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¡Vuelta al 2018 en 10 mangas!

Estamos en tiempo de listados, todo el mundo nos apresuramos a revisar lo que ha dado de sí el año, y confeccionar nuestros tops de obras destacables. No soy muy fan de este tipo de entradas, pero este 2018 ha sido, al menos para mí, espectacular a nivel manga. Se han publicado tebeos maravillosos que dudaba muchísimo poder encontrar en España. Así que, con sumo gusto y placer, os presento los cómics japoneses editados por estos lares que me han parecido más interesantes. Recordad, amiguitos, esta es una mera opinión personal en un blog minúsculo, no el Canon Pali. Y tal.

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«Mujer leyendo» (1840) de Utagawa Kuniyoshi

 

10. La isla de las pesadillas

Hideshi Hino | Horror, folclore, slice of life| Tomo único | Ediciones La Cúpula | ★★★1/2

Que Hideshi Hino sea uno de los maestros indiscutibles del terror, junto a Kazuo Umezu y Suehiro Maruo, es un hecho incontestable que ningún otaco con dos dedos de frente osaría rebatir. Es así, punto. Y en España no es un total desconocido, Ediciones La Cúpula lleva unos cuantos años ya publicando material suyo a buen ritmo, lo que siempre produce gran felicidad entre todos esos  infelices seres que amamos el género. Este 2018 nos ofrecieron un recopilatorio de 7 pequeñas historias de podredumbre y melancolía monstruosa, pero inspiradas en el rico folclore japonés: La isla de las pesadillas. Aquí tenemos a Hino-sensei en estado puro: su característico arte de trazo candoroso, moldeando deformidades al servicio de cuentecillos ingenuos donde lo grotesco y lo aberrante aúllan a la luz de un sol irreal. Una preciosidad de trabajo.

9. Holiday Junction

Keigo Shinzô | Drama, slice of life| Tomo único | ECC Cómics | ★★★1/2

Fue una de mis compras estrella este pasado Sant Chorche, le hinqué con muchísimas ganas el colmillo a este tomito que ECC tuvo el detalle de publicar en español. Todo lo que suponga acercar al público hispanohablante al mangaka Keigo Shinzô me parece fenomenal. Le dediqué hace ya un tiempecito una entrada a su estupendo tebeo Bokura no Funka Matsuri (2012), y llevo siguiéndole un tiempo la pista también a través de la editorial francesa Le Lézard Noir (la amo profundamente), que está editando su Tokyo Alien Bros (2015) y Moriyama-chû Kyôshûjo (2009) . Muy recomendables, por cierto.

Holiday Junction es una buena manera de presentar a este autor, de familiarizarse con su delicadeza mágica. Se trata de un volumen que recopila pequeños relatos de muy distinto pelaje, pero en los que el común denominador es el slice of life. Si os gustan Taiyô Matsumoto, Ken Niimura o Inio Asano, este mozo os entusiasmará. Tiene una manera serena, a ratos melancólica, de narrar sus historias, que atrapan por su elegante simplicidad. Su arte resulta fresco, espontáneo; y se adapta como un guante a la atmósfera tenue de los one-shots. Mi cuento favorito es el último, Un año en la vida de Bun-chan, un gato doméstico, y no solo porque su protagonista sea un lindo minino.

Espero de todo corazón que haya tenido una buena acogida entre los lectores, estaría genial poder contar con más obras de Keigo Shinzô en el futuro. Es un mangaka bastante prometedor, ¡sangre nueva!

8. Una mujer de la era Shôwa

Kazuo Kamimura/Ikki Kawijara | Drama, slice of life, histórico| Tomo único | ECC Cómics | ★★★★☆

Kamimura se está revelando para mí, de manera personal, como un gran retratista de la mujer japonesa. No es que ya no lo supiera de leídas, pero otra cosa muy distinta ha sido comprobarlo directamente a través de sus mangas. No lo llamaban shôwa no eshi, que se podría traducir como “el pintor de ukiyo-e de la era Shôwa”, por casualidad. Historia de una Geisha (reseña aquí)  me gustó bastante, El club del divorcio (1974) me enamoró por completo; y Una mujer de la era Shôwa (1977), aunque ya no fue una obra en solitario sino creada junto a Ikki Kawijara (Ashita no Joe, Tiger Mask), me ha parecido de lo más destacado de este 2018.

Shôwa Ichidai Onna o Una mujer de la era Shôwa cuenta la historia de Shôko Takano, hija ilegítima de un político prominente de la oposición y una célebre geisha tokiota. A la muerte de su madre, Shôko se ve totalmente abandonada a su suerte en un país en ruinas, de ciudades todavía humeantes tras la derrota en la II Guerra Mundial. Una nación en reconstrucción, lamiéndose las heridas, y con un largo y cruel camino por delante. Y así resulta ser la senda de Shôko, feroz y brutal, que modelará su carácter para hacerla una persona fuerte, implacable, glacial. Un relato que parece una cosa, y acaba convirtiéndose en algo insólito, huyendo del esperado melodrama lacrimógeno para centrarse en la mera supervivencia. Un manga abrupto y despiadado, no para todo el mundo.

7. Atelier of Witch Hat

Kamome Shirahama | Fantasía, slice of life, seinen| En publicación | Milky Way Ediciones | ★★★★☆

Tongari Bôshi no Atelier o The Atelier of Witch Hat es mi manga favorito actual de fantasía junto a La pequeña forastera de Nagabe. Los estoy siguiendo entusiasmada, cada uno en su estilo son como agua fresca de manantial. Siúil, a Rún fue publicado a finales del 2017, por eso no lo he incluido en este top, aunque no me han faltado ganas. Es un manga sensacional. Y The Atelier of Witch Hat, pese a su tono más tradicional, también lo es. Tenéis la reseña inicial que le escribí aquí, y sigo manteniendo con fervor todo lo que en esa entrada afirmé.

Kamome Shirahama me tiene contentísima con su extraordinario arte, que le debe tanto al art nouveau, al estilo del shôjo clásico de los 70-80 y el cómic europeo (Moebius, Pratt, Battaglia). Es minucioso, ornamentado, muy alegre también. No me canso de observarlo una y otra vez. La mangaka está construyendo una arquitectura sólida y fascinante para su mundo de fantasía, y sin caer en la infantilización. Porque, camaradas otacos, The Atelier of Witch Hat es un rotundo seinen, donde además la magia se conjura mediante tinta y pluma. No se recita, no se realizan gestos especiales: se dibuja. ¡Maravilloso! Uno de los tebeos más atractivos que se han publicado este 2018, sin duda. ¡No os lo perdáis!

6. La balada del viento y los árboles

Keiko Takemiya | Drama, shôjo, shônen-ai| En publicación | Milky Way Ediciones | ★★★★☆

¿Cómo no podía estar entre mis mangas preferidos del año Kaze to Ki no Uta o La balada del viento y los árboles? ¡¡Keiko Takemiya!! ¡¡Y una de sus mejores obras además!! Por supuesto, lo he estado siguiendo vía scanlations todo lo que he podido (no está completo, y el asunto se encuentra paradísimo desde hace más de un año, para más inri), de ahí que cuando supe que Milky Way había decidido hacerse con su licencia y publicarlo en España, lloré muy fuerte. De felicidad, se entiende. Por cierto, que es la primera vez que se publica fuera de Japón. Y menuda edición se están cascando, ¡las portadas son preciosas! Bueno, todo en general lo están haciendo muy requetebién. De momento van 2 tomos (en la edición original japonesa son en total 17, pero Milky Way lo hará en 10), así que os podéis hacer una idea de que la historia está, simplemente, calentando motores. ¡Aún estáis a tiempo de subiros al carro!

La balada del viento y los árboles tiene todo lo que se puede esperar del buen shôjo que las mangaka del Grupo del 24 practicaban: ambientación idealizada europea, entorno escolar exclusivo, arcos argumentales rocambolescos deudores del folletín decimonónico, complejos retratos psicológicos y tragedias, muchas tragedias. Y crueldades. Y abusos, y violaciones y… mucha sordidez forrada con un precioso dibujo repleto de flores y estrellitas. Kaze to Ki no Uta tuvo problemas en su época por su contenido fuertecito, pero cuando por fin salió a la luz tuvo un impacto trascendental. Su influencia ha sido muy evidente, brota como setas en obras como Banana Fish o Shôjo Kakumei Utena, por poner un par de ejemplos. Un clásico entre clásicos que nadie debería perderse. De verdad de la buena.

5. Mi vida sexual y otros relatos eróticos

Shôtarô Ishinomori | Erótico, Sci-fi, biográfico| Tomo único | Ediciones Satori | ★★★★☆

Con este peazo de manga me vais a permitir que me explaye a gusto. Porque lo acabo de finalizar y estoy muy emocionada, así que allá voy. No es ningún secreto que Satori Ediciones es una de mis editoriales predilectas, y más de una vez he comentado que la labor que están realizando por acercar la cultura popular japonesa y su literatura al público hispanohablante es monumental. Así que, cuando me enteré de que tenían planeado sacar una colección dedicada al mundo del manga, me estremecí de la emoción. Y cuando supe que su primera incursión iba a ser de Shôtarô Ishinomori, la alegría fue plena.

Según comentaron en el XXIV Salón del Manga de Barcelona, la intención es ir publicando obras de autores selectos, clásicos y contemporáneos. Para este 2019 han anunciado el josei de Miyako Maki, en tres tomos, Seiza no Onna (1973); y parece que están tras la pista también de algunos trabajos de Leiji Matsumoto. Como comprenderéis, estoy que no quepo en mí del gozo, y con muchísimas ganas de paladear todas las delicias que nos tengan reservadas. Espero que les vaya fenomenal y los lectores respondan, porque lo ocurrido con Ponent Mon ha sido un golpe bajo.

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Sobre el Rey del Manga, Shôtarô Ishinomori, ya escribí un poco en esta entrada que dediqué a su estupendo Ryûjin Numa (1957-1964) o El estanque del dios Dragón, dentro de la sección Shôjo en primavera del blog. Así que no me voy a extender mucho más, pero para refrescaros un poco la memoria, Ishinomori-sensei es una figura clave en la historia del tebeo japonés. No le tenía miedo a ningún género ni demografía, los trabajó prácticamente todos; experimentó e innovó tanto en formas como contenidos y, por si no fuera poco, en 2007 recibió de manera póstuma el certificado de El libro Guinnes de los récords como el autor que ha publicado más números de comics: 770 títulos diferentes (500 tankôbon) en total. Un creador incansable, y al que hasta Tezuka le tenía unos pocos celillos, a pesar de que su relación era buena.

Y de toda la colosal obra de Ishinomori, Satori se ha lanzado a publicar como su primer manga Otona-na Ishinomori o Mi vida sexual y otros relatos eróticos, que ha contado con la fantástica traducción de Marc Bernabé. Es un profesional como la copa de un pino, que además se nota que ama el cómic japonés. Este tomo de casi 400 páginas es una recopilación de 15 one-shots dirigidos exclusivamente al público adulto y fuerte carga concupiscente. Hay escenas bastante explícitas aunque no alcancen la categoría de pornografía, pero el sexo es el hilo conductor que une todos estos relatos.

¡Sí, brindemos con Ishinomori! ¡Feliz Navidad! Bueno, ejem, prosigamos. Estamos hablando de relatos escritos y dibujados entre 1969 y 1975, Mi vida sexual y otros relatos eróticos es un tankôbon electrizante. Para disfrutarlo, en primer lugar hay que desterrar la gazmoñería; y en segundo, ser conscientes de la época y el país donde fueron creados. Después de estas aclaraciones, que me habría encantado no tener que hacer (aunque visto el percal no queda otra), creo que os podéis hacer una idea del tono general del tebeo, y si os puede interesar o no. Por mi parte, os adelanto que me ha encantado, y lo he gozado de principio a fin. Como sucede con la mayoría de recopilaciones, es una obra muy heterogénea, donde se encuentran desde alucinaciones psicodélicas, humor bizarro, violencia, perversiones, noir, retrato social descarnado, reflexiones filosóficas y retales de la propia vida de Ishinomori.  Un gran manga.

4. Mi experiencia lesbiana con la soledad

Kabi Nagata | Yuri, slice of life, biográfico| Tomo único | Fandogamia | ★★★★☆

En la entrada que dediqué hace más de un año al yuri, «El delicado cultivo de la iris japónica», seleccioné este manga como uno de los más interesantes del género. Y no tenía ninguna esperanza en que lo llegaran a publicar en España. Pero, afortunadamente, he tenido que comerme mis palabras con patatas. Y muy feliz de tener que hacerlo. Fandogamia Editorial no solo lo editó aquí, sino que se lanzó a traer más obras de Kabi Nagata, como su Diario de intercambio (conmigo misma). Toma ya. ¡Muchas gracias!

Sabishisugite Lesbian Fuzoku Ni Ikimashita Report o Mi experiencia lesbiana con la soledad es un relato de reclusión, tristeza y enfermedad; pero también de superación y búsqueda, aunque conduzca a puertos insólitos. Como autobiografía que es, resulta curioso que no caiga en la autocompasión, sino que prefiera enfocarse en un cerebral autoanálisis. En realidad, el salvavidas de la protagonista. Este cómic es una puerta abierta no solo a su vida íntima como mujer soltera lesbiana, sino a sus procesos mentales, dolencias y pensamientos. Y todo contado con una delicada e imaginativa sencillez con la que es muy difícil no empatizar. Por no hablar del paisaje que se otea al fondo: una sociedad con un pudor extremo en las relaciones humanas, poco flexible hacia lo distinto, y que estimula cierto aislamiento enfermizo.

Mi experiencia lesbiana con la soledad narra una historia real y cruda, pero no exenta de sentido del humor. Es un manga que se siente próximo, susceptible de gustar a todo tipo de público adulto, aprecie el yuri o no. De hecho, si uno se deshace de los prejuicios, encontrará, simplemente, la historia de una mujer joven por hallar su lugar en el mundo. Una de las sorpresas editoriales de este 2018, sin duda.

3. Pink

Kyôko Okazaki | Josei, slice of life, drama| Tomo único | Ponent Mon | ★★★★1/2

No voy a añadir mucho más a lo que ya escribí en la reseña que dediqué a este maravilloso manga en Otakus Treintañeras. Se trata de un josei que hizo historia junto a otros trabajos de la propia Kyôko Okazaki y de Moyocco Anno. Lograron revolucionar la demografía, que se encontraba completamente estancada en un lodazal de cursiladas más propias de un shôjo hortera que de un ¿género? dirigido a personas adultas. Tomó el nombre del color que se asigna a las mujeres, que las encorseta en angustiosos roles de género, para pervertirlo y transformarlo en un alarido, una gran carcajada también, desgarrando así la concepción tradicional de la feminidad nipona. Pink es una crítica descarada y resplandeciente que señala la gran hipocresía social japonesa, a la vez que retrata la caótica vida de una Tokyo Girl en los happy eighties.

La idea principal que planea sobre todo el manga es la de la prostitución. Pero no solo la ejercida por las profesionales del sexo, sino la que todos, de una manera u otra, desempeñamos en diferentes ámbitos de nuestra vida. Toda ella rebozada en una crujiente comicidad de tono irreverente y surrealista, para nada libre de ciertad ferocidad amarga. Pink es una obra para reír y para reflexionar, directa y honesta; pero también cruel y dolorosa. Imprescindible.

2. Catarsis

Môto Hagio | Shôjo, fantasía, surrealismo | Tomo único | Tomodomo | ★★★★1/2

Este es el manga que llevaba esperando con más ansiedad del 2018. Primero, Tomodomo anunció que lo publicaría durante el primer semestre del año. Pasó el verano y servidora continuaba aguardando, impaciente. ¿Habría sucedido algo con la licencia? ¿Con los requisitos que pudiera exigir Môto Hagio en su edición española? ¿Se había incendiado la imprenta? ¿Tomodomo se iba a declarar en bancarrota? Muchas estupideces, y otros motivos también más razonables, me cruzaron por la mente. El año estaba acabando, y Hanshin o Catarsis no había visto todavía la luz. Por fin, en noviembre, pude tenerlo en mis manos. No sin que antes Correos extraviase mi paquete, por supuesto, y volviera a encontrarlo cuando ya estaba a punto de perpetrar una escabechina en la pertinente sucursal.

Catarsis es un tomo recopilatorio de 12 historias extrañas, inquietantes, que abarcan desde la década de los 70 (Sayo se cose un yukata, El invernadero, Marine), pasando por los 80 (Mitad, Camuflaje de ángel, El falso rey, Amigo K) y ahondando en los 90 (La niña iguana, Las pastillas de ir a la escuela, Al sol de la tarde, Catarsis, El niño que volvía a casa). Veinte años de carrera durante los cuales Hagio trabajó multitud de géneros y temáticas desde muy distintas perspectivas, otorgando al shôjo una nueva dimensión. Tengo preparada una reseña específica para Catarsis, por lo que no me alargaré más; pero sí puedo deciros que es un verdadero privilegio el poder acceder a la obra de Hagio en castellano, y mucho más con las extraordinarias ediciones que Tomodomo nos está brindando.

1. Miss Hokusai

Hinako Sugiura | Josei, slice of life, histórico| 2 tomos | Ponent Mon | ★★★★★

Todo lo que pueda decir sobre esta obra es poco, así que lo resumiré de esta forma: la amo mucho. Es ya uno de mis tesoros más preciados. Y como sucede con Catarsis, le tengo preparada reseña, por lo que no me extenderé demasiado. Miss Hokusai lo tiene todo: un arte elegante, limpio, pleno de lirismo; y unas historias que, como pequeñas estampas, van plasmando la efervescente y rica cultura urbana de los chônin y el ukiyo-e. Todo a través de los ojos de la hija del gran pintor Hokusai.

Hinako Sugiura fue una gran erudita del periodo Edo, al que decidió dedicarse en exclusiva, abandonando el mundillo del manga. Una pena, en cierta forma. Hace un año escribí una entrada sobre su cómic Hyaku Monogatari (1986-1993), que fue el último que realizó antes de retirarse. En ella explico alguna cosica sobre su vida y persona, por si os interesa.

Solo me resta agradecer a Ponent Mon su enorme esfuerzo por habernos traído esta preciosa obra, y que lamento muchísimo que no vayan a poder dedicarse al manga como lo han hecho hasta ahora. Lo que sí puedo afirmar es que me han hecho muy feliz este 2018, tanto con Pink como con Miss Hokusai o El bosque milenario. Y deseo que pronto salgan del bache y puedan regresar al tebeo japonés con fuerzas renovadas.


Y esta ha sido mi selección de mangas del 2018 que, como ya he comentado al inicio, ha sido, desde mi punto de vista, un año excelente. Podría haber elegido también otros títulos, como Chiisakobee (lo estoy siguiendo vía Le Lézard Noir, no obstante) o la edición integral de La Princesa Caballero que ha publicado Planeta Cómic (estoy contentísima con ella); pero el listado quería que fuese de 10 tebeos, no 80. Y eso. Que paséis una buena noche en compañía de vuestros familiares, y que el Olentzero os traiga muchas cosicas bonitas.

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literatura, manga

¡Feliz día del libro, camaradas otacos!

No quería dejar pasar este día, aunque voy con el culo apretadísimo como vulgarmente se dice, para poder así conmemorar el Día Internacional del Libro con vosotros, que coincide además con el santo patrón de Aragón (también lo es de Inglaterra, Rumanía, Malta, Etiopía, Cataluña, Georgia, Beirut y los Boy Scouts) : San Jorge o, como lo llaman al norte del valle del Ebro también, Sant Chorche. Y aunque no soy persona religiosa, por estos lares donde actualmente resido (Mañoland) se celebra por todo lo alto, con un montón de actividades culturales: conciertos, teatro de calle, exposiciones, lecturas públicas, entrada libre a museos, guías teatralizadas gratuitas, recitales de poesía, reparto de claveles, etc. Va a estar la ciudad petada y, por supuesto, el Paseo de la Independencia, partiendo desde la plaza de Aragón, estará a rebosar de puestos de libreros y editores. Ese es el lugar mágico donde me encontraré gran parte del día caminando, escarbando y adquiriendo nuevos descubrimientos. Tampoco demasiados, tendré que ser selectiva, porque los euros no brotan de forma silvestre por los campos.

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San Jorge (circa 1699). Azulejo procedente de Alepo, Siria.

Así que voy a aprovechar para anotar cinco recomendaciones para este día tan especial. Cinco obras procedentes del lejano Cipango, como no podía ser de otra forma, y que humildemente creo deberíais darles una oportunidad… si no lo habéis hecho aún. Una entrada ligerita para variar un poco, sin rollos patateros ni pajas mentales, y que os alienta a gastar vuestros dineros con alegría.


5 – EL PÁJARO DEMONÍACO de Haruo Satô

Haruo Satô (1892-1964) es uno de esos autores imprescindibles del Japón de los periodos Meiji, Taishô y Shôwa. Se movió entre la vanguardia más expresiva y un complejo mundo personal henchido de melancolía, que ayudaron a cimentar la literatura contemporánea nipona. Tuvo de discípulo a Osamu Dazai, y de amigos a Ryûnosuke Akutagawa o Jun’ichirô Tanizaki, al que le levantó, por cierto, su primera esposa. Se consideró todo un escándalo en su momento. Fue un poeta brillante, que se dedicó también a la novela, relatos cortos y crítica literaria. Así que me ha llenado de gozo y satisfacción que Satori publicara el pasado marzo esta pequeña colección de narraciones suyas, El pájaro demoníaco y otro cuentos fantásticos. Soy fanática de esta editorial, cuya labor en la difusión de la literatura japonesa entre el público hispanohablante está siendo admirable. Creo que no es la primera vez que lo digo, pero es un placer arruinarse comprando sus libros. Lo seguiré haciendo hasta que mi cuerpo termine bajo un puente víctima de la inanición.

De Haruo Satô he leído un par de cuentos sueltos en inglés, pero no he tenido la oportunidad todavía de hincarle los catirones como merece. Así que este El pájaro demoníaco y otros relatos fantásticos lo puedo considerar mi verdadero estreno con el autor, y estoy segura de que no me decepcionará. Hoy caerá a la saca. Toda historia donde prevalezca la ensoñación, las tinieblas y la melancolía tiene mucho terreno ganado conmigo; por no hablar de que Satô era admirador de Edgar Allan Poe. Todo esto unido a lo que he ido leyendo sobre su estilo, vasallo de una rica fantasía lírica, solo puede significar una triunfada total. Por eso os recomiendo el libro sin haberlo leído siquiera (caerá reseña).

4 – MISS HOKUSAI de Hinako Sugiura

Escribí aquí sobre la adaptación animada de este manga hace ya lo que parecen eras geológicas, y le dediqué estas pasadas Navidades una entrada al tebeo de Hinako Sugiura Hyaku Monogatari, donde me explayé un poquito en la figura de esta mangaka. Por lo que tampoco voy a alargarme mucho en esta recomendación. Ponent Mon escuchó mis plegarias (mentira, Ponent Mon no sabe que existo) y decidió publicar en dos tomos Miss Hokusai, un viaje al Edo ubérrimo de principios del s. XIX: el del ukiyo o mundo flotante. Sugiura nos sumerge por completo en él, pero lo observamos a través de la mirada de una mujer, la segunda hija del gran maestro Katsushika Hokusai. Oei nos mostrará una visión completamente distinta de esa época, ella misma se erigirá como una anomalía, incluso se ganará la vida dibujando como su padre. Pero su enorme talento y persona se verán eclipsados por la majestuosa sombra de Hokusai, en una sociedad además que asigna(ba) un rol muy estricto y restringido a las mujeres.

Por ahora solo he leído el primer tomo, y me ha encantado. No puedo añadir más, salvo que el arte de Sugiura, así como su magistral erudición del periodo Edo que se advierte hasta en los más diminutos detalles, son una auténtica bendición. Estoy enamorada de su estilo, simplicidad y elegancia. Por supuesto, Miss Hokusai tendrá su correspondiente reseña en SOnC.

3 – HOLIDAY JUNCTION de Keigo Shinzô

¿Os gusta Inio Asano? ¿Sois fans de Taiyô Matsumoto? Pues entonces no podéis dejar pasar a Keigo Shinzô. Es sangre nueva en el universo del manga, que hace suyo el legado de esos dos monstruos para poder transformar así el panorama del cómic alternativo japonés. ECC ha dado un valiente paso adelante publicando Holiday Junction, una colección de historias cortas que tiene también la misión de sondear al público español. En Francia Keigo Shinzô es ya bastante conocido entre los lectores pero, ¡ay, amigos! Spain is different, y siempre hay que andar con pies de plomo en cuanto se publica fuera de lo mainstream.

Espero sinceramente que las ventas de Holiday Junction vayan bien, porque así las oportunidades de leer por aquí más obras suyas aumentarán considerablemente. Creo que este mangaka es uno de los más interesantes que han salido en los últimos años, y merece su espacio entre los otacos hispanohablantes. Este volumen es un aperitivo delicioso para aquellos que no sepáis todavía de él, aunque en SOnC no es ningún desconocido. En verano escribí la reseña de su estupendo Bokura no Funka Matsuri aquí, y entonces ni se me pasó por la imaginación que fuera posible tener algo suyo por estos lares. ¡Pero aquí está! ¡Tenéis que leerlo, amiguitos!

2 – JAPÓN ESPECULATIVO – VV.AA.

Si formas parte del mugriento clan de la otaquería  y amas la ciencia-ficción y la fantasía  como yo, este volumen no puede faltar en tu estantería. De hecho ya debería estar ahí. Estoy exagerando, por supuestísimo, pero este Japón Especulativo: relatos asombrosos de fantasía y ciencia ficción es otra de esas joyas inesperadas de Satori (os juro que no me envían jamones a casa ni nada parecido) que no deberíais ignorar. Tengo a medio escribir desde hace meses una reseña suya, que al ritmo que voy caerá más tarde que temprano, pero que seguro tendrá su lugar en SOnC. BTW, si el tema os interesa mucho y vais sueltillos de parné, en vuestro lugar me haría también con el libro Destellos de luna. Pioneros de la ciencia ficción japonesa de Daniel Aguilar, igualmente de Satori. El complemento perfecto.

Japón Especulativo: relatos asombrosos de fantasía y ciencia ficción se trata en realidad de la traducción de la antología Speculative Japan: Outstanding tales of science fiction and fantasy (2007), que tiene hasta segundo y tercer volumen: Speculative Japan: The man who watched the sea and other tales of science-fiction and fantasy (2011) y Speculative Japan 3: Silver Bullet and other tales of Japanese science fiction and fantasy (2012).  Creo recordar que había un cuarto en camino para este año, aunque desconozco si se ha publicado ya. ¿Los veremos en España también? Espero que sí, porfavorporfavorporfavor. Pero regresando a la edición de Satori, consta de 15 relatos distintos escritos por 15 autores también diferentes, y que además cuenta con anotaciones de Jesús Palacios. De lujo. Hay cuentos mejores que otros, es lo que tienen las recopilaciones; algunos gustarán más y otros menos, pero en conjunto se trata de una compilación sólida que sirve muy bien de introducción al género scifi en Japón. Bastante entretenido.

1 – PINK  de Kyôko Okazaki

Nunca me cansaré de recomendar a Kyôko Okazaki, se trata ya de una leyenda dentro del mundo del manga, a pesar de que muchos todavía no lo sepan. Consiguió transformar el josei y otorgarle el peso y respeto que merecía, lejos de la infantilización que todavía exuda, por desgracia, la demografía. Plasmando las verdaderas inquietudes de la mujer japonesa sin idealizaciones ni cuentos románticos de hadas. Historias descarnadas y maravillosas a la vez, con muchas referencias a la cultura pop y protagonistas creíbles, muy humanas. Le dediqué una entrada a su obra cuasiherética Helter Skelter aquí, y Pink dentro de unos días tendrá asimismo su correspondiente reseña. Solo puedo adelantaros que ha sido una lectura divertidísima y, al mismo tiempo, brutal. Os recomiendo fuertefuertefuerte este feroz Pink de Kyôko Okazaki. Casi no me lo podía creer cuando Ponent Mon anunció la licencia, pero por fin lo tenemos aquí. Es un clásico.


Me habría gustado ampliar el listado añadiendo el Semidiós de Môto Hagio, que Tomodomo está preparando. En su web indican que se publicará durante el primer semestre del 2018, pero todavía no hay noticias al respecto. ¡Estoy realmente impaciente! Espero que no se retrase demasiado, porque junio está ya a la vuelta de la esquina. También me habría encantado incluir alguna otra obra de Eldo Yoshimizu o Akino Kondô que ha publicado mi amada Le Lézard Noir, pero he preferido enfocarme en material editado recientemente en castellano.

¿Conocéis alguna de estas obras? ¿Todas? ¿Las habéis leído? ¿Qué otras recomendaciones sugerís? Tenéis a vuestra disposición los comentarios para tal menester. Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

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99 pesadillas antes de Navidad de Hinako Sugiura

Cuando Ponent Mon anunció que iba a publicar esta próxima primavera de 2018 el manga Sarusuberi (1983-1987) de Hinako Sugiura, no cupe en mí del gozo. Ya cuando escribí la reseña de su estupenda adaptación animada, Miss Hokusai (2015), rogué a todas las deidades ctónicas e infernales de la galaxia por que algún editor despistado, al que no le importara demasiado perder dinero, publicara algo de esta mangaka. Increíblemente, mi petición fue concedida (imagino que por Ereshkigal o Hécate) y aquí estamos, esperando a que llegue marzo para devorarlo (también me interesa mucho Pink [1989], de mi admirada Kyôko Okazaki). Mientras, para consolarme, he estado leyendo otra obra suya cuya temática, además, me encanta: Hyaku Monogatari (1986-1993). Fue el último cómic que realizó antes de abandonar la disciplina y dedicarse en exclusiva al estudio del periodo Edo.

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Hinako Sugiura de jovenzana

En realidad Hinako Sugiura (1958-2005), a pesar de su indudable talento para el cómic y la original perspectiva que aportaba a la novela gráfica japonesa, no llevaba nada bien el ritmo endemoniado de publicación del manga comercial. No se sentía realizada artísticamente además, así que a la edad de 35 años decidió retirarse. Y se centró en esa pasión vital que le hizo abandonar la universidad (Comunicación audiovisual y Diseño) para estudiar bajo la tutela del experto medievalista Shisei Inagaki: el periodo Edo. Y a partir de entonces, fue publicando libros sobre la materia, apareciendo con regularidad como especialista reconocida en diversos programas de televisión. Habiendo nacido en el seno de una familia dedicada a la creación de kimonos, no era de extrañar su devoción y respeto por las tradiciones japonesas.

Para la mayoría de la gente la Era Edo parece como de otra dimensión, algo procedente del mundo de la ciencia-ficción. Es difícil de imaginar que nuestros antepasados llevaran alguna vez tocados en la cabeza y que caminaran por las calles con ese aspecto que parecía sacado del plató de una película. Pero la Era Edo y el presente existen en el mismo flujo continuo de tiempo. Vivimos en la misma tierra que nuestros ancestros con moños vivieron una vez.

Hinako Sugiura

Pero esto no quiere decir que su carrera como mangaka fuera un fracaso, aunque a ella finalmente no le satisficiera. Ni muchísimo menos. Sus contribuciones a la revista Garo fueron periódicas y valiosas, además recibió prestigiosos galardones a lo largo de los años, como el Bunshun Manga Award o el Premio a la Excelencia de la Asociación de Dibujantes de Cómic de Japón. Hay que añadir también que se formó con una de las mangaka más interesantes de su tiempo, la autora feminista Murasaki Yamada, de la que, desgraciadamente, no hay nada publicado en Occidente todavía. Hinako Sugiura puede considerarse una de las escasas creadoras que en el s. XX hicieron suyo el legado artístico del ukiyo-e, raíz indiscutible del manga moderno, para vivificarlo en sus obras. Un puente entre el pasado y el presente.

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«Hyakumonogatari en una casa encantada» (1790) de Katsushika Hokusai

Y este Hyaku Monogatari es la muestra más clara de su amor hacia este periodo histórico de su país, pues se trata de una de sus criaturas más conocidas: el juego de mesa de las 100 historias de fantasmas o hyakumonogatari kaidankai. Nacido probablemente como una prueba de valor entre samuráis, consistía en relatar durante la noche, y a la luz de un centenar de velas, cien pequeñas historias sobre yôkai, yûrei y extraños acontecimientos. Conforme se iban desgranando, las velas se apagaban, hasta que el grupo de personas quedaba sumido en la oscuridad. Una invocación en toda regla que, como podemos apreciar en la ilustración de arriba, no siempre tenía por qué finalizar bien.

Como podréis imaginar, el germen de todas historias se encuentra en China, como tantas cosas de Japón, aunque en Cipango se encarnaron de una forma diferente y particular. Si os interesa el tema, os recomiendo la recopilación Liaozhai Zhiyi (1740) de Pu Songling. Volviendo a nuestro amado País del Sol Naciente, la popularidad de este juego tétrico fue en aumento, de las clases altas pasó a las restantes, y la publicación de volúmenes con 100 cuentos (hyakumonogatari) fantasmagóricos se normalizó. La difusión de los espectrales kaidan fue tremenda, y los escritores se lanzaban tanto a buscar en zonas remotas relatos del folclore popular, como creaban también sus propias narraciones. De hecho, el grueso de historias japonesas de fantasmas y demonios nació durante este periodo, el Edo. Y esos libros repletos de horror fueron convenientemente ilustrados, por supuesto, contribuyendo a enriquecer todavía más el panorama.

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Era solo una cuestión de tiempo que Hinako Sugiura dedicara uno de sus cómics a una práctica y usanza tan de la época como el hyakumonogatari. Pero a diferencia de sus predecesores, Sugiura no los impregnó de malevolencia, sino que son mucho más serenos de lo esperado. El sustrato budista gana peso para convertir el manga más en una colección de fábulas extrañas y curiosas, a veces cómicas, pero nada terroríficas. La intención de la autora no era que lo pasaras mal. Porque Hyaku Monogatari de Hinako Sugiura es eso, una antología de diminutos cuentos que hunden sus raíces en la tradición Edo. Son capítulos autoconclusivos donde la mangaka da rienda suelta a su amor por la época y su deliciosa fidelidad a la hora de plasmarla.

En sus viñetas tenemos los paisajes, usos y costumbres del Japón anterior a su apertura al mundo occidental. Un recorrido por sus aldeas, ciudades, palacios y chozas a través de lo extraordinario, donde la locura, el miedo, el asombro o la tristeza son los protagonistas. Hay que recordar, no obstante, que en Oriente lo maravilloso posee una carga de realidad infinitamente más intensa que en Occidente, donde no forma parte de la vida cotidiana. Existe una dicotomía, una separación clara entre los dos mundos; sin embargo, en Oriente lo fabuloso forma parte de la vida misma, por eso hace aparición hasta en lo más trivial. De ahí que, desde nuestro punto de vista, consideremos a los japoneses un pelín supersticiosos.

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Sugiura supo aprovechar el formato de microrrelato con una habilidad extraordinaria, porque eso resulta ser cada capítulo: un cuento de apenas ocho páginas. Con solo tres o cuatro frases presentaba eficazmente los argumentos, cediendo después el peso narrativo a su pericia con el pincel. Mantuvo de hilo conductor intermitente la figura de un anciano, que solicita de las personas que van visitando su casa un relato fuera de lo común: experiencias personales, leyendas de aldeas lejanas, rumores entre vecinos… Historias con un misterio entretejido, y una enseñanza casi siempre también. Por lo que desfilan tengu, tanuki, kappa, niños sin rostro, yôkai minúsculos que viven en las narices de moribundos, yuki-onna, geishas que se desvanecen y gatos que… solo son gatos.

Como suele ocurrir en esta clase de obras, la calidad de los relatos es variable; algunos gustan más que otros, pero todos tienen unos mínimos garantizados. Me han gustado mucho La mujer que corre y El pozo de la estrellas, quizás por su faceta surrealista; aunque Comer carne humana y El beso de la doncella son realmente divertidos. Y es que en algunos de los cuentos asoma un ligero humor, a veces negro, otras absurdo, que ilumina suavemente las historias.

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El arte, dentro de su estilo de línea clara y clásica, varía a lo largo de los capítulos, al servicio de la propia historia. A veces brota en una viñeta un paisaje que evoca los ideales taoistas chinos (en serio, puro shan shui), otras surgen oni que parecen extraídos de un rollo budista medieval, y no falta tampoco el influjo directo del ukiyo-e o algunos discretos estampados del chiyogami. Sugiura fue una erudita que estudió minuciosamente todas las expresiones artísticas de la era Edo para luego utilizar sus recursos como consideró conveniente en sus mangas. Siempre con el máximo respeto, de ahí que muchas de sus obras evoquen la esencia de los antiguos kusazôshi también.

Hyaku Monogatari no fue concebido como obra comercial, de hecho por su misma naturaleza heterogénea y tan poco acomodada a los gustos de los otacos occidentales, dudo que consiga algún día publicarse fuera de Japón. Pienso que tendría bastante mejor acogida entre lectores adultos de cómic europeo; aun así, suele ser un público poco interesado en el manga. Los estereotipos tienen estas cosillas, que generan prejuicios. Y mientras, obras maravillosas como estas no ven la luz mas que de milagro y lentamente, a través de scanlations. Pero menos sería nada.

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Hyaku Monogatari de Hinako Sugiura es una lectura solo indicada para otacos curtidos y con un interés real por la cultura japonesa. Se trata de una obra serena y cristalina, sin ambigüedades pero de corazón sutil. Por ahora hay disponibles 39 capítulos en inglés, aunque en mandarín están ya todos. Una antología para los forofos del folclore y las historias sencillas. Es necesario tener presente que la mentalidad nipona es diferente de la nuestra, y que con mangas como este es un auténtico placer disfrutar y amar esa diferencia. Muy recomendable, un preludio perfecto para lo que Ponent Mon nos tiene preparado en primavera. ¡Quiero hincarle los catirons ya! Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

anime, largometraje, manga, paja mental

La señorita Hokusai

¡Vaya días estamos pasando! Todo empezó con el fallecimiento de mi querido Lemmy Kilmister. No me lo esperaba en absoluto, es uno de esos artistas entrañables del rock a los que estaba acostumbrada desde niña y ni siquiera me planteé que pudiera morir. Luego la desaparición de Bowie, otro mazazo de los gordos. Lo que ha supuesto este señor para la música popular de finales del s. XX es algo que todavía no nos hacemos idea. Y hoy… hoy se nos ha ido Alan Rickman. Para mí siempre será el perfecto Coronel Brandon, uno de mis personajes favoritos de las obras de Jane Austen.

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Siendo todo tan repentino y unido a que prácticamente no he tenido tiempo ni para mí misma, estoy bastante aturdida y triste. ¡Maldita sea, algunos artistas deberían ser inmortales! Así que he buscado un ratillo, a costa de mis sagradas horas de sueño, para escribir un poco. Siempre me viene genial hacerlo y, además, no todo han sido malas noticias…

La gran Magrat, después de que bloggersin ningún tipo de justificación lógica, cerrara sus fantásticas bitácoras (de las que muchos tanto hemos aprendido), ha vuelto. Me parece ya estéril discutir sobre la política de contenidos que tiene Google, porque creo que una mayoría vamos viendo cómo se las gasta. Lo que importa es que Magrat is back! y estoy segura de que nos va a deparar grandísimos momentos. Las Crónicas de Magrat ya están a vuestra disposición y no tardarán en rebosar de entradas excelentes. No podría ser de otra forma.

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¡Muchos ánimos, hermosa!

Y la siguiente buena nueva (al menos para mí) es que, tras mil vueltas y retrasos idiotas, ¡por fin tengo en mis manos Miss Hokusai! Creo que las peripecias que he tenido que sufrir en su búsqueda, han propiciado que vea esta película con más ganas que objetividad. Aun así y a riesgo de escribir una reseña algo monger, allá vamos… que escarbar en material viejuno está muy bien, pero tampoco debo perder de vista el presente. ¡Digo yo!

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Miss Hokusai (2015) está basado en el manga Sarusuberi creado por Hinako Sugiura. Es una autora por la que tengo una curiosidad enorme y de la que, lamentablemente, no he podido leer nada. Y no será porque no lo haya intentado. Era una estudiosa concienzuda del periodo Edo, una verdadera especialista en una época de la que era devota. Esto lo plasmó tanto en libros, espacios televisivos como mangas. Una mujer interesantísima rodeada de gente muy interesante también (Shigeru Mizuki, Hiroshi Aramata que fue su marido, Murasaki Yamada, etc). Daría cualquier cosa por leer algo suyo en algún idioma comprensible para mí. Sé que este blog lo siguen cuatro gatos (preciosos y adorables gatos, por cierto, ¡gracias!) pero si casualmente eres editor, estás leyendo esto (sé que no entiendes cómo has llegado hasta aquí y quieres cerrar la pestaña) y eres un insensato al que no le importa perder dinero,

¡POR FAVOR, PUBLICA ALGO DE ESTA MUJER!

Que alguien lo haga, es necesario. Bueno, necesario para mí. Los dibujos sueltos que he visto de esta autora, además, me han dejado con una cantidad humillante de babas escurriéndose por la barbilla. Tenía un estilo de una limpieza y elegancia bellísimas. Y por lo que he investigado, las temáticas de sus mangas son high priority. La historia de Japón siempre es high priority en esta dislocada casa de Sin Orden ni Concierto.

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Viñeta de «Sarusuberi» de Hinako Sugiura

Pero volvamos al meollo, que es el largometraje animado dirigido por Keiichi Hara. Miss Hokusai lleva a la gran pantalla lo poco que se sabe de la artista femenina Ô-Ei Katsushika. Es una de las escasas pintoras e ilustradoras (por no decir casi la única) de ukiyo-e en la era pre-Meiji de la que se tiene constancia. Era hija de uno de los iconos indiscutibles, junto a Hiroshige, de este movimiento artístico japonés: Katsushika Hokusai. O como se le llama en el film a menudo, Tetsuzo. Hokusai no solo fue encumbrado en su patria, sino que su influencia viajó más adelante hasta Europa, pudiéndola encontrar en el Japonismo. En este film el pintor es ampliamente respetado, aunque su vida sea austera. Resulta muy tierno contemplar el caos que gobierna su casa, pocas veces despejada, donde todo el material que se utiliza para crear se encuentra desparramado por doquier. Me encanta, porque no es solo su material, sino también el de Ô-Ei, que vivió junto a él hasta su muerte. Ambos, padre e hija, viven solo para la pintura. No se preocupan por limpiar, cocinar u otras actividades básicas para una mínima convivencia sana e higiénica. Ninguno de los dos.

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Ô-Ei ha pasado casi desapercibida en la historia del arte por dos motivos: la sombra de su padre es muy alargada y la pobre encima era mujer. Pero lo que nos ha llegado de ella, proclama indudablemente su talento, equiparable al de cualquier colega masculino de la época. Incluso algunas de las obras de Hokusai podían ser directamente dibujadas por Ô-Ei; y no era algo que editores y compradores desconocieran, más bien lo tenían asumido. Ô-Ei tenía un carácter muy similar al de su padre, y llevó una vida que en la actualidad no nos habría sorprendido, pero que en el periodo Edo resultaba bastante inusual.

¿Es Miss Hokusai una obra biográfica? Sí y no. En ella se vuelca lo que se sabe de Ô-Ei (y no es mucho): que le gustaban los incendios, fumar en pipa, beber sake, que tenía un carácter testarudo y fuerte… y más cosas que aparecen en el film que no voy a contar porque los spoilers no son cool. Pero es una película de ficción histórica. Y su disposición no es al uso. El mensaje real de esta obra, además, no es un alegato feminista para reivindicar la misteriosa figura de Ô-Ei Katsushika (que lo merece, por otro lado). Eso sería quedarse en la mera superficie. Miss Hokusai trata en realidad sobre el proceso creativo y la trascendencia del arte, que supera al artista en sí. Qué altisonante y profundo me ha quedado, ¿eh? Pues es la verdad, coñe.

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«Cerezos en flor por la noche» atribuido a Ô-Ei Katsushika

Para Ô-Ei toda experiencia es valiosa, y la visión de cualquier evento, por muy trivial que pueda parecer en principio, encierra claves para su trabajo. Ella observa el mundo con ojos distintos a los comunes; y es capaz, como su padre, de ver más allá. La película nos muestra su talento, su aprendizaje, sus frustraciones profesionales y personales. Ô-Ei es una mujer tenaz y franca; algo adusta pero muy afectuosa con su hermana pequeña, Ô-Nao. Esta es ciega de nacimiento y dolorosamente consciente de que su padre, el gran pintor Hokusai, se siente afligido por haber engendrado un vástago incapaz de advertir o comprender el arte que ama tanto. Apenas se relaciona con ella y la evita. Es Ô-Ei la que demuestra su cariño y estimula el resto de sus sentidos todo lo que le es posible. Y esos instantes en los que aparecen juntas tienen un fulgor emocional muy delicado; casi son lo mejor de la película. Casi.

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El marco de Miss Hokusai no puede estar mejor recreado, los rincones de ese viejo Edo (futuro Tokio) con sus puentes de madera, el templo Sensôji, el teatro representando el clásico Sukeroku con el enésimo Danjûrô, las cortesanas de Yoshiwara y Fukagawa, etc. El ambiente del «mundo flotante» de mano de algunos de sus protagonistas. Ahí tenemos a Hokusai, un hombre ya maduro y completamente indolente, junto a otros personajes que formaron parte de su círculo: Keisai Eizen (en la película el borracho y putero de Zenjirô), Utagawa Kuninao o Totoya Hokkei. Fueron momentos especiales en la historia de Japón, una especie de renacimiento artístico que quizá presentía la ya cercana Restauración Meiji (1868). A pesar de que la nación seguía aislada del mundo, la estabilidad del shogunato Tokugawa, sin ya sangrientas guerras civiles en el horizonte, propició un gran crecimiento demográfico y el asentamiento de culturas urbanas complejas como las de Edo u Osaka. Las clases medias medraron y de ellas surgió esa filosofía hedonista (ukiyo), donde la vida debe disfrutarse al máximo en el presente, pues todo resulta efímero y transitorio. La gente desarrolló un gusto por las artes y el entretenimiento inédito hasta entonces y, gracias a ello, surgió uno de los precursores del pop-art del s. XX: el ukiyo-e. Una suerte de ¿democratización? del arte en la que las estampas de actores famosos, cortesanas, escenas eróticas, paisajes y otras imágenes afines a esta sensibilidad, se imprimían y vendían de manera masiva para decorar los hogares. Todo esto, y más, queda perfectamente reflejado en Miss Hokusai.

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Este anime son retazos de la vida corriente del Edo de principios del s. XIX, no hay una organización clásica tipo introducción-nudo-desenlace. Intuyo que sigue la estructura y pautas del manga original, porque se trata de pequeños relatos engarzados unos con otros, pero que no tienen una continuidad argumental. Así refuerza su claro espíritu de slice of life. Es un breve paseo por un momento concreto de la existencia de esta mujer. Sin más. Esto quizá despiste al espectador medio, acostumbrado a un patrón más tradicional, pero desde mi perspectiva brinda una sensación de realidad más apegada a lo cotidiano. Y es que la vida no deja de ser eso, una sucesión de modestos y grandes eventos cuyo nexo común es nuestra conciencia; en este caso la de Ô-Ei.

Y como buena historia japonesa, el resplandor sobrenatural no puede faltar. Ya lo hemos comentado otras veces, pero lo fantástico posee una carga de realidad en Oriente que no existe en las culturas occidentales, donde existe una dicotomía muy clara. Dragones, rokurobuki, pinturas infernales encantadas, oni, yûrei… hasta el Buda.

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Miss Hokusai no es tan espectacular como una producción Ghibli, que es uno de los referentes a los que, inconscientemente, uno acude cuando ve una película animada japonesa de este tipo. Es Production I.G el que está detrás, y es una empresa competente que nos ha ofrecido cosas tan memorables como Psycho-Pass, Ghost in the Shell o Kimi ni Todoke, por poner tres ejemplos. Solo encuentro dos peros importantes a esta cinta: la música (sí, amigos, mi eterno problema con la animación japonesa) que no entiendo por qué introducen en algunos instantes piezas de rock (WTF YOU FUCKERS!!!) y el CGI que a veces, y aunque es discreto, se me hace ligeramente guarrete.

Miss Hokusai es muy digna y, a pesar de que no tiene la épica o pomposidad que a veces se espera en una sala de cine, resulta que en su elegante humildad está su grandeza. Sin alardes, pero emotiva. No va a ser la película de vuestras vidas, aunque sí merece un rato de vuestro tiempo.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.