Ya hemos dejado atrás el 31 de octubre y 1 de noviembre, pero no podía prescindir de esta entrada. Además no iba a dejar reposar el texto hasta el 2017, ¡quién sabe lo que puede ocurrir en un año! Por lo que cerraremos con ella los Tránsitos del 2016.
El título que le he cascado es una exageración, pero sí os garantizo que son cómics perturbadores. Además de esta manera aprovecho para presentaros tres autoras actuales que están haciéndose un hueco en el panorama del manga por méritos propios. No sé si representan una nueva generación o un movimiento concreto en el tebeo independiente, pero comparten cualidades en común. Y se alejan bastante del producto estándar. A la vanguardia no hay que perderla de vista nunca, amiguitos.
Una de las características más importantes de la ciencia-ficción, tal como indica su nombre, es poseer una base científica especulativa verosímil y prolija en sus detalles. U (2010-2012) de Machiko Kyô, a pesar de estar embalada con los rudimentos del género, no cumple esa premisa. Al menos no al pie de la letra. Kyô-sensei prefiere tomar derroteros más truculentos, de índole casi fetichista, para ilustrarnos acerca de esta historia sobre clones humanos. Fue publicada en Manga Erotics F y consta de un único tankôbon de 11 capítulos.
Una vez que terminé de leerlo, no pude evitar pensar que Môto Hagio se sentiría muy orgullosa de este manga, pues tiene mucho de las ideas que introdujo en sus obras. Me recordó algo al one-shot Hanshin (1984) por cómo gestiona el resentimiento o las emociones más básicas; pero, evidentemente, Machiko Kyô dispuso de 11 hermosos capítulos para desarrollar un argumento bastante más turbio y retorcido.
Yu y su hermana gemela Ai son muy distintas en realidad. Yu es tímida y apocada; Ai extrovertida e impetuosa. Yu trabaja en un laboratorio junto a su amor platónico el doctor Mizuno, célebre genetista dedicado a un proyecto secreto de clonación. Yu no está sola, a pesar de que su gemela se encuentre en Norteamérica con un nuevo novio. Yu tiene una copia de sí misma a su lado, un clon; y acostumbrada a vivir con una persona idéntica, no se siente incómoda. De hecho encuentra que es una ventaja, pues su doble no es tan insegura como ella y ha hecho avances importantes en su relación con el doctor Mizuno.
Pero los clones tienen fecha de caducidad: 12 horas. Después de su transcurso, quedan reducidos a una masa de gelatina informe de la cual solo es reconocible el soporte genético principal, la lengua. Sin embargo, la copia de Yu ha encontrado una forma de sortear ese inconveniente; y la pequeña doctora Nishimura, entrometida y malcriada, también se ha percatado de ello… tachán-tachán. Más o menos así Machiko Kyô nos plantea un manga con numerosos recovecos, intrigas y varios ases en la manga.
U juega con el minimalismo y la ingenuidad de su estilo infantil para crear un fuerte contraste con el argumento. La acuarela suaviza la dureza y extravagancia que brotan con naturalidad por las viñetas, porque se trata de un manga muy serie B. Aunque su envoltorio sea pulcro y simple. Por eso desconcierta en un principio, y fascina la antítesis que expone. Los que tengáis el corazón sensible no tenéis de qué preocuparos, porque todos los elementos bizarros, aunque rotundos, quedan mitigados por un arte candoroso.
Desde luego U es un tebeo fluido que se lee del tirón. Su argumento engancha a traición, complicando la trama conforme avanza y haciéndola terrible y divertida al mismo tiempo. Repito: muy serie B todo. La mangaka además solo explica lo más básico del contexto, obligando al lector a centrarse en las relaciones personales entre copias y originales, sus pensamientos y decisiones. ¿Puede un clon superar a su primario? Esa es la gran pregunta. Y toda la riada de sentimientos que genera en las copias, dudas existenciales también de muy difícil resolución. No se trata de un cómic especialmente filosófico, pero hace reflexionar y sabe mantener la expectación con sencillez. Encima tiene una serie de giros a la manera de Hitchcock bastante entrañables, por lo que aumenta todavía más su interés.
La sexualidad humana es poliédrica de forma natural, y en este Memento Mori (2013) Fumiko Fumi no tiene ningún problema en mostrarnos esa complejidad mediante su protagonista, Meno. No se trata de un manga enfocado en el sexo, conste en acta, pero su función resulta una apuesta seria dentro del argumento. Sobre todo para entender su psicología. Pero comencemos por el principio: memento mori es una frase latina que podríamos traducir algo así como «recuerda que vas a morir». Ha sido motivo de inspiración para numerosos artistas y escritores a lo largo de los siglos, y a Fumi-sensei le ha servido para crear un manga bastante inquietante. Consta de 7 capítulos que fueron publicados por Feel Young.
Memento mori es en esencia un slice of life. Punto. Solo que sus dos personajes principales, Meno y Kurokawa, no son adultos normales y desde un inicio establecen un vínculo emocional insólito. Además voluntariamente. Dadas sus personalidades, era inevitable que gravitaran uno en torno al otro hasta colisionar. Los secundarios, aunque no estén delineados con mucha precisión, son los que aportan esa sensación de realidad cotidiana al cómic, calmando un ambiente que sin ellos sería como poco violento.
Meno es una mujer joven con un profundo vacío interior. Se siente culpable por la desaparición de su hermano en un bosque donde solían jugar juntos. Nunca se ha recuperado de ello. Pero una persona en el velatorio de su abuela le hizo volver a ser feliz por unos instantes: el empleado de la funeraria. Así que decide buscar trabajo en unas pompas fúnebres, como una forma rara de consuelo, topando fortuitamente con el caballero que le brindó alivio: Kurokawa. Pero este hombre, que en realidad dirige el negocio, tiene un carácter tan desagradable que no ha logrado retener un ayudante más de un mes a su lado. Hasta que Meno, a la que todo el mundo llama Meme por error, llega a la empresa, claro.
Nadie se explica cómo Meno aguanta sus continuas humillaciones e incluso amenazas de muerte, pero ahí sigue ella. «¿Eres masoquista?», le preguntan. Meme no responde, pero en realidad sí lo es, y se ha enamorado de Kurokawa de manera genuina. Él tampoco es así de hiriente por casualidad, todo forma parte de una máscara para ahuyentar a la gente. Como imaginaréis, es un hombre con pasado.
¿Es Memento mori un josei romántico? Pues algo de romance tiene, qué duda cabe, pero Fumiko Fumi no vaga por las sendas habituales. Cierto que es el manga más corriente de los tres; corriente en el aspecto de que utiliza elementos reconocibles y habituales en las obras comerciales, incluso el arte es candoroso y de líneas simples. Pero que eso no os lleve a engaño. Memento mori es tortuoso, a ratos incómodo, y no tiene piedad. La corrección política brilla por su ausencia, ante todo por cómo trabaja el humor. Y plasma bien la mecánica de los negocios dedicados a la muerte, lo que puede turbar un poco. Aun así deja buen sabor de boca y es interesante recorrer los pasadizos afectivos de Meno y Kurokawa. Un tebeo interesante para leer en soledad.
Y dejando atrás estilos más aniñados, cerramos el Tránsito de hoy con una mangaka de arte muy clásico y enérgico. Aun así, posee un aire contemporáneo indudable, con una elección de los planos original y delicada, muy cinematográfica. Es mi autora favorita de las tres, y ya hablé un poquito sobre ella en la entrada dedicada al dôjinshi Alenzyas (2015).
Equus (2011) de Est Em no es un manga dedicado al terror, pero cuando me topé con él por primera vez reconozco que me dejó bastante con el culo torcido. Es extraño: centauros, hombres y sexo. ¿Lo podríamos considerar un yaoi con un toque de zoofilia? ¿Es material comestible para las insaciables fujoshi? Grandes misterios del universo, soy incapaz de responder a esas preguntas. Lo que sí puedo deciros es que Equus es un tebeo estupendo, y que lo recomiendo a todo el mundo, le guste el BL o no. Est Em publicó otro manga de temática similar, Hatarake, Kentauros! (2011), que no he tenido todavía la oportunidad de catar; pero si solo resulta la mitad de bueno que este Equus, merecerá la pena hincarle el colmillo. Tarde o temprano lo devoraré.
Equus es un conjunto de 6 relatos cortos distribuidos en 8 capítulos. Todos son de espíritu diferente, pero poseen una cosa en común: los centauros. Centauros como criaturas casi inmortales, que ven pasar la existencia de los humanos como un borrón; pero de profundos sentimientos y habilidades sobrenaturales. Las historias llevan por título el pelaje del centauro protagonista: grullo, alazán, blanco y negro, leopardo, tordo y bayo plateado. Y algunas tienen escenas de sexo bastante explícitas… interespecie. Pero Est Em lo sabe llevar magníficamente, no hay lugar para el morbo gratuito. Resulta todo muy natural. En algunos cuentos el sexo tiene especial protagonismo, en otros es inexistente. Pero ninguno se libra de una potente carga emocional. Tienen cierto regusto melancólico muy hermoso y triste a la vez, pero sin excesos sentimentales. Creo que es esa languidez tierna la que me ha conquistado de este Equus, y lo ha colocado en mi top actual de BL.
Es curiosa la parquedad de un par de estas historias, esbozadas de forma impresionista con un par de pinceladas aquí y allá, sin embargo de una eficacia a la hora de transmitir flipante. Soy fan del «menos es más« de Mies, y en Equus encontramos ese planteamiento totalmente sublimado. Utilizar los recursos básicos con sabiduría, como la luz, planos cortos o detalles fuera de campo, puede impactar muchísimo más que una explosión barroca. En eso Est Em resulta una auténtica maestra.
Los cuentos que más me han entusiasmado han sido los dos últimos: Tordo y Bayo plateado. Son mis preferencias personales, no estoy diciendo que sean los mejores (hay que saber distinguir entre una cosa y otra); y, por supuesto, los cuatro restantes me han gustado mucho también.
Tordo nos retrotrae a un momento impreciso del Periodo Sengoku (1467-1603) a través de la memoria de un centauro, que ha servido fielmente a un clan de samuráis durante siglos. A nivel visual es deslumbrante, pues podemos admirar al sagitario en plenitud, aunque con galas japonesas: el yabusame. Se trata de una historia tradicional sobre el honor y la lealtad; de cómo el tiempo y las generaciones se suceden, pero la fidelidad del centauro Harukoma se mantiene inamovible. Muy emotiva. Bayo plateado es bien distinta. Se desarrolla en tres capítulos con un acento BDSM evidente. Es el relato sobre un centauro sin nombre sometido y maltratado durante años por una familia que lo considera un mero objeto sin voz ni alma. Pero cuando el heredero y nuevo amo le ofrece la oportunidad de escapar, la desdeña. Decide continuar viviendo humillado, a la espera de que su señor se acerque a él. Un cuento sobre el dolor y el amor perdido, cruel pero precioso.
Y hasta aquí llegaron los Tránsitos de este 2016. Al año que viene no sé si esta bitácora seguirá funcionando, porque aunque mi intención sí sea mantenerla, cada vez dispongo de menos tiempo. Voy a procurar buscarle un espacio al menos una vez a la semana… y finiquitar las entradas que tengo a medias supongo que también ayudará a sustentar cierta constancia. O eso espero. Nos leemos. Buenos días, buenas tardes, buenas noches.