Fuyu no Hi (2003) es el broche de oro para finalizar en SOnC la celebración de los 100 años de anime en este 2017. Pensaba que no iba a tener tiempo de realizarla, pero aquí la tenéis, convenientemente programada junto a las tres siguientes entradas. Así que si por casualidad os topáis con ella, permaneced atentos porque las posteriores no aparecerán anunciadas en las redes sociales. Como bien deduciréis, me encuentro fuera durante estos días y la desconexión será casi total. La Navidad es una época difícil para mí, aunque una vez pase estaré con vosotros de nuevo con normalidad. Y contestaré los comentarios pendientes, que son unos cuantos. Mientras tanto, los que estéis suscritos vía correo electrónico no notaréis ninguna diferencia.
Días de invierno o Fuyu no Hi es un anime bastante especial, y que nos va a servir para cerrar la sección 2017: un siglo de anime de una forma perfecta. Se trata de una obra coral coordinada por mi querido Kihachirô Kawamoto e inspirada en el renga. El renga es un género literario japonés en el que diversos autores colaboran escribiendo poemas encadenados. Es de origen bastante antiguo y en uno de sus estilos, el haikai, una forma más accesible aunque no menos espiritual del renga, se especializó el poeta Matsuo Bashô (1644-1694). De hecho, consagró su vida a dignificar y perfeccionar el haikai no renga, convirtiéndose a su vez en una de las figuras literarias más importantes del periodo Edo. Es considerado el más grande maestro del hokku (haiku) de la historia, un creador indispensable de la literatura nipona.

Sin embargo, donde realmente brilló, y esto reconocido por él mismo, fue en el renga; y en uno de ellos, Fuyu no Hi (1684), se basó Kawamoto para organizar su propio haikai audiovisual. Días de invierno nació a finales del s. XVII en Nagoya, durante uno de los viajes de Bashô. El poeta era todo un trotamundos, siempre buscaba inspiración en las zonas más remotas de Japón. Allí fue invitado por el grupo de literatos de la ciudad a componer poesía, y de esa forma vio la luz la primera antología importante de haikai de Bashô. Los poetas que trabajaron con Bashô, salvo por Kakei, líder de la comunidad literaria de Nagoya y médico de extracto samurai, eran todos jóvenes comerciantes de posición acomodada. Sus nombres: Kakei, Tokoku, Yasui, Jûgo y Shôhei.
Tomando los poemas de Fuyu no Hi como base, un total de 36 animadores crearon un cadáver exquisito de cortometrajes que se llevó el Gran Premio del Festival de Arte de Japón en 2003. Durante 39 minutos, creadores tanto japoneses como de otros países pusieron su talento al servicio del gran Bashô. Y el resultado fue muy, muy heterogéneo. Kawamoto no dudo en acudir para este proyecto a artistas con influencias, estilos y maneras de trabajar muy diferentes; sin prestar atención a su nacionalidad o sexo. Simplemente eligió a los que consideró, según su criterio, animadores con talento.
Y es lo que tenemos en Fuyu no Hi, un batiburrillo sorprendente donde la animación tradicional, el stop-motion, la rotoscopia, el cut-out, la animación flash o el CGI van sucediéndose sin pausa. Salvo el primero de todos, realizado por el grandísimo Yuri Norshtéin, todos los cortos duran entre cuarenta y sesenta segundos. Kawamoto, como el director de tamaña orquesta, colaboró con dos.
La poesía japonesa posee en su naturaleza simple y elegante una poderosa simiente visual que la hace muy apropiada para el lenguaje cinematográfico. Esa clara afinidad ha sido aprovechada desde casi los inicios del séptimo arte, y la animación no ha sido una excepción. Este proyecto de Kawamoto no fue en ese aspecto pionero, no obstante el reunir bajo el paraguas de Bashô a tan excelentes artistas y ensamblar sus diversas contribuciones sí que supuso una novedad realmente atractiva.
La compilación se inicia con Yuri Norshtéin y el kyôku de Bashô que abre el Fuyu no Hi. Una especie de saludo de tinte cómico donde el poeta se compara con Chikusai, un personaje popular de las novelas cortas o kana-zôshi de la época, un anti-héroe vagabundo que se gana la vida como curandero. Y el listón lo pone muy alto, de hecho algunos de los artistas no consiguen estar a la altura de semejante declaración de principios. Posiblemente los que más flaquean son los que toman la senda informática, y los mejores parados, con diferencia, los que se inclinan por una animación analógica y tradicional.
Como ya comentábamos, Fuyu no Hi es tremendamente diverso en temáticas y estilos, cada animador posee un carácter propio y diferenciado; y a esto hay que unirle la visión occidental, que siempre aportará su peculiar idiosincrasia a una obra literaria tan, tan japonesa. Yuri Norshtéin (Rusia), Raoul Servais (Bélgica), Jacques Drouin (Canadá), Aleksandr Petrov (Rusia), Co Hoedeman (Holanda), Bai-rong Wong (China), Mark Baker (Reino Unido) y Bretislav Pojar (República Checa) son los artistas extranjeros que brindarán su particular perspectiva.
De los 36 que conforman este ómnibus, he seleccionado mis 10 favoritos para comentarlos brevemente. Mis favoritos, repito, por lo que puede haber otros cortos igual de excelentes que probablemente te gusten. Como observaréis, de mi selección ninguno recurre a los artificios de la informática porque, como ya he comentado un poquito más arriba, son los más flojos de la antología. De hecho hay tres o cuatro que son verdaderamente cutres, no entiendo cómo se colaron en Fuyu no Hi, porque su calidad cochambrosa es notoria. Pero ya se sabe que nada es perfecto, qué le vamos a hacer. Aun así, es obligatorio señalar que la música del compositor Shinichirô Ikebe es magnífica, uno de los puntos fuertes de Días de Invierno sin duda.
Raoul Servais (1928, Ostende) es una leyenda viva de las artes, trabajó con René Magritte o Paul Delvaux; y siempre ha sido una mente inquieta. Su contribución a Fuyu no Hi tiene un algo de su Harpya (1979), y mientras el poema de Yasui y Bashô habla sobre un monje, posiblemente enamorado, que decide huir de sus votos y afecto (la garza es un pájaro tímido) a una casa entre arrozales, Servais decide otorgarle un contundente ánimo surrealista y opresivo. Hace hincapié en el veneno de la mente, que enmaraña y oscurece el amor cuando la soledad crece. Delicioso.
No he encontrado mucha información sobre Noriko Morita, la animadora encargada de este segmento; y me apena porque es uno de mis preferidos por su audacia y dinamismo. Expresa muy bien el sentido del poema de Jûgo, que transforma el anterior de Yasui y Bashô en la tristeza y amargura de una mujer a la que, mediante engaños, han arrebatado su hijo recién nacido. Destacar que el amor tanto en el monje como en la mujer provoca algún tipo de vergüenza, empujándolos al aislamiento.
Sobre Reiko Okuyama escribí aquí hace un par de semanas, una de las figuras femeninas más importantes del anime y que hizo historia con su lucha por los derechos laborales de las mujeres en Japón. Toda una heroína en el campo de la animación como en el del sindicalismo. En Fuyu no Hi aparece junto a su marido, el también importante animador Yôichi Kotabe, junto al que colaboró durante toda su vida. Alejándose de las vertientes comerciales donde hizo la mayoría de su carrera, en este corto plasma la tristeza de la madre que acaba de perder a su hijo pero porque ha fallecido, enfatizando la noción budista de la impermanencia (mujô) y la ilusoria naturaleza de la vida.
Aleksandr Petrov (1957, Prechistoye) es el maestro mundial de la pintura sobre cristal, una especialidad de la animación muy rara, bellísima y bastante complicada de realizar. Sobre él escribí un poco aquí y si no lo conocéis, deberíais hacerlo lo antes posible porque su obra es completamente extraordinaria. En Fuyu no Hi hace gala de su habitual y sorprendente destreza con la triste poesía original de Tokoku, donde el abandono y la pobreza son los protagonistas. Sin embargo, Petrov decide quitarle algo de dureza mediante la figura de un niño vagabundo, que valientemente se enfrenta a una gigantesca sombra.
Seiichi Hayashi (1945, Manchuria) es una de mis debilidades en el mundo del animanga. Uno de mis mangaka preferidos. Period. Creo que su trabajo no es lo bastante reconocido, y que debería tener más divulgación, porque lo merece. Sin embargo, su segmento para este Días de Invierno no impresiona demasiado. La animación es muy normalita, pero sigue siendo él, con sus maravillosos diseños y especial sensibilidad. Además un gato tiene cierto protagonismo. Hayashi ha sabido adaptar con sencillez un poema que habla del oriiru o retiro de la corte imperial de una dama de la era Heian, que ha ido a vivir a un barrio lleno de gente chismosa. Y se aburre muchísimo en ese ambiente.
Azuru Isshiki (Tokio) es una animadora independiente que comenzó su andadura en Toei Animation Co. Ha escrito un libro sobre técnicas de animación y trabajado a lo largo de los años en diversos proyectos que han sido galardonados con varios premios. Actualmente forma parte del grupo creativo G9+1, en el que está desarrollando su carrera. Este corto suyo me ha gustado mucho por su frescura, con un dibujo de línea clara e ingenua, que contrasta con el de la mayoría de sus colegas, mucho más alambicado. Isshiki opta por la simplicidad del trazo inspirado en los tebeos, y funciona bien. En este poema la dama de la corte se ha hecho monja, y en el barrio recuerda con nostalgia los cerezos en flor del Palacio Imperial.
Mark Baker (1959, Londres) es conocido actualmente sobre todo por Peppa Pig, pero sus trabajos abarcan muchas e interesantes obras que han llegado a estar nominadas incluso para los Oscars. Su estilo de apariencia infantil esconde en realidad gran sofisticación. Y haciendo honor a su método luminoso y sencillo, su segmento resulta ser uno de los más claros de la antología, que no necesita interpretación alguna. Una adaptación elemental y directa de una poesía que podría haber seguido derroteros bastante más oscuros.
Reiko Yokosuka (Hitachinaka) es la responsable de uno de los cortos que más me gustan de este Fuyu no Hi. Heredera de la tradición del sumi-e o pintura monocromática en tinta, en Días de Invierno hace del minimalismo un prodigio difícil de superar. De una manera diáfana queda reflejado su amor por la naturaleza, y la sutilidad de su trazo sobre el papel washi evoca los espíritus del shintô en su forma más pura. Esta mujer es maravillosa, y lamento profundamente que su obra no tenga más reconocimiento y difusión, porque además sus cortos son bastante complicados de localizar. ¿He dicho que es fan de Môto Hagio y Ryôko Yamagishi? Pues lo es. Encima tiene un gusto soberbio para los mangas. Ains.
Creo que Isao Takahata (1935, Ise) no necesita ningún tipo de presentación. Su contribución a Fuyu no Hi es una de las más interesantes, integrando un curioso sentido del humor suavemente escatológico en su segmento; donde lo sagrado y lo profano, lo puro y lo impuro se entremezclan como en la vida misma. Comienza muy solemne, recreándose en la tradición pictórica japonesa más clásica; sin embargo, esa ceremonia y gravedad pronto se verán doblegadas por la imperiosa llamada de la naturaleza. Muy divertido.
Sobre Fusako Yusaki (1937, Fukuoka) también escribí en la entrada dedicada a animadoras japonesas (enlace aquí) y no podía faltar entre mis favoritos de Fuyu no Hi porque esta señora siempre sorprende con su habilidad y enorme imaginación. Inspirándose en las obras de Giorgio de Chirico (1888-1978), ofrece un corto pleno de luz, color y alegría. Con inteligencia y gracia, el claymation dúctil de Yusaki-sensei discurre plácidamente entre los demás. Y es que esta animadora siempre fue diferente, y en Días de Invierno queda muy patente eso. Me produce también cierta tristeza, pues da la sensación de que el legado de su estilo no esté siendo recogido por nadie. Esperemos que no sea así de verdad.
Fuyu no Hi es una obra con unos cuantos altibajos, aunque también posee grandes aportaciones. Por eso el ritmo del conjunto no resulta armonioso, y es algo que se echa de menos, teniendo en cuenta además que la esencia del renga es esa, un fluir equilibrado de distintas ideas. No obstante, este defecto suele surgir en los proyectos donde convergen tantos artistas diferentes y con maneras de concebir la animación tan dispares. Por eso mismo también merece la pena verlo y disfrutar de esa pluralidad que ayuda a descongestionar la mente tras consumir grandes cantidades de anime estándar. Hay vida más allá de la comercialidad, os lo prometo, una vida igual de interesante o más, que abre la perspectiva a nuevas y antiguas (pero desconocidas) formas de expresión.
Y con esta entrada despedimos el 2017 en SOnC. Espero que hayas disfrutado de este pequeño apartado en el blog, donde se han intentado difundir las creaciones y trabajos de los pioneros y leyendas de la animación japonesa. Ha sido la sección más importante en cuestión de contenidos (y más ignorada) de este año en la bitácora. No obstante, me he dejado unos cuantos creadores en el tintero, pero eso tampoco es óbice para que no pueda escribir sobre ellos ¡y ellas! en el futuro. Que lo haré con total seguridad, porque los clásicos nunca mueren, y es necesario tenerlos siempre presentes. Feliz Año Nuevo, camaradas otacos, que este 2018 Manga no Kamisama os sea favorable.