena, por cierto, y que está injustamente relegada al olvido). ¿Por qué? Porque para esta sección prefiero que suban al cuadrilátero dos obras coetáneas, impregnadas del espíritu de la misma época. Lo considero más justo. Además la serie ya tiene una reseña excelente, realizada por Wanda en su blog Entre sábanas y almohadasy que os invito a que leáis sin falta.

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Se trata de un combate desigual. Por completo. Es debido a que la película adapta, no un arco argumental o dos, sino todo el manga. Tooooodo lo que supone este tebeo en hora y tres cuartos. Eso es compresión, señores, y no el WinRAR. Esta decisión no fue caprichosa, pues en esa época generalmente era el procedimiento habitual. Aun así imagino que tuvo que ser una tarea embarazosa… y difícil. Por ejemplo, la peculiar estructura del manga, que no sigue una linea temporal continua, en la película queda completamente dislocada, resultando un poco bastante adefesio.

Algo que deberíamos preguntarnos es si el manga o la película han envejecido bien. La respuesta es clara, pero con matices. El manga supera con creces la mayoría de los inconvenientes que un lector actual promedio pueda hallar. El arte es armonioso, muy influido por Tezuka, pero con la orientación clara de un shôjo clásico. Diáfano, a veces psicodélico, y con una alta carga emotiva que Takemiya no se corta en expresar mediante trazos más violentos o fuera de viñeta. En su momento debió de considerarse muy original, actualmente lo valoraríamos como recursos de mucho dinamismo sin más. El argumento en ocasiones peca de ingenuo, con algún que otro agujerillo, pero es inteligente y atractivo; sigue enganchando. Salvo los típicos detalles de asignación de roles de género, que ahora chirrían bastante, y alguna poca cosa más, Terra e… es indudablemente un clásico que debería ser reivindicado con más frecuencia. ¿Le sucede lo mismo al film? Veamos.

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Hacia la Tierra, si no se ha leído el manga, resulta una película decente; más del montón que memorable, pero que jamás se me ocurriría despreciar. Es entretenida, posee una animación buena y el arte, aunque discreto, sirve con eficiencia a la historia. El argumento, aunque se percibe amputado, deslumbra por sí solo. Es complicado hacer de una historia así estiércol. Muy complicado. Los problemas brotan, como setas en octubre en un pinar, cuando se ha leído antes el manga. No lo hagáis en ese orden, el film parece en comparación un episodio de dos horas de Wacky Races.

La película en realidad es una curiosidad. Una anécdota. Bien realizada para la época, resume lo más básico del manga y lo presenta con coherencia, hasta de manera más clara que el tebeo, que en ocasiones se torna denso y algo confuso. Incluye también pequeños detalles que humanizan a ciertos personajes, otorgándole al conjunto más calidez. Sin duda, se trata de un buen aperitivo para disfrutar antes del tebeo, aunque por sí mismo transmite una idea sesgada. Terra e… no es un shônen. Tampoco un shôjo. En realidad Terra e… es un algo indefinido que sigue sorprendiendo a pesar de los años que han pasado. Tiene características de ambas demografías, ramalazos que todo el mundo inmediatamente identifica: los personajes arquetípicos, la evolución de la historia. Pero hay detrás tal complejidad, que la película se queda en maqueta al confrontarla.

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La conclusión es meridiana: manga wins. La película es recomendable para aquellos que deseen acercarse a esta obra por fisgonear; y si gusta, el tebeo no defraudará en absoluto, es más, entusiasmará. No es la mejor adaptación del universo, no obstante cumple el cometido a pesar de sus carencias. Tampoco es una pérdida de tiempo. Pero una cosa clara: si la obra en general y su historia atraen mucho y no apetece leer demasiado ¡sacrilegio, malditos vagos!, acudir a la serie de TV del 2007 es la opción más sensata. Pero antes de caer es las garras de la pereza gandulesholgazaneshuevones, por favor, leed el tebeo de Hacia la Tierra. No existe comparación con nada. De verdad de la buena, amiguitos.

Acabo de advertir que esta sección se inauguró con la obra de una de las componentes más famosas del Grupo 24, Riyoko Ikeda. Sí, con La Rosa de Versalles. Creo que para todos aquellos que somos amantes del tebeo japonés, es importante (¡y muy interesante!) husmear de vez en cuando entre los clásicos, pasearse entre los cimientos que sustentan esta afición que tenemos. Es una manera de presentar nuestros respetos e, indudablemente, aprender y disfrutar. Supongo que más adelante caerán más oldies imprescindibles por aquí, aunque no deseo hacer de Manga vs. Anime una sección demasiado mmm… vintage. Jojojo, qué mal ha quedado eso.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

anime, MUAHAHAHA

El misterio del undécimo pasajero

Imagino que ya lo sabréis, pero el trasvase de blogspot a wordpress de El Destino de la Flor de Cerezo y El Blog de una Pauutopía es ya un hecho. Tras la injusta desaparición y posterior renacimiento de la bitácora de Magrat y un par de sustos en El Destino, decidieron curarse en salud y proteger su trabajo en una plataforma más fiable que la de Google. Yo estuve planteándome (e intentando) realizar el camino inverso porque de wordpress hay cosas que no me gustan nada, pero gracias a Luzbel y a dificultades técnicas de lo más absurdas, no lo conseguí. Desde luego, es mejor soportar los cambios arbitrarios de interfaz de wordpress (entre otras cosas) que que te borren de un plumazo, a causa de una discutible política de contenidos, todo el esfuerzo invertido. Que no es poco. Siempre es preferible el mal menor. Por lo que, ¡bienvenidas al maravilloso mundo de wordpress, chicas!

lunaEstoy muy emocionada con la publicación por parte de Tomodomo del manga 11-nin Iru! (1975), en español ¿Quién es el 11º pasajero?, de la grandísima Moto Hagio. Una space opera llena de enigmas y una pizquita de romance. Un shôjo atípico, un clásico imprescindible de la Sci-Fi que todo enfermo por los tebeos debería leer. Prefiero no detenerme demasiado en todo lo que ha supuesto esta señora en el mundo del manga, porque en cuanto tenga en mi poder el volumen y lo lea, haré una reseña completa.

Fue una enorme alegría conocer esta licencia, casi no me lo podía creer porque, si no recuerdo mal, es un manga que no salió de Japón hasta mediados de los años 90, publicado en una recopilación de Viz Media con otros 3 shôjos más. Y fin.

2016, España, Tomodomo: AÑO CERO.

Qué exagerada soy (JOJOJO), el pasado 2014 la editorial Japonica Polinica Fantastica también publicó este manga. Y aquí estamos… esperando… yo comiéndome las uñas de la impaciencia, porque indicaron que saldría en invierno y estamos ya en marzo. ¡Lo quiero de auto-regalo para mi cumpleaños! ¡¡LLOROOOOO!!

Bueno, va, ya se me ha pasado. El consuelo que me he buscado mientras cuento las horas sumida en una insondable y tenebrosa melancolía, es la película animada que, once años más tarde de la publicación del tebeo, vio la luz. Y esta es su reseña.

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¡ahí estamos, coñiiiio ya!

Jûichinin Iru! o They were eleven se realizó en el año 1986 y posee todas las virtudes y defectos de un anime de esa época, encima dedicado a la ciencia-ficción. No estoy justificando las posibles carencias de esta película, sino advertir lo de siempre: no es justo (ni recomendable) juzgar las obras del pasado con la visión del presente. ¿Quiere decir esto que Jûichinin Iru! se ha quedado desfasada? Pues un poco sí, es ingenua en el tratamiento de algunos temas y la pretendida tecnología futurista puede hacernos sonreír. Pero todo eso en realidad no es importante, resulta además totalmente comprensible y, al menos para mí, otorga un aire vintage encantador que lo revaloriza en cierta forma. Esos son los dos únicos grandes «peros» con los que un espectador moderno puede encontrarse; por lo demás, este They were eleven es una auténtica sorpresa. Pero de las buenas.

Uno de los puntos fuertes de este anime es, sin duda, su elaborado argumento, con un desarrollo in crescendo, vueltas de tuerca interesantes y un juego de espejos inteligente que sabe mantener el suspense hasta el final. Deduzco que se lo debe a la historia de Hagio Moto, por lo que si esta película resulta que solo es un reflejo de su manga, se me hace la boca agua pensando en lo que puedo esperar del original. El ritmo en general es muy bueno, aunque en algún momento concreto parezca que haya baches, son solo eso, baches; no interfieren de manera negativa en el conjunto, que es bastante armonioso.

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Pero vayamos al grano: ¿de qué va Jûichinin Iru!? ¿Un shôjo de ciencia ficción? ¿Qué diantres es esto? Pues esto es Moto Hagio, señores, que rompió esquemas e hizo lo que le salió del higo. Y menos mal.

Jûichinin Iru! está ubicado en un futuro lejano, donde distintos sistemas planetarios, tras lógicas luchas y enfrentamientos, acaban aliándose creando una nueva de era de cooperación intergaláctica. La máxima representación de esta coalición es la Academia Galáctica, que reúne todo el conocimiento existente. Ahí acuden aspirantes de todos los rincones de la Federación cada tres años para lograr su ingreso. Solo el 0.1 % de los candidatos lo consigue; tanto las pruebas teóricas como prácticas son muy exigentes, de ahí que sus estudiantes sean una verdadera élite tras graduarse. Uno de los aspirantes es el huérfano Tadatos Lane, que ha superado mediante su esfuerzo e inteligencia los exámenes teóricos. En la última fase es enviado, junto a otros nueve candidatos, a una nave estelar llamada Esperanza para así superar, mediante trabajo en equipo, el examen práctico. Deben permanecer durante 53 días dentro de la astronave sin recibir comunicación ni ayuda alguna del exterior. Solo pueden recurrir a su propio ingenio y espíritu de colaboración. Por supuesto, si cualquier desgracia sucediese o alguien quisiera abandonar, tienen a su disposición un enorme botón rojo que pulsar e inmediatamente serían evacuados. Pero esta elección tiene que ser conjunta; si uno solo se rinde, los nueve restantes también quedarán descalificados.

Hasta ese momento parece un ejercicio duro aunque más o menos asumible, pero existe una variable que lo perturba todo: no están 10 en Esperanza, sino 11. Hay un candidato que no debería estar ahí, un impostor. Pero, ¿quién? Todos lo niegan. Y no solo eso. La astronave guarda secretos, secretos peligrosos que ponen en grave peligro la vida de los nuevos tripulantes. Estos, de manera intuitiva, seleccionan como líder a Mayan Baceska, rey de su planeta, y de carácter autoritario y agresivo. Este siente una antipatía irresistible hacia nuestro protagonista, Tadatos Lane. Junto a Mayan se alinea un noble hipócrita de su mismo planeta, Doricas Soldam IV, por lo que el poder de la nave recae, como quien no quiere la cosa, en la aristocracia. Y nadie se solivianta, curioso. El resto del equipo lo conforman Frolbericheri Frol, de gran belleza y carácter impetuoso; Amazon Carnias, músico con dotes de ingeniero; Vidminer Knume, una especie de Detective Marciano; el bondadoso y honesto Ganigus GagtosDolph Tasta, un tipo miedoso de nariz roja; el siempre sensato y prudente Glenn Groff; el diminuto Toto NiChaco Kacka, un pelirrojo de talante práctico. Con todos estos ingredientes, os podéis hacer una idea de que Jûichinin Iru! es bastante suculento y depara no pocos sobresaltos.

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Los personajes están bastante bien diferenciados y cada uno de ellos representa un arquetipo reconocible. No son de una gran complejidad psicológica y algunos apenas son desarrollados, pero encajan perfectamente en una historia que les va a exigir lo mejor de sí mismos y pondrá a prueba su valía. Reconozco que un par de ellos me resultan un poco más estridentes de lo necesario y con actitudes que pueden ser desde chocantes a ridículas. Su interacción a veces también me parecía algo mecánica y a trompicones; no obstante, imagino que el manga profundizará más en sus personalidades y, aunque al menos en el anime pequen de cierto pintoresquismo kitsch, muy propio de la época por otro lado, resultan muy entrañables sobre todo para los habituales de la ciencia ficción.

Se nota perfectamente que Hagio Moto es fan de Arthur C. Clarke o Star Trek, porque encontramos mucho de ellos en esta película. Pero sorprende, ante todo, la atmósfera opresiva y de leve paranoia que se percibe, muy bien trabajada. La desconfianza en los miembros de la tripulación, sus sobre-reacciones dirigidas por el miedo y la sospecha, etc. No es Alien (1979) ni The Thing (1982), que conste, y tiene mucho de esa inocencia campy de la ciencia ficción de los 60; pero consigue transmitir con eficacia una sensación de urgencia y alerta que no nos permite tomarnos a la ligera lo que ocurre entre las paredes de la nave Esperanza. Aunque Jûichinin Iru! también tiene sus momentos cómicos, ¿eh? Algunos realmente idiotas. Por ejemplo, la batalla campal que tiene lugar en el comedor es apoteósica, con música ochentera a todo trapo para darle más alegría y brío al asunto. Memorable.

hagio2La animación y los diseños en general de Jûichinin Iru! son geniales. Con un detalle y elegancia impresionantes. La muestra perfecta de que en el pasado se hacían películas de una calidad extraordinaria y, esta en concreto, no tiene nada que envidiar a producciones más celebradas o posteriores. Los planos, el movimiento de cámara y la cadencia son sensacionales, muy cinematográficos (apestan a Kubrick). Personalmente, echo de menos este tipo de animación, es mucho más cálida, orgánica; quizá no tan perfeccionada como la contemporánea, que puede acceder a recursos más sofisticados y pulir su resultado final hasta alcanzar extremos brillantemente plasticosos. Pero, ni muchísimo menos, Jûichinin Iru! es peor. Seguramente esta impresión tan particular mía se deba a que soy, en el fondo de mi corazón, una analog girl; y el mundo digital, aunque lo aprecie, disfrute y abuse de él a tope, se me hace poco acogedor.

¿Recomiendo Jûichinin Iru! ? Desde luego, y no solo para los amantes del género. No comprendo cómo ha pasado tan desapercibido, cuando es un anime muy digno. Está arropado por una excelente historia y unos apartados técnicos y artísticos más que notables. No se puede pedir más y creo que es el aperitivo perfecto para un manga que promete muchísimo.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

manga, MUAHAHAHA

¡Miau! – exclamó Junji Itô

Junji Itô es uno de los mangakas más interesantes del panorama actual de terror. Escribí una reseña , hace miles de años ya, sobre su comeback al género después de un hiato de 8 años durante el cual se dedicó, una temporadita, a dibujar mininos. Y es de esos mininos de los que voy a hablar hoy.

Tomodomo tuvo a bien publicar esta obra en España (¡mil gracias!) en una bonita y completa edición de tomo único. Itô Junji no Neko Nikki: Yon & Mû o, traducido al español, El diario gatuno de Junji Itô: Yon y Mû. Incluye fotos de los bichitos, preguntas de los lectores y un epílogo bastante gracioso. Por supuesto, me hice con ella en cuanto pude. Lo malo es que, entre una cosa y otra, he dejado la reseña de este manga en barbecho demasiado tiempo para lo que era en principio mi intención. Desde noviembre y a medio escribir (como tantas otras entradas). No podía ser esto ya.

Mi móvil-patata hace fotos patateras, pero esta es Isis indignada por apoyarle el manga en la panza
Mi móvilpatata hace fotos patateras, pero ahí tenéis a Isis, toda indignada, por apoyarle este manga en la panza. GATA MALA.

Qué raro que Junji Itô se decidiera a publicar un manga orientado a la comedia, ¿verdad? Pues no, no es raro. El que conozca un poco a Itô sabe muy bien que el humor suele estar presente en sus mangas ya que, siendo todavía amateur, dibujaba también comedia. No son géneros incompatibles. De hecho, cuando se unen dosificados adecuadamente, surgen obras gloriosas. Aunque esto no implica que la combinación esté libre, ni mucho menos, de derivar hacia algo bastante indeseable: el ridículo. Una relación algo peligrosa esta la del terror y la comedia. Pero, ¿qué tenemos aquí? Pues una comedia que utiliza los recursos del terror. Los recursos y tics propios de Itô, lógicamente. Una lectura ligera y sin pretensiones, cuyo mero objetivo es divertir al lector. Punto. En mi caso lo consiguió de largo.

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Este Diario gatuno es una especie de autobiografía, en tono de parodia, estructurado en episodios individuales. Nos cuenta los avatares cotidianos a los que se enfrenta cualquier persona que comparta su vida con estos pequeños felinos; y está repleto de anécdotas muy simpáticas (y asquerosas también, es lo que tiene). El enfoque es el de una dog person (el mismo Itô) que, además de los consabidos escrúpulos, tiene cierto miedo a los gatos. Y de ahí partimos: Itô es un maestro del terror que no se corta un pelo en aplicar su pericia en esas lides para presentarnos a dos bonitos mininos de comportamiento y naturaleza inquietantes… como mínimo.

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Sus dos compañeros felinos, y protagonistas absolutos del manga, son Yon y Mû. Yon es un gato algo malcriado y de actitud dominante, el favorito de su esposa A-ko. De manera subrepticia lo ha colado en su recién estrenado hogar común. En él Itô vuelca gran parte de sus recelos y delirios alucinógenos: en su lomo cree percibir una calavera, en algún momento lo confunde con una babosa gigante deslizándose por un oscuro pasillo, etc, etc, etc. Es un gato maldito. Mû llega a la casa poco después, y es de carácter mucho más apacible… aunque en el instante menos esperado muerda como un tigre. Piquimiau.

Itô va encariñándose con los dos peludetes, llegando incluso a quererlos con locura, y se acostumbra a sus misteriosos hábitos y repentinos cambios de humor. Busca su amor y aceptación de forma activa, aunque con resultados… variopintos. Hay momentos verdaderamente hilarantes (la caca-vómito es magistral) que tanto los amantes de los gatos como los que no lo son, disfrutarán seguro. Este Diario gatuno no está dirigido solo a los fans de estos animalitos, pero los que convivimos con ellos, no puedo negarlo, apreciaremos más. Las típicas actitudes y acciones gatunas están tan bien detalladas en el tebeo que la complicidad surge de manera natural.

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También me ha encantado como se ríe de sí mismo Itô. Se retrata como una especie de víctima paranoica, impotente frente al caos felino que se desata a su alrededor. Nadie parece estar en su sano juicio, su maquiavélica prometida tiene hasta ojos de zombie (jojojo) y la familia de esta parece a ratos una cuadrilla de dementes que no paran de reír. En esa atmósfera insana, donde el pobre de Itô no sabe si ha perdido la razón también (sí, lo ha hecho MUAHAHA) se desarrolla este manga. Pero todo a baja intensidad, recordemos que es una comedia, no Gyo, y su objetivo es hacernos sonreír. Es una excelente caricatura, además, de su propio estilo.

El arte del mangaka es el mismo al que nos tiene acostumbrados, detallado y preciso; con esos arranques impactantes de enajenación y deformidades varias. No decepciona. Tampoco creo que vaya a defraudar al lector habitual de Itô, a pesar de que no se trate de una obra de terror. A mí personalmente me ha resultado muy interesante este registro del autor. Se le nota cómodo y ha sabido gestionar muy bien sus recursos para crear un manga ameno y original. A pesar de que hay historias más atinadas que otras, todas tienen su cosilla; y en conjunto es un buen cómic.

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Hazle el chupchup, Yon, que está sufriendo

¿Lo recomiendo? ¡Pues claro! Este Diario Gatuno no va a cambiar el rumbo de la galaxia, desde luego, y aunque es más bien una curiosidad en la lista de las obras de Itô, no me importaría para nada leer un tebeo suyo del mismo tipo otra vez… si se animara a hacerlo. Yo no cerraría esa puerta.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

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Lecturas on fire!

No, no me estoy olvidando del anime a pesar de que esté destinando varias entradas seguidas al manga. Pero tengo que admitir que la lectura es una de mis actividades predilectas… por lo tanto siempre abundarán un poco más por estos lares que las entradas dedicadas a la animación. Un poquito solo.

Tengo ya burbujeando dentro del cráneo mi resumen de las series de esta temporada, que me vendrá muy bien volcarlo porque, aunque ha sido una estación algo raquítica, para mí no ha sido tranquila. Como pronosticaba, he abandonado series, a mi pesar en algunos casos; y comenzado de improviso otras a las órdenes de, como siempre, impulsos absurdos. Pero de todo ello ya hablaré en el próximo post.

Como este es un blog joven todavía, no había aún escrito sobre los mangas que mi magra economía me proporciona en lo que se refiere a novedades editoriales. Me he quedado con ganas de adquirir más, pero existen necesidades que son prioritarias sobre otras. Vamos, que comer y pagar el alquiler, por poner un par de ejemplos, van por delante. C’est la vie. Así que he tenido que discriminar.

Todos estos tebeos, menos uno, los he leído ya previamente por scanlations; pero como me gustaron tanto, quería tenerlos físicamente conmigo. No hay nada comparable a sostener en las manos un volumen, deslizar las páginas entre los dedos, disfrutar del aroma de la tinta y la celulosa, el aval de una traducción fidedigna y cuidada (aunque esto último no siempre suceda así)… en fin, que la experiencia no es la misma ni por asomo a leer de una pantalla y, cuando existe la posibilidad, procuro aprovecharla. Sobre todo teniendo en cuenta además que una buena cantidad de los mangas que me entusiasman ni siquiera se licencian fuera de Japón (algunos ni se terminan de traducir por internet, véanse mis amores frustados) así que, cuando ese milagro sucede, me lanzo cual chacal con hidrofobia sobre ellos (contando antes bien los leuros, paaayo).

Utsubora

ウツボラ

2008-2012

Asumiko Nakamura no es una desconocida en esta bitácora y, como en otra ocasión comenté, la conocí sobre todo por obras de orientación BL. Pero Utsubora no es yaoi, es una historia que me recuerda, en cierta manera, a la novela negra. No he tenido la oportunidad de leerla antes, para mí es completa novedad, sin embargo el argumento me atrajo inmediatamente. Por descontado, todo lo que tenga que ver con esta mujer siempre es interesante.

He de decir que la edición de Milky Way es preciosa, sobre todo por el acabado aterciopelado de la cubierta, que evoca perfectamente la sensualidad grácil que planea por todo el manga. Bueno, por todo el manga no lo sé, van a ser 2 tomos en total y de momento solo hay publicado uno… a la espera estoy.

utsubora

El guión es oscuro, y parte del suicidio inexplicable de una joven vinculada a un famoso escritor, que se encuentra en su cúspide creativa gracias a la novela que está publicando: Utsubora. Todo se acaba de complicar cuando hace acto de presencia la aparente hermana gemela de la fallecida, desconcertando a la policía y al escritor. Nada es lo que parece. La trama se va enrareciendo y Asumiko Nakamura introduce otras variables: plagio, asesinato, obsesiones personales. Como buena historia inspirada en el hard-boiled, la protagonista femenina es una auténtica mujer fatal, enigmática, distante, casi fantasmagórica; y los personajes secundarios, muy bien bosquejados, resultan imprescindibles para componer un misterio de aire casi sobrenatural. Este manga explora los límites de la realidad, pone a prueba la elasticidad de la psique humana hasta que se quiebra. Y qué decir del arte… es espléndido, como siempre lo es con esta señora; barroco y, a la vez, de una languidez elegante. A mí personalmente me evoca el Art Nouveau y, sobre todo, al artista inglés Aubrey Beardsley, tanto por el estilo como por la atmósfera fatalista y erótica.

Muy pendiente estoy de la publicación del segundo volumen y conclusión de este tebeo. Espero que no me decepcione.

Ao Haru Ride

アオハライド

2011-2015

Escribir sobre este manga creo que es un poco redundante ya, porque se ha ganado con toda justicia ser considerado un clásico del shoujo actual. Para mí es compra obligatoria y se agradece que Ivrea se decidiera a publicarlo haciendo caso al clamor popular. La edición publicada es más que correcta, con un bonito detalle de brillantina (¡viva el glam! 😛 ) en las letras del título de la cubierta. Lo que no sé es qué pensar de la traducción. Como no lo he leído en el original japonés (mis nociones de este idioma se reducen a balbucear en plan incoherente y pegarme un día completo descifrando un par de líneas) sino en inglés, he notado ciertas diferencias. La versión española es menos rica, da menos detalles que la inglesa pero, como digo, mi japonés es de mongolismo profundo y desconozco qué es lo que ha sucedido. Con toda probabilidad sean manías mías, ya que por lo que me ha tocado (latín, griego, árabe clásico), las labores de traducción me las tomo siempre muy en serio, soy enfermizamente meticulosa, por eso me fijo mucho en general. De todas formas, es un primer volumen solamente el que ha caído en mis manos, a la espera de que me llegue el segundo estoy. Veremos qué va ocurriendo al respecto.

Ao.Haru.Ride1

Dôkyûsei & Sotsugyôsei

同級生 – 卒業生

2006-2009

Tengo muchísimas ganas de ver el anime que está previsto se estrene en los próximos meses sobre estos dos mozuelos. Me sorprendió muchísimo este anuncio y la curiosidad me carcome… porque transportar a animación el estilo de Asumiko Nakamura (sí, de nuevo ella) es un reto de los gordos. Es A-1 Pictures, así que tengo esperanzas fundadas en que lo harán genial (está a la dirección artística Chieko Nakamura) y el trailer tiene una pinta excelente.

Como Jane me sugirió hace ya unas semanas, me he hecho con los dos volúmenes que Tomodomo ha publicado por ahora en España. Falta un tercero, porque en realidad Sotsugyôsei es una secuela de dos tankôbon del inicial tomo único Dôkyûsei. Leí estas historias (y su spin-off Sora to Hara y secuela O.B.) hace ya un tiempo vía scanlations; y que una pequeña editorial española se arriesgara a sacar adelante estas obras me alegró bastante. La edición de estos mangas está siendo puro amor, se nota que en Tomodomo son fans, y fans con criterio. Espero de corazón que con la llegada de la serie animada sus ventas aumenten; están poniendo mucho cariño y esmero en sus «hijos» editoriales. Y si las cosas les van bien, que se atrevan a continuar con Sora to Hara (me encantó, pero es que a mí el sensei siempre me cayó muy bien) y O.B.  YO NO QUIERO HACER PRESIÓN.

Todo es de una simplicidad tierna en esta obra. Un back to basics vibrante y emotivo. La historia es un slice of life que evoluciona con naturalidad: vida escolar y dos adolescentes de personalidades complementarias enamorados. No hay mucho más que decir, porque la autora maneja esos elementos primordiales sin complicaciones. El arte es también sencillo, de líneas puras y con un manierismo muy peculiar. Nakamura es versátil como ella sola, su dibujo en este manga es de una plasticidad bellísima.

En-la-misma-clase-2

Tengo unos vecinos bastante cabrones (me abren el buzón y desperdigan mi correo entre el principal y el entresuelo cuando les da el sirocazo), así que llevo unos días con algo de estrés, porque estoy pendiente de la llegada de otros libros, mangas (14-sai no Koi, el segundo de Aoha Ride…) e historias varias para la guitarra. Antes ponía la dirección de mi madre, pero es un engorro porque PASO olímpicamente de tener que moverme tropecientos kilómetros para buscar mis putos pedidos. A los chicos de artes gráficas del tercero también los llevan por la calle de la amargura; yo creo que es la australiana del primero, que está como unas putas maracas y es una alparcera de cuidado. Para mi cumpleaños espero poder tener ya en mi poder Shigatsu wa Kimi no Uso y el segundo de Utsubora (no sé si es mucho pedir) pero en fin, que no os voy a contar mi vida.

Buenas noches.