Antes de dar paso a la siguiente Petición Estival, como estoy un poco liadilla engrasando la maquinaria del nuevo curso (¡bien!) y sacando lustre a proyectos musicales venideros, prefiero cerrar este mes de agosto con un último coletazo veraniego. Septiembre, aunque continúa siendo en su mayor parte estío, ya se percibe de otra manera. Van quedando atrás los días de luz, para abrazar al futuro equinoccio y el triunfo paulatino de la noche. Este calambre rezagado de sol y calor es, de nuevo, un manga; y también es uno de los tebeos más chulos que podéis leer estas semanas si no andáis muy atareados.
Bokura no Funka Matsuri (2012) consta de 16 capítulos y fue publicado por Shôgakukan. Su creador es uno de los mangaka más interesantes del panorama actual, ¡sangre nueva!, quizá no demasiado conocido todavía en Occidente, pero que se está abriendo paso. El talento de Keigo Shinzô es indudable, y si tuviera que colocarlo junto a otros autores de su misma onda, estos serían Taiyô Matsumoto o Ken Niimura. Publicó su primer manga en el tercer año de universidad, y a partir de ahí ha ido sacando cosillas en Monthly Big Comic Spirits. Cosillas. De entre esas cosillas, que han tenido hasta adaptaciones al cine (Moriyama-chû kyôshûjo, 2016), rezo todos los días muy fuerte a Luzbel, Ninurta y Azathoth para que alguna editorial en español se digne a publicar Tokyo Alien Brothers (2015-2017), al que le tengo unas ganas feroces. Lézard Noir ya lo ha sacado en Francia así que… ¿por qué aquí no? ¿Quizá porque todavía resultamos ser un poquillo gañanes respecto al mundo del cómic? Algo de eso hay (no merece la pena negarlo). En realidad, le tengo mucha hambre a todas las obras que lleva editadas de momento, que no son tampoco muchas, pero que, descontando el tebeo de hoy, no se pueden todavía conseguir en la lengua de Cervantes o de Shakespeare. Y son los dos idiomas que más se hablan en el planeta junto al mandarín, no es por nada.
Regresando a nuestro protagonista de hoy, Bokura no Funka Matsuri, destacar que se llevó en 2012 un rutilante New Face Award (y quedó finalista en el Taishô de 2013). No me extraña. Desconfío de manera natural de los galardones y demás zarandajas, sin embargo en este caso en particular, y desde mi perspectiva personal, está muy bien otorgado. Me gustaría que Keigo Shinzô tuviera más reconocimiento por estos lares, pero nunca es tarde para ello; y desde esta minúscula bitácora, aporto mi granito de arena para difundir un poco más las excelencias de su talento. He dicho.
Kanematsu es una apacible villa donde todo transcurre con esa impasible monotonía tan propia del entorno rural. Pero su vigilante eterno, el volcán que se encuentra en las cercanías, decide un día entrar en erupción y ponerlo todo patas arriba. La vida de sus habitantes ya no será la misma, al igual que el mismo Kanematsu. Y estos profundos cambios, los veremos a través de los ojos de sus dos personajes principales, Toyama y Sakurajima. Este par de adolescentes tienen muy pocas cosas en común; mientras Toyama es estoico y de ideas brillantes, Sakurajima es una explosión de energía algo insensata. Toyama es admirado por sus compañeros, aunque a él le dé completamente igual; Sakurajima es ignorado por casi todo el mundo y ansía más popularidad (y una novia). Ambos tienen una visión completamente opuesta de lo que ha ocurrido tras la erupción del volcán; Toyama añora el pasado y le irrita el nuevo rostro de Kanematsu, Sakurajima abraza con entusiasmo la transformación y quiere disfrutar de sus nuevas oportunidades. Estas diferencias no les impiden ser amigos.
La verdad es que Kanematsu da un giro de 180º, y Toyama sufre en sus propias carnes esa metamorfosis que hizo que en su hogar brotara una fuente termal, destrozando la vivienda. Dos años más tarde, su casa es un próspero negocio regentado por sus padres donde se ofrecen baños y venden todo tipo de mercancías dirigidas a los visitantes. Porque Kanematsu se adaptó a las circunstancias, convirtiéndose en un ajetreado pueblo turístico. Toyama no es feliz con todo esto; Sakurajima, en su inconsciencia, sí.
El antes y el después
Bokura no Funka Matsuri es un tradicional slice of life centrado en las clásicas experiencias de dos muchachotes acneicos. La efervescencia de la pubertad y sus bien conocidos conflictos. Todos hemos leído historias y argumentos similares, así que con este manga no va a haber ningún tipo de sorpresa en ese aspecto. Los vaivenes de la amistad, el primer amor, el descubrimiento de nuevos mundos, las contradicciones de los sentimientos, la búsqueda de uno mismo, etc. Toyama y Sakurajima interpretan muy bien sus papeles de quinceañeros confundidos, dos caras de una misma moneda. Y con unas personalidades muy bien definidas. Sus vivencias confluirán en el «Festival de la Erupción», un evento escolar y universitario que servirá como catalizador. Y hasta ahí puedo contar.
¿Qué podemos esperar de Bokura no Funka Matsuri? Pues unos secundarios peculiares, cierta tendencia a la caricatura irónica y una historia simple pero efectiva. Y esa es una de sus principales virtudes: la sencillez que emana por todas partes. Una sencillez maravillosa e inteligente, que hace disfrutar por su ausencia de pretensiones. Este tebeo es elegante y entrañable a la vez. Muestra cómo mediante la simplicidad se pueden transmitir importantes cuestiones. Inesperadamente. Porque Bokura no Funka Matsuri es una obra ingenua y brillante, sin embargo encuentra su propio camino sin caer en la repetición o aburrir.
Si el argumento tiene ritmo y se encuentra bien estructurado, el dibujo de Shinzô Keigo es algo también a señalar. La influencia de Taiyô Matsumoto es muy evidente, pero eso no impide que posea su propia identidad. El arte es sutil y detallado, a ratos tonteando incluso con el naif, y con una riqueza expresiva audaz. Plasma muy bien la vida cotidiana. Sus trazos, aparentemente desmañados, esconden una gran pericia y sensibilidad. La forma es más propia de comics alternativos, aunque gracias a él y a otros autores, está asomando la cabecita en grandes editoriales, rompiendo un poco con la hegemonía estilística del manga clásico. No lo considero heta-uma, conste en acta, pero no tiene ese pulido de los tebeos japoneses mainstream. Resulta refrescante. Y que declare además de forma tan delicada su amor hacia los gatos ❤ es algo que me conquistó de manera personal. Cuando leáis el manga, sabréis a lo que me refiero. WE LOVE CATS!
¿Recomiendo Bokura no Funka Matsuri? Mucho, sobre todo si no se tienen remilgos a la hora de leer mangas donde el dibujo no sea tan convencional. La historia es buena y se lee con suma facilidad, resulta una obra perfecta para estos últimos días de verano. Y para otras épocas del año también, ¿eh? Porsiaca. Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
En los comentarios de esta entrada, la siempre dinámica Magrat me pedía que hiciera una lista con mis mangas preferidos. La verdad es que, como le sucederá a todo el mundo, me gustan muchos (demasiados) y, como soy persona algo indecisa, no sabría ni por dónde empezar ni qué criterio seguir. Así que, en primer lugar, he decidido elegir mangas que, de una manera u otra, me han marcado personalmente. Esto quiere decir que sí, hay mangas que me gustan más que los escogidos; también los hay mejores. Pero estos son de los que me han impactado más, para bien o para mal. También quiero aclarar que no he seleccionado mangas que me parezcan mierder (esos también pueden marcar de lo lindo). Eso daría para otra lista, el top de mangas mierder que, hace ya un largo tiempo, tengo en mente. Todo llegará, todo llegará.
En segundo lugar, me ha parecido apropiado aprovechar esta sugerencia para hacer un pequeño tag y así permitir la difusión de información entre blogs. Nos conocemos unos a otros mejor y, además, tenemos la posibilidad de descubrir nuevas obras. El tag es simple: escoge 9 mangas finalizados que te hayan marcado. Cuéntanos algo sobre ellos y la razón por la que te impresionaron. Nomina a 3 personas luego para que lo realicen. Fin.
No es obligatorio hacerlo, por supuesto, ni tampoco hay un tiempo límite para confeccionarlo. Pero sería muy interesante leer las selecciones de cada uno de los blogueros y así, quizás, a los colegas que todavía no se han lanzado a la lectura porque prefieren el anime, les pique el gusanillo. Quizá, quién sabe. Por supuesto, os remito a las dos entradas de Magrat, esta y esta, donde recomienda su lista de mangas. Es una selección muy buena donde se encuentran algunos de mis tebeos preferidos también.
Bueno, empecemos.
No será la mejor historieta de Hideshi Hino ni me gustará tanto como Panorama of Hell, pero le tengo mucho cariño a este pequeño manga. Dokumushi Kozô o El niño gusano, me retrotrae a una época de mi vida muy especial y su historia, a pesar de que estamos hablando básicamente de un cuento de horror, conquistó mi tierno kokoro desde la primera página. Seguramente fuese porque, como fan de Kafka que soy, la historia me remitía inevitablemente a su célebre Metamorfosis y con eso me tenía medio engatusada. Y también que las historias sobre misfits o marginados suelen gustarme mucho. Y de eso va el tebeo, de un niño inadaptado y despreciado incluso por su propia familia, que halla su solaz únicamente entre animales, bichos y montañas de basura. Pero todo cambia cuando, a causa de una picadura, sufre una transformación… Y hasta ahí puedo contar. No es un relato para todos los públicos, ya que Hino no es de esos que se reprimen a la hora de dibujar asquerosidades varias de forma explícita, aunque lo haga a través de un dibujo de estilo infantil. Es uno de los reyes del gore japonés. Pero es que, además, con Hino hay que andar con cuidado, porque sus tebeos no son un mero revoltijo de vísceras y bizarradas, tienen un potente mensaje detrás. La crítica social e histórica, a través de un humor negrísimo, también posee espacio en su obra. El niño gusano no es diferente en ese aspecto.
Los fragmentos de las vidas que conforman este manga son como un puzzle que no necesita, ni desea, ser completado, porque sus piezas tienen vida propia. No es precisa una conclusión. Pero es el amor, en sus diferentes encarnaciones, el factor común que las une en cierta forma. Monokuro kinderbook no será la obra mejor acabada de Kan Takahama ni la más popular, aunque sí la que me hizo reflexionar sobre lo que me gustaría poder encontrar en todos los slice of life. Un algo indefinible que mezcla crudeza con ternura, que plasma la gigantesca complejidad de las emociones humanas con sencillez. Y eso es este manga para mí.
La perversión de lo kawaii. Lindas señoritas, lindos gatitos y lindos corazoncitos. También motosierras, robots asesinos, ratas antropófagas, rollo sadomaso y mucha violencia. La primera vez que me enfrenté a Pure Trance me quedé en plan: «A ver, ¿qué cojones acabo de leer?». Y volví a hacerlo, claro. Junko Mizuno no se anda con tonterías: ubicado en un Tokio subterráneo, después de una Tercera Guerra Mundial que asoló la superficie de la tierra, se nos presenta una historia que poblaría, sin lugar a dudas, las pesadillas más brutales de Hello Kitty. El entorno es un hospital dirigido por una psicópata drogadicta, aficionada además a turbios experimentos genéticos, que controla literalmente con látigos y otras armas letales a su personal de enfermeras. A los pacientes ni los considera. A veces me daba la sensación de estar viendo una especie de Powerpuff Girls estilizadas pero, obviamente, con un tono radicalmente distinto y gótico. Muy enfermo. No sé si lo he aclarado, pero Pure Trance es ciencia ficción distópica de lo más feroz, mezclada con terror y gore. Eso sí, muy kawaii. Y salen tetas y culos también. Evidentemente, es un vituperio hacia la sociedad japonesa, utilizando sus propias armas y corrompiéndolas hasta la médula. Ese contraste exagerado entre lo considerado bello, tierno y lo más deleznable e inmoral que uno pueda imaginar, es la burla perfecta; una denuncia social también de lo más insólita. Pero, aún hay más, ¡la historia que cuenta encima Pure Trance es buena!
Fue el primer tebeo serio de Osamu Tezuka que leí y, lógicamente, me dejó K.O. Luego vinieron, poco a poco, otros; y fui aprendiendo los diferentes registros de Manga no Kamisama. La verdad es que no sé ni por dónde empezar con Adolf ni Tsugu, es tan grande en todos los aspectos y toca tantos y tan diferentes temas… uf. Tezuka en Adolf fue, indudablemente, el rey del gekiga; este hombre era un fuera de serie. Y admiro sinceramente su valentía al tratar, con total severidad, la Segunda Guerra Mundial; el alineamiento de Japón con la Alemania nazi, la ingrata posguerra. Resulta muy interesante observar todo desde la óptica, precisamente, japonesa, ya estando ahítos de la aliada. Y así Tezuka nos lanza a un periodo histórico fascinante y convulso a través de los ojos de tres hombres llamados Adolf: Hitler, Kaufmann y Kamil. Kaufmann es de padre alemán y madre japonesa, Kamil de padres alemanes judíos. Ambos se hacen amigos durante la niñez en Kobe, pero sus circunstancias vitales y elecciones personales harán que se separen y lleguen a convertirse en enemigos. Pero hay muchos más personajes y subtramas, la principal girando en torno a la idea del origen judío de Adolf Hitler, con el periodista Sôhei Tôge al acecho. Intrigas, conspiración, asesinatos, crítica social, el horror de la guerra, la influencia creciente del comunismo en Europa… eso y mucho más hay en Adolf no Tsugu. Una historia que se dilata a lo largo de los años, inexorable, y que muestra de forma descarnada la naturaleza humana.
I kill giants o Soy una matagigantes de Joe Kelly y Ken Niimura es uno de esos mangas que siempre tengo a mano. Esté donde esté, vaya donde vaya, casi siempre me acompaña si encuentro hueco suficiente en la maleta. No exagero. Me encanta releerlo, y me ayuda a tener presentes algunas reflexiones. Recordarlas suele evitarme bajones gordos. Esto se debe a la temática de fondo que toca el tebeo, que no voy a contar, pero con la que me sentí muy identificada. Imagino que conforme pase el tiempo, iré necesitando menos su lectura… aunque el dolor nunca desaparecerá. I kill giants, independientemente de mis traumas personales, es un manga estupendo del que hice ya una reseña aquí. La protagonista, Barbara Thorson, es uno de mis personajes favoritos del mundo del cómic. Y la historia de esta chica, una guerrera que combate los gigantes que destruyen la felicidad y vida del mundo, es, sencillamente, soberbia. La mezcla de realidad y fantasía, el arte fascinante de Niimura y ese desenlace filosófico, hacen de I kill giantsuno de esos tebeos que no se olvidan. Sin sentimentalismos, duro pero tierno. Un amor de manga.
Lo que me ha entretenido, y lo que me he reído, con Mai,es algo que siempre agradeceré a la pareja de Rudo Kazuya y Ryoichi Ikegami. Es unshônen típico cuyos 53 capítulos se pasan volando: acción, aventuras, fenómenos paranormales, drama, conspiraciones, artes marciales, algo de comedia, intriga y fanservice candoroso. Eran los 80, señores, mucho más alegres e infinitamente menos conservadores que los tiempos actuales. Y es un manga muy anclado en esa época, aunque totalmente comestible. Cuando vi aparecer a Yoda (sí, el de Star Wars), me brotaron lágrimas de los ojos. DIOS MÍO. Maitiene el espíritu de los tebeos de superhéroes americanos, con un ritmo trepidante y unos arcos argumentales vigorosos. No se corta en asimilar, para regurgitar posteriormente, todo tipo de influencias de la cultura popular. Y le sale bien la jugada, pero que muy bien. Ese dibujo tan maravilloso de Ikegami además es impagable. Leer una obra así de divertida, bien construida y con esa candidez de los clichés de toda la vida, sin tener que preocuparse de nada salvo de dejarse absorber por las peripecias de la protagonista, no tiene precio. Algunas cosas son muy pasadas de vueltas, lo admito, pero la épica generalmente peca de ese defecto. Se lo perdono sin rencores por la espectacularidad.
¡Ah, que se me olvida comentar de qué va! Pues el personaje principal es una adolescente de 14 años, Mai, dotada de una serie de poderes psíquicos heredados de su difunta madre. Ha llevado una vida normal, intentando ocultar sus capacidades, hasta que una organización secreta internacional, que controla a la población con habilidades especiales, decide ir más allá de la mera vigilancia y secuestrarla. ¿Por qué? ¿Quién está detrás de esa organización? Pues eso, junto a otros emocionantes elementos más que van surgiendo, es lo que hay que descubrir leyendo.
A Isis le entusiasma dormir encima de mis libros ❤
Los cuentos de niños diferentes, como ya he señalado en el nº 9 de este listado, me suelen atraer bastante. GoGo Monster de mi amado Taiyô Matsumoto si no es mi favorito de su obra, poco le falta. No fue tampoco lo primero que leí de él, pero sí elque más recuerdos vívidos ha dejado en mi cabeza. Que de eso va este tag.
Los que no hayáis leído todavía nada de él (ver un anime no cuenta), desde mi punto de vista GoGo Monster es material perfecto para introducirse en su estilo, porque no es para nada el acostumbrado. Posee una fuerte impronta occidental, resulta muy particular y, aun así, es un autor muy, pero que muy, japonés. Uno de los creadores más originales que hay pululando en la actualidad sin duda, siempre sorprende; y con una personalidad pronunciadísima, tanto en el arte como en sus historias.
-Conozco a varios niños que perciben ese mundo que no vemos con los ojos.
-¿Son alucinaciones? En resumen, me está diciendo que la intensa imaginación de Tachibana ha enturbiado su conciencia, ¿no?
-No creo que sea eso.
Yuki Tachibana es el protagonista de este manga, un niño raro y poco sociable que está sugestionado con la existencia de unas criaturas invisibles que viven en el cuarto piso, de acceso restringido, de su colegio. Y estas criaturas están siendo amenazadas por la llegada de otras diferentes de talante muy poco amistoso. Pero Tachibana no es el único que percibe este otro mundo, el anciano conserje y jardinero de la escuela junto a dos niños más, son capaces de advertirlo también. Y con esta historia, Matsumoto juega con la noción de realidad, haciéndola elástica y permeable, casi indistinguible de la imaginación y los sueños. Realismo mágico, surrealismo y la veloz etapa de la infancia galopando hasta perderse de vista: marca de la casa.
Sí, más Isis, esta vez arropada con Midori. Lo sé, hago muchas idioteces.
Dicen que las impresiones iniciales son las más duraderas y en mi caso con Suehiro Maruo fue así. Lo primero que cayó en mis manos de este maestro del ero-guro resultó ser este Shôjo Tsubaki, también conocido como simplemente Midori. Lo compré hace milenios casi a ciegas y, a partir de entonces, ya no pude librarme del veneno Maruo. Se convirtió en uno de mis mangakas favoritos. Shôjo Tsubaki me impactó tanto por su belleza como por su depravación. Una perversión absoluta de todo lo que es inocente y noble en el mundo; y no hablo solo de sangre y casquería. Este autor va más allá. Midori es uno de sus tebeos más conocidos y también representativos, con ese delicado arte resplandeciendo entre exquisitas crueldades. Hice una mini-reseña de este manga, junto a otros diferentes, en esta entrada (una de las primeras que escribí) para celebrar el Halloween del 2014, por lo que no me alargaré más.
Akira es uno de esos tebeos que todo el mundo conoce, aunque sea solo por referencias, y que ha servido de trampolín para los lectores de cómic occidental hacia el universo del manga también. Os aseguro que su fama es bien merecida, Akira es el alfa y el omega del manga moderno. A partir de él las cosas ya no fueron igual en el mundo del cómic japonés. Fue completamente revolucionario y, aún actualmente, continúa siendo una obra asombrosa e imprescindible. Un clásico de la historieta. Y no, no basta solo con ver el anime, Akira hay que leerlo. No tengo mucho más que añadir, se ha escrito y hablado de él por activa y por pasiva. Todo lo que pueda decir será ya redundante. A mí me cambió por completo, es el manga que más me ha impactado hasta ahora, y he leído unos cuantos.
Siendo como soy una enferma del terror, pensaba que me saldría un listado más lúgubre, pero creo que es hasta equilibrado. Bueno, más o menos. La mayoría son clasicazos, pero esta no deja de ser una selección muy personal. No son estrictamente recomendaciones. Lo que sí son recomendaciones son los mangas de esta otra lista, que realicé estas navidades pasadas con el mundo del crimen de telón de fondo. Si os interesa el tema, creo que podríais encontrar algún tebeo más que curioso.
Y eso ha sido todo por hoy. Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
Aquí seguimos, con fiebre pertinaz y asfixiándome cada vez que intento hacer algún tipo de esfuerzo, por lo que continuaré disertando aleatoriamente hasta que desfallezca cianótica perdida. Estoy de coña. Este fin de semana tengo tantas obligaciones acumuladas que, aunque sufra una combustión espontánea o acabe escupiendo los pulmones a cachos, tengo que mover el culo. No hay remedio. Ains. Ya moriré el domingo a la tarde, si eso.
Una de mis últimas adquisiciones (de segunda mano, añado) y que me ha dejado, en general, satisfecha, es el manga del que voy a escribir a continuación. Se trata de un volumen recopilatorio que aúna los trabajos de muy diversos creadores. Tanto es así que más o menos la mitad son occidentales (francófonos) y la otra mitad, japoneses. Se trata de Japan as viewed by 17 authors(2006), y fue un proyecto bastante curioso.
El artista Frédéric Boilet, uno de los primeros occidentales que logró cierto prestigio en el mercado del manga en el mismo Japón (todo un pionero), fue el propulsor de esta iniciativa. Pero creo que antes debería ir un poco más atrás en el tiempo y explicar algunas cosillas, como La Nouvelle Manga. El contexto, en este caso, es importante. Sobre todo para conseguir apreciar en plenitud el esfuerzo y trabajo que supuso este tebeo.
La Espinaca de Yukiko es deliciosa. Os la recomiendo.
L’Épinard de Yukiko (2001) de Boilet comenzó algo que todavía no sabemos si ha llegado a algún sitio. Plantó una semilla, asentó una intención. Y plasmó una noción que muchos artistas y lectores teníamos en la cabeza desde hace mucho tiempo: que el cómic, tebeo, manga, novela gráfica o como demonios queráis denominarlo, es en realidad un mismo medio, una misma expresión artística que no debería cerrar sus puertas a ninguna influencia que potencialmente enriquezca su panorama. No es la primera vez, ni será la última, que repita esta idea en Sin Orden ni Concierto (tú ya lo sabes, Khalil). La Nouvelle Manga fue y es el empeño por integrar y reconciliar dos mundos aparentemente ajenos; el de la BD (Bande dessinée) y el de la manga. Occidente con Oriente. Aprovechar las carencias y virtudes de uno y otro, realzar sus similitudes (que son más de las que nos pensamos) para crear algo más fuerte e interesante. ¿Tentador? No ya solo eso: es lógica pura.
Boilet, que junto a Kiyoshi Kusumi parió el término inspirado claramente en la Nouvelle Vague cinematográfica, hizo hincapié en la feminización del término manga. La manga para él no es el manga. La manga es aquel cómic japonés que se centra, para entendernos, en el slice of life; un tebeo dirigido a adultos y alejado de los productos consumidos masivamente por adolescentes, que son los que han invadido prácticamente Occidente (el gran Moebius no tenía una opinión especialmente buena de él, btw). Casi hasta el punto de que se identifica, erróneamente, la superindustria otaku con la totalidad del manga, que engloba muchísimos géneros y demografías. Esta manga, con sus historias de gran sutileza y complejidad psicológica, desprovista de los clichés y sobrecarga dramática del manga superventas, es el complemento perfecto para la BD que, a pesar de su tremenda riqueza visual, se halla(ba) perdida en contenidos sci-fi y fantásticos de guion vacío. El objetivo de Boilet era (¿y es?) una combinación de:
Lograr que el público general occidental se deshaga del prejuicio de que el tebeo japonés es exclusivamente para niños y adolescentes.
Mezclar lo mejor de ambos continentes para ofrecer obras atractivas, capaces de atraer tanto al público casual japonés como europeo. No es necesaria una especialización previa.
Lo de atraer al público nipón, en concreto, lo veo crudo, ya que tanto la industria como los lectores japoneses son muy poco permeables (cada vez menos, no obstante) a la influencia o inclusión de autores extranjeros en su cultura. Pero ese ya sería otro tema. La Nouvelle Manga es transcultural y de espíritu universal (como lo es, en realidad, casi toda expresión artística); muy ambiciosa. Quizá evidencia cierto elitismo por parte de Boilet, pero no deja de poseer su punto de razón.
Y en este marco se halla Japan as viewed by 17 authors. Con la colaboración de la Embajada, el Instituto Francés y algunos centros educativos en Japón, se llevó a cabo un proyecto que culminó en la creación de un álbum recopilatorioheterogéneo de pequeñas historias cotidianas. Algunas íntimas y dulces; otras surrealistas y descaradas. Dependiendo del creador, claro. No todos ellos se adscriben al movimiento de la Nouvelle Manga, pero sí apoyan, a su manera, la filosofía que defiende.
Así que esta aventura comiquera arrancó con esa invitación a 16 autores para que escribieran sobre nuestro amado Cipango. De 10 a 16 páginas como máximo. Los mangakas nipones acudirían a sus lugares de nacimiento; los europeos a otras localizaciones de las islas. De sur a norte, así Japan as viewed by 17 authors atraviesa el país, como una especie de guía turística, pero muy particular.
Sintiéndolo mucho por mis paisanos franceses, en conjunto sus contribuciones son mucho más descoloridas que las de sus colegas japoneses. Se han apalancado demasiado en el rol de turista y sus distintas versiones (unas más estúpidas que otras); por lo que las perspectivas que han ofrecido del país rozan a veces el típicotópico aburrido. Pero hay excepciones, claro. En una obra coral donde confluyen estilos y autores tan diferentes, es complicado que guste todo; aunque hay un mínimo nivel de calidad.
«At the seaside»
Me han gustado especialmente:
At the seaside de Kan Takahama. En las islas Amakusa… nostalgia, el agridulce pesar del amor que se sabe perdido y gatitos. ¿Qué más puedo pedir? Un bonito dibujo. Pues mira, también lo tiene.
Summer Sky de Jirô Taniguchi. Una sencilla y tranquila historia de amor inconclusa, que deja una profunda sensación de melancolía. Tiene lugar en Tottori. Preciosa.
Now I can die! de Aurélia Aurita. Una cuenta atrás personal de su viaje a Japón, comenzando por su destino, la isla de Tokushima, en unos baños termales. Enfocado como experiencia vital. Muy divertido y dinámico, con un sentido del humor fresco y limpio. El dibujo, de corte infantil y a ratos esquemático, me ha encantado por su certera expresividad.
«Now I can Die»
The New Gods de Nicolas de Crécy. Relato ácido y turbio. Una crítica despiadada a todo lo que le rodea, incluido él mismo. El dibujo resalta la atmósfera densa y angustiosa que sufre el protagonista en una Nagoya vulgar y agotadora. Pero tiene su puntito kawaii también.
Kankichi de Taiyô Matsumoto. Tiene lugar en Kanagawa y es mi favorito de todos los que aparecen. Y no porque sea fan a muerte de este señor, que conste, es que es la mejor historia de todas de largo. Mágica y sorprendentemente simple, con ese inconfundible y maravilloso arte de Matsumoto. Una diminuta gema.
«Kankichi»
The sunflower de Little Fish. Elegante como él solo, muy cinematográfico. No tiene diálogos pero es tremendamente elocuente. Uno de mis preferidos. Enérgico y de gran pureza visual. Tiene lugar en Tokio.
The festival of the Bell-horses de Daisuke Igarashi. En la indómita región de Tôhoku, concretamente en Iwate, tiene lugar el festival Chagu Chagu Umakko. En élse rinde homenaje a los caballos, en agradecimiento por su duro trabajo en los campos de arroz. ¿Sueño o realidad? La aventura en la que se ve inmerso el niño de esta historia es, aunque conocida, bastante simpática y reconfortante. Muy Miyazaki, por cierto.
Sapporo Fiction de Étienne Davodeau. Es un alivio leer el consabido paseo turístico, pero desde una perspectiva diferente y mediante una historia entretenida. Mucha ternura en ella, sin babosería y para nada pretenciosa. Genial.
«The festival of the Bell-horses»
Japan as viewed by 17 authorses irregular aunque era de esperar. A pesar de ello, merece un vistazo atento porque esconde sorpresas agradables y la intención además del artífice general, Frédéric Boilet, la respeto y comparto. Me habría gustado leer un viceversa: autores japoneses meditando y escribiendo sobre Francia. Para hacer el intercambio cultural completo, digo. A lo mejor se ha hecho ya, lo desconozco (si sabéis algo, podéis dejarlo en comentarios). No obstante, lo que sí hubo fue una secuela pero centrada en Corea, Korea as Viewed by 12 Creators (2009), que no ha caído todavía en mis manos. Ntsch. Todo llegará, todo llegará.
¿Lo recomiendo? Sin reservas. A todo enfermo de japonofilia le tendría que interesar aprender lo máximo posible sobre el país, y con este tebeo se consigue. Y eso, calidades y gustos aparte, también hay que tenerlo (muy) en cuenta.