La potente fertilidad que fluye por las circunvoluciones cerebrales del señor Yasutaka Tsutsui (Osaka, 1934), como un aluvión de generoso estiércol y agua cristalina, no fecundará a todo el mundo. De hecho, este tortuoso y esquivo caballero nunca se dirigió al gran público. Seguramente tampoco a ti. Y no es que sea un elitista. No van por ahí los tiros. Tsutsui no es difícil de leer, tiene una sintaxis muy clara y directa. Tampoco narra historias complicadas, son eventos que podrían ser cotidianos. Es su enfoque lo que lo hace especial. Y que es a ratos un sádico.

Pero, ¿quién es este escritor? Pues no debería ser un desconocido en el mundo del manganime, pues adaptaciones de obras suyas son Paprika, La chica que saltaba a través del tiempo o Nanase. Es uno de los autores con más renombre en Japón del género sci-fi, aunque en Occidente no se le haya conocido del todo hasta bien entrados los 90s. Su forma de concebir la literatura lo ha acercado desde siempre a otro tipo de disciplinas artísticas. Es su naturaleza, poco dada a los convencionalismos, la que lo convirtió en uno de los padres de la metaficción en su país. Naturaleza en búsqueda continua de crear algo distinto y sorprender al lector… a su especial manera, claro.
Todo lo que ha sido su experiencia vital, lo ha ido introduciendo en sus creaciones de forma concienzuda. Ese afán científico lo absorbió de su padre, que era zoólogo; la tendencia a la bufonada, de sus tempranas actividades en el campo de la interpretación; sus estudios universitarios sobre psicoanálisis y Jung, le sirvieron para fabular mundos y situaciones de lo más chocantes; etc. Por eso también el enorme catálogo de su obra es tan diverso y variado, cada libro es un planeta aparte.

Englobarlo en la ciencia-ficción es quedarse corto. Se viste con sus ropas, qué duda cabe, pero va mucho más allá. Son un mero disfraz y debajo se encuentra todo un universo laberíntico y mordaz que escandaliza como horroriza. Su evidente afinidad con el realismo mágico o la Cultura pop occidental hacen de su estilo algo único, omnidireccional. Sin embargo, una de las características más llamativas de Tsutsui es su comedia, que algunos han clasificado como dotabata kigeki o «de golpe y porrazo». Pero es oprimir con una etiqueta muy reducida lo que hace este señor con el humor. Tiene mucho de astracanada, va directo como un obús, sin sutilezas; pero, a la vez, lo dota de un aire absurdo, de reminiscencias claramente surrealistas, que lo hacen poco proclive a la clasificación. Si a eso le unimos que es enemigo acérrimo de lo políticamente correcto, obtenemos una simpática monstruosidad posmoderna, con una tendencia irresistible por atragantar. Tsutsui desmenuza la realidad, mezcla luego sus pedacitos y construye un nuevo cosmos que refleja, en todo su deformado esplendor, las miserias de nuestro mundo. Con una carcajada.
Y esto no agrada a todo el mundo. En Japón tuvo serios problemas; tantos que dejó de escribir sobre papel un tiempo, dedicándose exclusivamente a sus labores a través de internet.

Le regalé a mi mejor amiga para su cumpleaños, a principios de marzo, el volumen de Paprika (1993) que publicó Atalanta. Han pasado unas cuantas semanas y todavía no me ha comentado nada. Yo sé la razón, por supuesto. La razón es Tsutsui. Tsutsui es un mal bicho. No peligroso, pero de esos que pican. Y pica de lo lindo en el libro que voy a comentar hoy: Hombres salmonela en el planeta porno (2006).
Se trata de un volumen recopilatorio con pequeños cuentos, que es una de las mejores maneras de presentar los respetos al autor. Tsutsui gana muchísimo en las distancias cortas. Y sí, encontraremos sexo en sus páginas; aunque no pornografía como da a entender su título. El nombre puede asustar a los melindrosos, pero no deja de ser la perfecta provocación del que siempre ha sido un espíritu irreverente. Y como toda recopilación, tiene historias mejores que otras.
El volumen original ofrecía 13 relatos distintos, pero la edición de Atalanta incluye solo 6. ¿Qué encontramos en ellos? Pues a un Tsutsui cruel y lúcido, que con total naturalidad (y hasta cierta parsimonia) distorsiona a placer las fronteras de la objetividad. Alucinante. Hay cuentos más cómicos que otros, pero todos son como sosa cáustica, hijos además de la literatura del absurdo. No es difícil, por ejemplo, olisquear a Kafka en «Rumores sobre mí», donde un oficinista ve, repentinamente, cada ínfimo y mediocre detalle de su vida en todos los medios de comunicación del país.
Mis favoritos, no obstante, son «El límite de la felicidad» y «El último fumador». El primero es feroz. Una sátira despiadada del aborregamiento social conducido hasta al final. Es el único de la selección donde la comedia es inexistente, y me recuerda muchísimo a Roland Topor por el poso macabro. «El último fumador» es un ejemplo buenísimo de esa particularidad tsutsuiana (toma palabro jojo) por experimentar con la elasticidad de la realidad y desfigurarla. Mediante un criterio maniqueo, presenta lo irracional y el disparate como lo normalizado, en un entorno creíble y natural. La amplificación de la corrección política hasta alcanzar niveles de puro desvarío. Magnífico.

De temática sexual son «El bonsái Dabadaba» y el que da título a la compilación, «Hombres salmonela en el planeta porno». En ambos el sexo solo es una excusa para mostrar lo rematadamente mongólicos que somos los seres humanos. Y cómo nos regodeamos encima en nuestra estupidez. «El bonsái Dabadaba» además maniobra muy bien entre el mundo onírico y el de la vigilia, hasta confundirlos y formar una realidad completamente nueva. «Hombres salmonela en el planeta porno» es el cuento más largo de la antología, y abraza una crítica nada solapada hacia la represión sexual que afecta a la sociedad japonesa. No fue en vano que Tsutsui se especializara en Freud & co. en la universidad. También es muy notorio ese pequeño homenaje que hace a su padre, pues el relato está plagado de términos botánicos y zoológicos… pero en plan bizarre que te meas. El esfuerzo de la Razón por tratar de domeñar, mediante la Ciencia, un contexto descabellado. Y cómo esta, simplemente, se adapta al entorno en vez de transformarlo. La eterna lucha entre superyó y ello, racionalidad e instinto, civilización y naturaleza.
¿Es Hombres salmonela en el planeta porno una obra representativa de Tsutsui? Desde mi profunda ignorancia, pues solo he leído 7 libros de los seiscientos y pico que ha escrito este señor, no. Los que han caído en mis manos son todos bastante distintos, uno puede gustarte y otro no. Sin embargo es innegable que tienen su sello, faltaría más. El tono de este Hombres salmonela en el planeta porno es especialmente corrosivo y su crítica social, que toca además diferentes campos, resulta en extremo cruda por muy rebozada de extravagancias que esté.
¿Lo recomiendo? Oh, sí. Es una lectura accesible y amena, de mucha enjundia. Pero probablemente no conquiste a todos. Buenos días, buenas tardes, buenas noches.