literatura, manga, música

Gymnopédies: gimnasia del corazón

Llevo una temporadita leyendo mucho manga en vez de diversificarme un poco más. Tengo varios libros aparcados y también unos cuantos anime a medias. Salvo material de temporada, he dado un parón seco en todo lo demás; y me encuentro devorando tebeo japonés non-stop. Son épocas caprichosas. Me da por ahí, sin más, tampoco me pregunto la razón. Sucede y me dejo llevar. Por eso es probable que las próximas entradas estén dedicadas exclusivamente al mundo del manga. Hasta que el arrebato se calme, imagino.

Hoy tengo planeado escribir una reseña en la que voy a tener la oportunidad de mezclar dos temas que me encantan: el cómic y la música. Se trata de un manga cortito, consta solo de 6 episodios, llamado Prologue: Gymnopédies (2012). Y más que un tebeo, se trata de un proyecto ambicioso que abarca, además de la experiencia visual del cómic, la musical. Según los propios creadores Mieru Record with Otowa, es una experiencia sinestésica donde «se escucha un libro» y «se lee la música». La mejor manera de que entendáis todo esto es viendo el siguiente vídeo.

A mí estas cositas tan poco prácticas, con tan escasa salida comercial pero taaaan hermosas e insólitas, me enamoran en cuestión de nanosegundos. El que haya tenido una cajita de música de este tipo alguna vez, seguro que conoce esa sensación mágica, casi como de estar en un mundo diminuto y encantado, al girar su manivela y ponerla en funcionamiento. Con sumo cuidado y en silencio. Y si a eso le unimos leer un manga al mismo tiempo, tenemos una joya de la inutilidad y la belleza más absolutas. Perfecto para mí y para todas esas personas con alma de duendecillo que todavía quedamos pululando por la tierra. Si viviera en Japón me habría hecho con estas preciosidades, pero respirando justo en el otro extremo de Eurasia resulta un pelín complicado… porque además no soy rica (más bien al puto revés). Aunque parece que la edición de Prologue: Gymnopédies es algo más sofisticada por lo que aparece en la web. Por supuesto, he tenido que conformarme con leerlo mediante scanlations y sin la música simple y cristalina de la cajita, que seguro las piezas de Satie ganan nuevos matices de esa forma. No lo he mencionado antes, pero imagino que sabréis qué son las Gymnopédies (1888) y quién fue su autor, Erik Satie (1866-1925).

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Satie y Picabia en el cortometraje dadá Entr’act (1924) de René Clair

Si empiezo a desembuchar sobre Satie, creo que puedo morir perfectamente sobre el teclado (y vosotros también) tras escribir un gúgoltriplex de palabras, palabras y más palabras. Pero a modo de resumen, Erik Satie es el alfa y el omega de la música moderna. Podéis pensar, muy razonablemente, que estoy borracha o drogada por soltar tremenda sentencia… y en otro momento quizá hubierais tenido razón. No obstante, justo ahora no me encuentro ebria. Satie fue chispa y precursor de importantes movimientos musicales desarrollados durante el s. XX y que todavía continúan vigentes, como el minimalismo, el ambient o el jazz. Fue un hombre bastante extraño al que me habría encantado conocer, su vida estuvo plagada de anécdotas y experiencias que bien merecerían una película. A pesar de tener el apoyo de sus amigos Debussy y Ravel, sus obras no gozaron del favor popular. Pero él siempre siguió su senda, disfuncional, pero SU senda. Fue a posteriori que se reconoció su legado. Estuvo muy vinculado además con el avant-garde, en concreto con el dadaísmo, surrealismo y cubismo. Él mismo deseaba romper con el academicismo y buscar nuevas formas de expresión: armonía no triádica, bitonalidad, politonalidad, uso de nuevas escalas… y todo con una fuerte impronta de música medieval. Fue algo revolucionario. Quizá las Gymnopédies no sean el ejemplo más claro de esa ruptura; aunque detrás de sus melodías delicadas y repetitivas encontramos esa mecánica sin aparente forma que tan incomprensible resultaba a algunos de sus contemporáneos.

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Debussy y Satie

Las Gymnopédies son, junto a las Gnossiennes, las obras más célebres del compositor. En específico la Gymnopédie nº 1 es un hipermegahitdelinfiernosatanás que todo el mundo, hasta el emperador galáctico de los cenutrios, ha escuchado una vez en su vida. Y la reconoce. Su dispersión en el mundo de la cultura popular (cine, videojuegos, música pop, series de TV…) ha sido fabulosa; y el mundo del anime no ha sido una excepción tampoco. Ni mucho menos.

Lo primero que llama la atención de estas tres piezas es el nombre. ¿Gymnoqué? En el s. XIX en Francia tampoco sabían qué carajo significaba, salvo los que hubieran tenido una mínima formación clásica, por supuesto. Muchos pensaron que se trataba de un neologismo que el excéntrico músico había inventado. Pero las gimnopedias habían existido. En la Hélade, concretamente entre lacedemonios… this is Sparta! Dejando atrás las coñas marineras, eran unas festividades de índole bélica donde participaban danzando desnudos (γυμνός) los jóvenes (παῖς), de ahí γυμνοπαιδίαι o gimnopedia. ¿Se inspiró en ellas Satie para componerlas? Pues hay un debate encendido sobre el tema, no se sabe muy bien de dónde sacó el nombre y por qué lo escogió. Además, añadiendo las rarezas congénitas de Satie, resulta complicado llegar a una conclusión. Hay diversas teorías, no obstante, que las relacionan con la Salambó (1862) de Flaubert, el poema Les Antiques de Contamine de Latour o con una broma que le quiso gastar el compositor al dueño de Le Chat Noir, Rodolphe Salis. Satie no era un músico famoso, así que para impresionar y a la vez burlarse de Salis, se hizo presentar como «Erik Satie, gimnopedista». Salis reaccionó primero desconcertado y luego respondió: «Vaya, esa sí que es una profesión importante».

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Nunca pierdo ocasión de plantar a Isis en el blog, aunque sea mediante una foto de mierda hecha con un móvil de mierda. Sobre su lomo, «Salambó» y «La madre de los monstruos» de Maupassant. Os recomiendo ambos, btw.

Pero regresando a las propias Gymnopédies, los nombres de las piezas son:

  • Gymnopédie n.º 1: Lent et douloureux
  • Gymnopédie n.º 2: Lent et triste
  • Gymnopédie n.º 3: Lent et grave

Y sí, son lentas. Y dolorosas, tristes, serias. Pero muy bellas. No son la obra más característica de Satie, pero sí la más famosa. En ella encontramos las primeras patadas de pura rebeldía a la música convencional de su tiempo. Escondidas tras la elegancia mística de su melodía, resuenan disonancias que son como arritmias en el corazón.

Las Trois Gymnopédies han servido de inspiración y leitmotiv a este manga coordinado por el artista Yuta Kayashima. Son seis relatos cortos e independientes, cada uno realizado por un autor distinto. Salvo Murai, de la que escribí un poco en la entrada de Alenzyas, no conocía a ninguno. Son todos mangakas jóvenes, dando sus primeros pasos en el mundo editorial, algunos de ellos trabajando en sus propios webcomics. Y potencial tienen. Sus nombres: Miyû Sekine, Yûri Mikami, Natsujikei Miyazaki y Yosomachi.

La libertad creativa es total, o eso se desprende tras leerlo mientras se escuchan las Gymnopédies (requisito imprescindible, por cierto). Por eso no esperéis un cómic al uso. Como la misma obra musical de la que surge, la ensoñación y el surrealismo acaparan su espíritu. Y el compás lánguido de Satie es el que moldea las viñetas, donde la violencia puede golpear de improviso o la exuberancia brotar como una explosión repentina de confeti en el aire. Imaginación al poder. Las historias son extremadamente simples, dirigidas a evocar, a sugerir emociones más que a transmitir información; y cada una de ellas posee un estilo muy diferente.

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«A night absent of return» de Murai

De los seis el que más me ha gustado ha sido Déjà vu de Mikami Yûri. Me ha recordado muchísimo a Seiichi Hayashi pero con una delicadeza más cercana a artistas europeos como Jean Cocteau o Servais. Su cuento es de una simplicidad y gracia que me han conquistado por completo. Juega con la nostalgia, la fragilidad de la memoria y la esperanza. A night absent of return de Murai también me ha parecido interesante, trabaja con esa pareja desigual que la autora suele prodigar en sus obras. El arte de esta señora es un primor, por cierto, con un estilo muy peculiar. A certain student, Gymnopédies de Natsujikei Miyazaki es vistoso y quizá el más cercano para el público joven. Es una maravilla seguirlo con la música de Satie, gana muchísimo. For a quiet night’s sleep de Yosomachi es un slice of life a lo Jirô Taniguchi encantador, con un dibujo minucioso y tradicional. Preciosos detalles. Gentle water de Kayashima Yuta quizá sea el que más soso me ha parecido de todos, aun así es una bonita alegoría de reminiscencias psicodélicas muy dinámica. Y, finalmente, Slowly, as if in pain de Miyû Sekine resulta divertido y sagaz, muy cerebral. No se pierde en las nubes de la mente, sino que de manera lúcida, incluso un poquito mordaz, se recrea en conceptos esenciales de la vida. Me ha parecido la historia más Satie de todas.

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«Déjà vu» de Mikami Yûri.

Prologue: Gymnopédies es un experimento curioso que bien merece un rato de vuestro tiempo. Como son disparos directos al kokoro, no requieren gran esfuerzo intelectual, solo buscar un momento de soledad, calma y dejarse llevar tanto por los cuentos como por la música (vuelvo a insistir en que es indispensable leer este manga con Satie). La suave melancolía que planea por cada uno de ellos es tierna pero no edulcorada, de hecho se respira una crueldad de baja intensidad en alguno de los capítulos que aporta un sabor agridulce perfecto. Es un manga pleno de sutilezas pero que no se anda por las ramas a la hora de estrujar el estómago. ¿Lo recomiendo? Desde luego, aunque Prologue: Gymnopédies no es ni One Piece ni Bokura ga Ita. Todos mis respetos hacia ellos, pero este manga es de urdimbre más tenue, lo que puede resultar insípido para algunos paladares. Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

cortometrajes, marionetas, música

Lacónicos: 3 cuentos de verano

Sinceramente, no sé si os agradan demasiado las entradas dedicadas a cortometrajes; pero como a mí sí que me encanta en general este formato y encima, fíjate tú, esta bitacora solitaria me pertenece, pues… pues que van a ir cayendo más posts del pelaje.

Los de hoy son tres cortos que tienen bastantes cosas en común. Para empezar, una duración superior a la media, de unos 20-25 minutos. También que son cuentos, de ahí que compartan un airecillo infantil, aunque ocultan temáticas más serias y maduras. Y, para rematar, las tres poseen una impronta occidental impepinable, aunque su naturaleza sea, de un modo u otro, japonesa.

Tres pequeñas obras perfectas para el estío, colmadas de gran imaginación y fantasía. La primera para beber como una limonada refrescante y dejarse llevar. La segunda, dirigida a la calma y reflexión nocturnas. Y la tercera va de los ojos directamente a las tripas, sin compasión. Todas para ser disfrutadas sin reservas y con una pincelada anticomercial la mar de saludable.

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Mike Smith

1998

1001 nights es un viaje. Un viaje onírico al servicio de la música. Porque es la que marca la cadencia, el compás y el ritmo. Todo. El compositor fue David Newman y la pieza interpretada por la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles. Pero, a su vez, la música se basó en ilustraciones del siempre maravilloso Yoshitaka Amano. Detrás de esta auténtica obra de arte, hija bastarda de la Fantasia (1940) de Disney, estaba el genio imprevisible de Amano-sensei. Y aquí tenemos una simbiosis impecable entre el flujo de imágenes y música, nutriéndose mutuamente en una marea enigmática.

Con 1001 nights solo hay que hacer una cosa: dejarse llevar. A poco que se conozca a Yoshitaka Amano, se sabe lo que esperar: ensoñaciones barrocas de aroma klimtiano que desdeñan el concepto de límite. La historia se derrama con libertad, fluye veloz y filtra todas las realidades de consciencia. Es un relato de amor y erotismo, brillante, caótico, hermoso. Llama muchísimo la atención la miscelánea de estilos y texturas, donde brotan de repente añejos 3D como surgen ingenuas acuarelas, neones expresionistas o golosinas muy Chagall. Este cortometraje deslumbra ya no solo a nivel estético, sino que su profunda carga simbólica requiere introspección.

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Briar Rose

Kihachirô Kawamoto

1990

Creo que he dejado claro más de una vez que soy fan acérrima de Kihachirô Kawamoto. El legado de este hombre en el mundo de la animación y el stop-motion es de valor incalculable, y de una belleza y refinamiento que muy pocas veces más se ha visto. Genio y artesaníaAquí hablo de un par de obras suyas, por si os apetece leer algo más sobre su vida.

Briar Rose o La bella durmiente, la realizó en los estudios de Praga de su mentor Jiří Trnka, el cual, tristemente, no vivió lo suficiente para poder ver una obra terminada de su discípulo. Aunque sí le transmitió lo mejor de su saber, que Kawamoto supo hacer florecer de manera tan espléndida como esta. Para ver este cortometraje hay que olvidar totalmente las versiones clásicas de Perrault y los Grimm del cuento. O quizás no, tenerlas bien presentes para que el impacto sea mayor. Se trata de una revisión bastante curiosa, y no exenta de cierta ironía. Contada en primera persona, formalmente es tradicional y de ritmo sereno; es el argumento lo que fascina. La protagonista no es un ente pasivo, ella misma nos está contando sus circunstancias, acciones y pensamientos. Y lo más importante: lo que verdaderamente se encuentra detrás de su historia, donde el sexo tiene un papel fundamental. ¡Disney, veo que te ruborizas!

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Le conte du monde flottant

Alain Escalle

2001

El cuento del mundo flotante son 23 minutos de conmoción visual. Se trata de un corto que el francés Alain Escalle realizó hace 15 años mientras trabajaba en el campo de la publicidad en Japón. En su momento, al menos como yo recuerdo en Francia, tuvo cierta relevancia y cosechó varios premios y nominaciones importantes, como a los premios César. No es una obra fácil y pasada más de una década, su visionado es todavía menos sencillo. ¿Por qué? Se unen dos cosas: primero, la temática que trata es muy dura. El bombardeo de las ciudades de Hiroshima y Nagasaki cambió muchas cosas, y no solo en las islas niponas. Escalle es crudo y directo en su visión de lo que fueron estos acontecimientos, a pesar de las alegorías que aparecen. Y segundo, se trata de un corto que une imagen real con CGI. La tecnología, aunque avanzada, no es ni comparable con la actual, y es un campo en el que el desfase se nota muchísimo. 

Sin embargo, es un cortometraje que merece un vistazo atento (aquí lo podéis ver completo online) y que muestra no ya solo técnicas interesantes, sino una aproximación a Hiroshima original y de vertiente artística muy pronunciada. Apenas hay texto, un par de haikus y poco más; la fuerza de Le conte du monde flottant se halla en la tremenda expresividad de su imagen: los actores, las coreografías, los colores. Para ello recurre, por supuesto, a la danza butô y a la elegancia del kabuki. Una mezcla de pasado y presente, donde el Feísmo campa a sus anchas, pero también la delicadeza. Verdaderamente inquietante.

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Y este ha sido el piscolabis de hoy. Cortito pero denso. Espero que os animéis con alguno de ellos… ¡o con todos! Son los tres obras notables. Cierto que demandan apagar el piloto automático, pero eso también resulta aconsejable hacerlo de vez en cuando. Por el bien neuronal y esas cosas.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

manga, música, MUAHAHAHA, paja mental

De cómo Kyôko Okazaki desterró lo kawaii y recauchutó el josei: Helter Skelter

1968. Paul McCartney andaba con la mosca detrás de la oreja: «¿Así que I can see for miles es una barbaridad de canción, con un tipo de sonido nunca escuchado antes, eh?» Y decidió investigar esos nuevos derroteros sónicos que The Who habían comenzado a transitar. «Os vais a cagar», debió de pensar. Lo que surgió tras ese pique artístico es ya historia: la salvajada de Helter Skelter. Una tormenta de furia, caos y ruido que superó en brutalidad a I can see for miles. Pablito se debió de quedar bien descansado, harto además de que acusaran a los Beatles de que solo sabían componer moñadas. ZASCA.

Este tema es un clásico del rock imprescindible que se adelantó a su tiempo y presagió la llegada del hard rock, el punk y el noise. Pero también es conocido, desgraciadamente, por servir de inspiración a Charles Manson y su Familia para perpetrar una cadena de asesinatos entre la beautiful people del momento en Hollywood. Esas muertes, junto al desastroso festival de Altamont, marcaron el principio del fin de esa idílica fase hippie de los 60’s. Kyôko Okazaki siempre tuvo inclinación por todo lo relacionado con serial killers como Ted Bundy, así que no fue una extravagancia frívola el titular uno de sus mangas más importantes así, como esa feroz canción de los Beatles que espoleó la imaginación del líder de una secta asesina.

Lamento mucho tener que usar el perfecto simple con Okazaki porque, a pesar de que sigue viva, sufrió un accidente en 1996 que la dejó con unas secuelas tan severas que no ha podido volver a coger un lápiz. Tenía 33 años y el responsable fue un conductor borracho que se dio a la fuga. Acababa de finalizar su manga Helter Skelter, que publicaba Feel Young. Estuvo en coma profundo un tiempo, y su última aparición pública fue en 2010, durante un concierto de Kenji Ozawa, en silla de ruedas. A partir de entonces, silencio.

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Kyôko Okazaki

Aunque no ha podido desarrollar una carrera extensa, sí ha resultado lo bastante trascendental e impactante para que se la considere una de las mangakas más importantes del mundo del josei. Asentó bases y abrió puertas; pero sin duda también el trabajo previo del Grupo del 24 ayudó muchísimo a Okazaki. Se puede decir que es heredera de ese espíritu inconformista que deseaba romper las barreras del género (y de su género) para introducir nuevas temáticas. No todo tenían que ser historias de adolescentes enamoradas en el instituto; no todo tenían que ser aventuras de mujeres jóvenes en busca del amor y un marido. Las demografías shôjojosei merecían un tratamiento mejor, sus lectores merecían un trato mejor. La realidad es compleja, los intereses de cada individuo son distintos, generalizar en exceso crea estereotipos que arraigan todavía más los constructos sociales obsoletos. Quizá en Occidente lo tenemos un poco más claro, pero en Japón no tanto. Por eso la aparición de creadoras así fue, y es, algo tan importante.

Okazaki además plasmó de manera objetiva las inquietudes de su generación, que se había criado en un Japón entregado al consumismo enloquecido, al hedonismo, la avaricia, el culto al cuerpo, etc. Un boom de hiperabundancia, los happy eighties, que escondían tras de sí un gran vacío interior, soledad y melancolía. Okazaki supo canalizarlo todo con dolorosa precisión. Introdujo en sus obras temáticas consideradas impensables hasta entonces para el público femenino: drogas, prostitución, violaciones, asesinatos… Vertió sobre el papel un mundo que estaba ahí (y lo sigue estando), sin paños calientes, lo que le hizo ganarse el apoyo y admiración de miles de personas. Okazaki ya no pensaba en el género de su público, sus mangas brotaban de una honestidad feroz y se dirigían a todos. Hasta en la actualidad su influencia es patente (reconocida además) en artistas como Inio Asano o Asumiko Nakamura, porque su arte y mensaje siguen muy vigentes. Se adelantó a su tiempo, como la canción.

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Las obras de Okazaki en Occidente no han tenido ni una publicación ni difusión a la altura de su relevancia y calidad; aunque en Francia se han preocupado un poquitito más. Nada nuevo bajo el sol. Este año tenemos la enorme suerte de que Tomodomo nos traiga a Môto Hagio; y son precisamente estas pequeñas editoriales las que se están arriesgando más al publicar mangas de contenidos y autores que (gracias a Luzbel) no son solo los superventas entre adolescentes. Este Helter Skelter es su obra más célebre y un buen comienzo para hincarle los colmillos a su estilo. Como ya habréis deducido, está dirigido a un público adulto y es un tebeo muy crudo. No fue hasta el 2003 que la familia permitió su edición en un tankôbon; y al año siguiente recibió el Grand Prize del Premio Cultural Osamu Tezuka.

Helter Skelter se lee en un periquete, son únicamente 9 capítulos. Pero conforme avanza, es perfectamente comprensible tener la sensación de estar leyendo una historia de terror. No hace falta que pululen yûrei en las páginas de un manga para que se pongan los pelos como escarpias. La misma realidad, si se quiere mirar, puede ser horrible. MUY. El título tiene la coletilla de fashion unfriendly, indicando en qué mundo va a desarrollarse la acción: el de la moda.

Celebrities are often found to be extremely fascinating…

because celebrity is like cancer; a type of deformity.

Ririko es una supermodelo que copa todas las portadas, hace sus pinitos como actriz incluso le da al j-pop, porque está en la cresta de la ola. Nadie es más hermosa que ella, nadie genera más interés en la prensa rosa. Es la reina. Detrás de ella está su representante, a la que llama «mamá», que controla y dirige todo aspecto de su vida. Ha sido realmente «mamá» la que hizo de ella el perfecto frankenstein de la belleza, acudiendo a una exclusiva clínica de cirugía estética cuyos métodos consiguen resultados asombrosos. Muy pocas clientas pueden permitirse sus carísimos tratamientos, que requieren además de cierto mantenimiento posterior.lilico5

Lo que nadie sabe es que Ririko es en realidad una adicta a esa clínica, y que su existencia es un torbellino de trabajo duro y frivolidades sin fin que la están volviendo loca. Es un falso ídolo, en lucha paranoica por continuar en la cima y sobrevivir a sí misma. Por eso la llegada de una nueva modelo a su agencia, Kozue Yoshikawa, más joven, natural e independiente, son el escarnio que marca su declive profesional y personal. De manera casi paralela, el investigador y abogado Asada comienza a atar cabos respecto a esa clínica tan misteriosa y los suicidios de unas mujeres jóvenes. Su gran intuición, muy al estilo del agente Dale Cooper (también su personalidad y gusto por el café), lo llevan a relacionarla con Ririko, por la que siente una extraña atracción.

El retrato de Ririko que hace Okazaki es admirable, penetrante, lúcido. Una mujer sin moral, egoísta y profundamente infantil. Un juguete roto que se sabe consciente de su triste papel y aun así, patalea. Hada, por otro lado, es la representación de la fémina gris y discreta. La clásica asistente de superestrella que ve cómo su vida entera es engullida y triturada por Ririko. Aparecen paulatinamente más personajes, todos ellos interesantes y que aportan su granito de arena indispensable para componer un cosmos siniestro y retorcido. No es sorprendente entonces que Okazaki buscara su inspiración en artistas como Helmut Newton (1920-2004), que de forma tan extraordinaria había sabido plasmar el glamour del mundo de la farándula y la moda; o reflejara con descaro en sus trazos a iconos femeninos como Edie Sedgwick o Twiggy. Las referencias cinéfilas, como esa alusión a la maravillosa Sunset Boulevard (1950) que os recomiendo YA a todos, y que trata la decadencia de una gran estrella del cine mudo (mi adorada Gloria Swanson), son muy oportunas y ayudan a perfilar la atmósfera de un mundillo putrefacto.

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Newton vs. Okazaki

Es un crítica cruel, también una exposición sin ambages, de lo que es una parte de esa trampa del mundo femenino: la búsqueda y mantenimiento de la belleza eterna. La belleza como única forma de poder tolerada socialmente. Tolerada y alentada, porque no es una amenaza dada su naturaleza pasajera. Y encima es la virtud más apreciada. La obsesión por el físico es absorbida hasta por estudiantes de secundaria, que respiran esas exigencias sobre la apariencia y contribuyen a su conservación. Pues es todo el sistema el que la ampara y se nutre de ella también, ya que el volumen de dinero que mueve es importante. Y son, para más inri, las propias mujeres las que se convierten en severas guardianas de esa trampa, de esa cárcel. Es perfecto.

Ririko, como suma sacerdotisa de ese culto, es un verdadero monumento al vacío envuelto de artificios. Poco en ella es ya real, la protagonista va dejando de ser persona para difuminarse en un ideal informe e inalcanzable para el público (que la olvidará); y por dentro desintegrarse en cientos de retales conformados por el grave deterioro psicológico y el abuso de drogas y cirugía. Ririko es una cosa, una quimera. En realidad un monstruo que se desmorona. Y extiende su liturgia como un virus, infectando y destruyendo a cualquiera que se acerque. No puede evitarlo.

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A Okazaki no le gustaba Twin Peaks.

La estructura narrativa, como buena obra posmoderna, es alterada de su disposición básica lineal cuando las emociones lo requieren. Okazaki dosifica la información, juega con ella para mantener el suspense de forma sabia y algo sádica también. No teme usar recursos más arriesgados procedentes del simbolismo o el surrealismo, lo que hace la lectura bastante atractiva. Y todo ese universo turbio está reflejado mediante un arte muy peculiar. Tiene un falso aire amateur, una simplicidad engañosa de líneas limpias, que expresa con habilidad toda la complejidad de Helter Skelter. El dibujo parece que fluya como una serpiente, y bebe de los años 60. Un estilo que luego he visto emulado en otras mangakas como Rikako Iketani, pero sin alcanzar ese dislocamiento tan poco comercial (pero fascinante) de Okazaki.

Admito que los dos últimos capítulos no están tan bien hilvanados como el resto, pero su estupendo desenlace disculpa ese traspiés. Helter Skelter huele a noir, pero también a serie B, en algunos momentos es inevitable preguntarse si lo que se está leyendo es plausible o no. Porque la enajenación alcanza niveles alucinantes… pero lo peor (o lo mejor) es que sí que es real. Lo que Okazaki cuenta lo hemos leído y visto con otros nombres y en otros países por la televisión, la crónica de sucesos, las revistas del corazón o incluso en los periódicos. No nos es ajeno, sabemos que existe. Es un mundo del que solo atisbamos la superficie, pulida y sonriente, que en ocasiones deja entrever algún diente podrido, pero cuyos entresijos son un auténtico cenagal.

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¿Recomiendo este manga? No es que lo recomiende, pienso que es imprescindible. Esta autora, como escribo en el título, apartó lo kawaii y otorgó al josei una serie de valores que eran ya necesarios. No lo hizo ella sola, claro, pero fue, y es, una de las cabecillas principales de ese proceso de madurez en esta demografía. Y una de las autoras menos accesibles, porque las temáticas que tocaba no eran precisamente comerciales. A pesar de todo, triunfó.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

música, paja mental, tags

TAG: One Lovely Blog Award

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¡Tags musicales! ¡Bien! Me encantan, así que estoy muy agradecida a mis colegas blogueras Alba de Mundo Anime y Angelique de El Libro de Ange por su nominación. Si no conocéis todavía sus bitácoras, no sé a qué estáis esperando.¡Pulsad los links, coñe!
Como todo tag, busca la difusión de información, blogs y que los que estamos detrás de ellos, nos conozcamos un poquillo más.
Las normas de este One Lovely Blog Award son las siguientes:

 

Agradecer al blog que te nominó
Nominar 11 blogs
Contestar las 11 preguntas
Crear 11 preguntas

Mis predecesoras han escogido continuar con unas mismas preguntas sin crear nuevas, así que voy a hacer lo mismo. Por una vez en mi vida no voy saltarme las reglas demasiado (de una forma u otra siempre lo hago, qué desastre) y proseguiré sus estelas. Además, han elegido música japonesa para contestar, lo que para mí es un tema peliagudo. Suelo detestar el J-Pop y demás variantes. No lo aguanto, qué le voy a hacer, así que para mí este tag es todo un desafío, os lo aseguro. Y eso también me mola. Jeje.

Aclarado el asunto, también os remito a esta entrada donde incluí cinco temas musicales sacados del mundo de la animación japonesa que sí me gustan (y mucho), por si os apetece curiosear más. Lo fácil habría sido meterlas por aquí, pero he preferido no repetirme y esforzarme en recordar otras piezas que se adapten al tag. Y me ha costado, señores. Bastante.

1. UNA CANCIÓN QUE TE PONGA ENFERMA

¿Solo una? Dentro de las series de animación japonesa tengo cientos, no, miles, que me desquician. Escoger solo una es complicado. Pero la primera que me viene a la cabeza es esta, que me parece un engendro del infierno; el horror y la vileza absolutos hechos música. MUERTE AL PRIMER OP DE TORA DORA (al segundo también, pero menos).

 

2. UNA CANCIÓN QUE DESPERTARÍA A UN MUERTO

No sé si despertaría a un muerto, pero a mí me pone las pilas cosa mala. Y encima es de mis OP favoritos de todos los tiempos. Lo tiene TODO.

 

3. UNA CANCIÓN PARA DEDICAR A ALGUIEN

¿Y a quién puedo dedicar una canción procedente del mundo del anime? No lo sé. ¿A vosotros? Pues sí, esta va para todos aquellos que estáis leyendo este tag.

 

4. UNA CANCIÓN QUE TE HACE LLORAR

Más que hacerme llorar, me estruja el corazón muy fuerte. Pero mucho. Con gran sencillez transmite una tristeza enorme.

 

5. UNA CANCIÓN DE TU GRUPO FAVORITO

No tengo grupo favorito, lo siento 😦

 

6. UNA CANCIÓN EN ESPAÑOL

Cuidando de mis sobrinas trago mucha mierda, y entre el «somos los niños de la tierra» de Doraemon (que despierta mis instintos homicidas) y la horrible Peppa Pig (el nuevo descubrimiento de la pequeña), aún hay cosas majas como esta. Mi hermano les compró los DVDs y admito que, a pesar de ser bastante azucarada, Maple town monogatari no está del todo mal. La cancioncilla es tan pegajosa como la serie.

 

7. UNA CANCIÓN EN INGLÉS

Pues nada, que aprovecho para colar a los Daft Punk pero de forma legítima, ¿eh? Si no conocéis Interstella5555: the 5story of the 5ecret 5tar 5ystem, ya estáis tardando. Con una animación old school chulísima, es una peli de sci-fi de lo más interesante. Más que por la historia, por cómo está realizada. Un enorme videoclip que no decae en ningún instante. Y bueno, que está el Discovery (2001) de los franceses llevando la batuta. Maravilloso.

 

8. UNA CANCIÓN EN UN IDIOMA DIFERENTE

¿Vale el gatuno?

Bueno, va. Pongo el OP en euskera de Dragon Ball. Anda que no lo habré tragado veces… siempre me ha parecido que estaba cantando jotas el tipo. Cosas mías.

 

9. UNA CANCIÓN DE TU INFANCIA

Pizzicato Five y Ranma 1/2. Combo perfecto y genial, ‘nuff said.

 

10. UNA CANCIÓN ACTUAL

¿Actual? ¿De esta temporada invernal? Las que he escuchado me parecen horripilantes (para variar), así que para no irme demasiado atrás en el tiempo, ahí dejo uno de los endings de Ninja Slayer. La banda, Electric Eel Shock, son conocidos míos y muy buena gente. Suelen girar bastante fuera de Japón y sus conciertos son realmente espectaculares. Si tenéis la oportunidad de verlos, acudid sin dudarlo. Lo dan todo en el escenario, unos fieras.

 

11. UNA CANCIÓN QUE TE TRAIGA A LA MENTE UN RECUERDO HERMOSO

Para mí esta canción es Hanoi. Y me trae muy buenos, qué digo, excelentísimos recuerdos. El calor pegajoso, las vendedoras de litchis en sus bicicletas, las millones de motos zumbando y la tranquilidad oscura de mi habitación. Comer sentada en la puerta de la calle, jugar con gatos de color tortilla, tomar té de loto y aplastar insectos con periódicos. Luego vendrían los sarpullidos, malditos.

Ahora tengo que hacer 11 nominaciones… aunque me temo que no van a ser tantas. Como siempre en estos casos, mis disculpas anticipadas por si me repito; voy a procurar no hacerlo, pero no soy omnisciente. Mi circulo blogueril además tampoco es tan amplio. Bueno, allá van.

Matías de SEKAINIME

Juan de El baúl de las opiniones

Wanda de Entre sábanas y almohadas

Magrat de Las Crónicas de Magrat

Khalil de El Café Khalil

Vannert de Arte, Terror y Rock n’ Roll

Rizen de El agua es blanca

Mike de Mike’s Blog of Randomness

De nuevo, muchas gracias a Alba y Ange por su nominación, y gracias a mis nominados por adelantado si aceptáis el reto. Espero no importunaros demasiado.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

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TAG: Una canción

Mishusina, de la estupendísima bitácora La Madriguera de Mishusina, ha hecho un tag que me ha encantado. Como tiene que ver con música, he caído entre espumarajos al suelo y me he revolcado en el suelo del placer como Muco. Mentira. Pero, en serio, me ha gustado mucho y, a riesgo de fastidiaros con mis gustos musicales, he decidido realizarlo ahora en un ratito. Llevo unos días onfaia con el blog… pero ya llegará el silencio, ya. Soy así, de combustión explosiva.

El tag consiste en elegir una canción o pieza musical para la correspondiente frase, muy simple, y no hay nominaciones de por medio. Todo muy libre. Y siguiendo ese espíritu, no voy a seleccionar todas las categorías para evitar eternizarme demasiado. Escogeré las que me inspiren más (con tu permiso, Mishusina).

batman
Gordon llamando a Batman. No tiene sentido poner esto aquí pero me apetecía. No conozco de nada al autor, Scott Wade, tampoco. Si alguien tiene información, que la ponga en comentarios. Gracias.

UNA CANCIÓN CON UN COLOR EN EL TÍTULO

Esta es un poco trampa, porque no se refiere la canción a un color, sino a un sentimiento… pero en inglés coincide así que la incorporo al listado.

UNA CANCIÓN CON UN NUMERO EN EL TÍTULO

¿Un número? ¡El 69! Así, en plan garrulo. Nah, mejor el 96. Esta es una buena canción y es la primera que me ha venido a la cabeza. No hay más misterio…

UNA CANCIÓN QUE TE RECUERDE AL VERANO

Para mí verano es sinónimo de bossanova. Podría haber escogido decenas que evocan esta estación de Elis Regina, Nara Leâo, Gilberto Gil, Stan Getz, Antonio Carlos Jôbim, Joâo Gilberto, etc. Pero esta de Sérgio Mendes es el sol. Pero el sol amable y joven de justo después del amanecer. El que no me quema, leñe, y ese me gusta.

UNA CANCIÓN QUE HAY QUE ESCUCHAR FUERTE

Esta es una de las pocas bandas metálicas que actualmente me dicen algo. Pude ver a Mastodon, que son un poco del mismo palo, el año pasado en directo y fue una decepción. No por ellos, que se dejaron la piel en el escenario, sino por el mono sonámbulo y borracho que pusieron a la mesa de sonido. Indignante, sonaron a tubo de escape. Pero bueno, que el vídeo es de Baroness, y aunque son una banda menos conocida que Mastodon, me gustan también bastante más. Estoy un poco harta de escuchar grupos (en este género) que se dedican a clonar las composiciones de la NWOBHM pero tocadas a más velocidad. Estos son aire fresco en el panorama.

UNA CANCIÓN QUE TE HAGA QUERER BAILAR

No me gusta bailar nada. Creo que es un trauma causado por haber pasado tantos años haciendo ballet, cosa que odiaba. Pero con esta canción se me van los pies.

UNA CANCIÓN PARA CONDUCIR

Me va genial cuando estoy dentro del coche. La pongo en repeat. Una que es algo obsesiva.

UNA CANCIÓN SOBRE DROGAS O ALCOHOL

La Emperatriz del Blues. Llevó la pobre una vida bastante jodida. Ser mujer, negra y estrella de la música en los años 20 y 30 en Norteamérica no era nada fácil. Tuvo que ser Janis Joplin la que finalmente, tras cuarenta años, la que le comprara una lápida donde pusiera su nombre. La más grande cantante de blues del mundo jamás dejará de cantar.

UNA CANCIÓN QUE TE HAGA FELIZ

Pues eso, que me pone de buen humor, me calma y hace pensar en playas solitarias a las orillas del Pacífico con volcanes perezosos y cocoteros.

UNA CANCIÓN QUE TE PONGA TRISTE

¿Tengo que decir las razones? Prefiero no hacerlo, pero me pone triste. Mucho.

UNA CANCIÓN DE LA QUE NUNCA TE CANSES

Es perfecta e increíblemente sencilla. Una buena melodía, una letra ambigua y guitarras acústicas de fondo bien trabajadas. Lo que me recuerda que tengo que traer del pueblo la acústica, que no sé qué narices hace ahí. Acumular polvo, claro, o algo peor: caer en las manazas de mi bro.

UNA CANCIÓN DE LOS AÑOS 80

Muy justo, del año 1989. Pero es que la década de los 80, a grandes rasgos, no es mi favorita a nivel musical. Nine Inch Nails siempre me han gustado y Trent Reznor es un tipo bien interesante.

UNA CANCIÓN QUE SEA UN COVER DE OTRO ARTISTA

Me ha costado un montón elegir una versión, pero mucho. Por lo que he ido a lo fácil. Estoy currando ahora material de esta moza para el próximo bolo y nada, que ha caído su cover de los Beatles. Y sí, el que se ve en el vídeo es Robert hairspray Smith de The Cure. Tocó en The Banshees una temporadita pero no duró mucho.

UNA CANCIÓN CLÁSICA

¿Canción clásica? ¿De qué género? ¿Época? Como buena fanática de la música del s. XX y el rock, elijo esta. Es un clásico indudable y una de mis favoritas de Ricky Nelson.

UNA CANCIÓN PARA CANTAR A DÚO

Ya la he cantado a dúo, he de decir. Y no me importaría repetir experiencia.

UNA CANCIÓN CON MUCHOS SIGNIFICADOS PARA TI

Descubrí a la Velvet Underground cuando iba al instituto y no podía creerme que su primer disco hubiera sido grabado en el año 1966. Sonaba (y sigue sonando) tan moderno, tan atemporal, que me dejó con el culo torcido. Y claro, este tema, incluido en ese LP, lo tengo vinculado a un montón de experiencias, muy variopintas, de esa éééépoca mágica de la adolescencia. Y no, no me iba el rollo S/M, por si las moscas.

UNA CANCIÓN CON EL NOMBRE DE UNA PERSONA EN EL TÍTULO

Esta ha sido siempre una de mis bandas de cabecera. La lástima es que se echaron a perder en su regreso hace ya unos años. Segundas partes a veces son nefastas, y aunque ha sido también después cuando han obtenido reconocimiento, para mí la etapa inicial hasta el año 90 es, sencillamente, imbatible. Artísticamente arrasaron con todas las bandas de ese momento, no había NADIE como ellos. Esta no es una de sus canciones más representativas, ese rollo hippioso solo lo sacaban a la luz muy de vez en cuando. Lo suyo era mucho más visceral y complejo. Pero, ea, Jane nos cuenta sus deseos de ir a España en la letra.

UNA CANCIÓN QUE TE MUEVE HACIA ADELANTE

Pues eso, que esta canción me motiva un montón, no hay mucho más que añadir.

UNA CANCIÓN QUE TODO EL MUNDO DEBERÍA ESCUCHAR

Uf, no lo sé. Pero voy a poner a un compositor que me gusta mucho, George Gershwin, interpretando sus tres preludios. El sonido no es muy bueno (de la época) pero es un placer oírlo tocar. Siento ser tan random.

UNA CANCIÓN DE UN ARTISTA QUE HAYA FALLECIDO

Era más conocido su hijo, Jeff Buckley, que también murió joven. Me gustan ambos, más el hijo, al que adoro. Pero así aprovecho para darlo a conocer un poco más, que también lo merece.

UNA CANCIÓN QUE TE ROMPE EL CORAZÓN

No sé si es cómo toca la temática de la canción (el racismo en Estados Unidos) o la melancolía de Billie Holiday o la melodía o lo es TODO. Pero esta pieza me quiebra por dentro.

UNA CANCIÓN DE UN ARTISTA QUE TENGA UNA VOZ QUE AMES

Esta señora es una diosa, no hay lugar en el planeta para sus pulmones y cuerdas vocales, es indescriptible la potencia que posee. Y no solo eso, los matices y ese timbre… buf. Yo quiero cantar como ella, pero no puedo. Lloro.

UNA CANCIÓN QUE RECUERDES DE TU NIÑEZ

La cantaba mucho mi madre, es fan de Charles Aznavour a muerte la buena mujer. Y de Jacques Brel, la Piaf, George Brassens, qué sé yo. Pero este pedazo de clásico es muy emotivo para mí, me trae muuuuchos recuerdos de infancia junto a La foule de Edith Piaf. Pero he escogido esta… laaaa bohème, la bohèèèèmeee ça voule diiire on est heureux laaa bohèème, la bohèèèmeee nous ne mangions qu’un jour sur deeeeeux

UNA CANCIÓN QUE TE RECUERDE A TI MISMO

Yo soy esto. Una cosa frenética medio desesperada y que no suele gustar a la gente en general. O así me veo. No añado más.

No, no hay canciones en español. Prácticamente no escucho música en el idioma de Cervantes y tampoco lo he hecho en el pasado. No niego que se hagan cosas buenas en España o en América en español, pero no me he acercado a ello casi. Salvo alguna cosa suelta como Soda Stereo, Hello Seahorse!, Cuchillo, Los amigos invisibles, La revolución de Emiliano Zapata, Los Saicos o La Santa Cecilia, no presto demasiada atención. Fallo gordo por mi parte dedicándome al tema, pero es lo que hay.

FIN

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Desafío: 3 días, 3 frases – 2

Como ya comentaba ayer, lo mío no son las citas ni las frases, así que mis elecciones no van a ser especialmente brillantes ni profundas. Agradezco, de nuevo, a Khalil su nominación y os conmino a que visitéis su excelente blog. ¡Venga, ya tardáis!

Hoy he escogido una que está incluida en una película que adoro: Blue Velvet (1986) del director David Lynch. Es bastante famosa por lo que, con seguridad, la hayáis visto. Y si no ha sido así, es algo a lo que tenéis que ponerle remedio lo antes posible. En mi humilde opinión, uno de los mejores films de los 80 y mi favorita junto a The Elephant man (1980) y Eraserhead (1977) de este mismo autor.

La película en sí es muy turbia, retorcida, extraña. Con un argumento propio del cine negro, David Lynch creó una obra inquietante llena de referencias a Alfred Hitchcock y una atmósfera claramente surrealista. A Lynch le gusta jugar con los contrastes y, tras la apacible fachada tan American way of life de una población ordinaria estadounidense (Lumberton), se encuentra un submundo lleno de violencia y locura. De ese entorno procede el dueño del siguiente (y glorioso) exabrupto:

Fuck you, you fuckin’ fuck!

Porque, efectivamente, esta es la segunda cita por la que he optado. Creo que no hace falta traducirla, además al hacerlo pierde toda la gracia y esa rica sonoridad; pero, por si las moscas, sería algo así: «que te jodan, puto cabrón de mierda». Aunque acepto alternativas, por supuesto. El español tiene una paleta mucho más extensa de insultos que el inglés. El «de mierda» es cosecha mía, lo admito, pero le brinda el énfasis perfecto dado el contexto además en el que se expresa.

frankbooth

Este señor que veis que quiere follarse cualquier cosa que se menee, es el responsable de tamaña e ingeniosa grosería. He de decir que se pega casi toda la película con la palabra fuck en la boca, pero que eso no os lleve a engaño: Frank Booth es uno de los villanos más siniestros de la historia del cine. Sórdido, complejo, imprevisible, cruel… un psicópata que encima fue interpretado magistralmente por Dennis Hopper. Los matices de este hijo de la grandísima puta son soberbios. Todavía se me ponen los pelos de punta (pero de verdad) cuando lo veo tararear esa maravillosa canción de amor que es In Dreams de Roy Orbison, para pervertirla y hacer de ella algo asfixiante y horrible.

No voy a nominar a nadie en concreto, en realidad OS NOMINO A TODOS. Sí, tú, incauto que estás leyendo esto y no sé quién eres, ESTÁS NOMINADO. Os dejo con la canción leitmotiv de esta enorme película, un clasicazo donde los haya que siempre aporta elegancia y distinción allá donde suena.

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Desafío: 3 días, 3 frases – 1

Khalil I El Grande me ha retado para llevar a cabo una ardua tarea: durante tres días consecutivos, servidora, la paladín de las sumas bizarradas, deberá ofrecer en tributo tres frases a los osados lectores que desplomen sus ojos en los abruptos territorios de esta bitácora.

Bueno, dejando de lado mis habituales payasadas sin gracia, le agradezco a Khalil el haberse acordado de mí. Ya le he comentado que no me va a resultar fácil, porque no soy mucho de citas, pero por lo menos lo voy a intentar. Esta primera no es especialmente meditada, aunque sí me impactó bastante durante un largo tiempo… y todavía me hace cavilar.

It’s better to burn out than to fade away

Que se puede traducir algo así como «es mejor quemarse que languidecer» o similar. Esta extraída de una canción de uno de mis artistas predilectos desde niña (cosas de tener un hermano 10 años mayor), Neil Young. El tema fue incluido en uno de sus álbumes míticos, Rust Never Sleeps (1979) que Young grabó con su banda de toda la vida, Crazy Horse. Es un clásico. Esta frase además trajo cola ya desde el principio, John Lennon la criticó bastante; aunque en mi opinión, y con todos los respetos, no quiso comprender el auténtico significado de esta. Tiene un evidente cariz autodestructivo, pero no deja de ser una manera de expresar que es mejor finalizar algo con contundecia que dejarlo agonizar lentamente. Es una declaración aguda sobre lo que es el espíritu original del rock n’ roll. Digo «original» porque ahora esa rebeldía, incluso cierta rudeza, que lo caracterizaba se ha perdido prácticamente. El punk de los 70’s recuperó esa furia casi nihilista de su nacimiento, pero actualmente el rock se ha convertido en otra cosa. Si es que además se le puede llamar todavía así, claro. Pero ese ya sería otro tema diferente y cabrían miles de matizaciones.

Este verso fue, además, hallado en la nota de suicidio de Kurt Cobain. El rubio de Seattle era muy fan de Neil Young; en realidad este canadiense influyó muchísimo en las bandas que posteriormente conformarían el grunge. Se puede decir que fue como el padrino musical de ese movimiento.

La interpretación de esta frase, como todo en la vida, depende del cerebro que le haga frente. Desde mi punto de vista no tiene ni un mensaje negativo ni positivo, solo insta a la acción, a la toma de una decisión. Pero, ¡ah!, no todas las situaciones son iguales. En el contexto de la propia canción, alude a lo que antes he escrito sobre la esencia primitiva del rock, de hecho hace referencia a Elvis Presley y Johnny Rotten.

Y eso. No quiero alargame más porque no sé si esto os interesa mucho, la música y más el rock de los 70 no son temas de conversación frecuentes… salvo entre melómanos y músicos (soy ambas cosas). Así que me despido hasta la próxima máxima de mañana (buah, qué cacofonía, cuánta eme) y os dejo con la composición, para el que quiera escucharla. Es la versión acústica.

¡Se me olvidaba, las nominaciones! Creo que estáis casi todos ya, por lo que espero me disculpéis si hay repetición. Esto es voluntario, no me ofenderé en absoluto si optáis por pasar del asunto. Hay confianza.

Alba Lara de Mundo Anime

(que no sé si te gusta que te llamen Alba o Lara, tengo una amiga llamada Lara y me encanta su nombre; ya me dirás qué prefieres, no quiero meter más la pata)

El Rincón de Kuroneko

El Destino de la Flor de Cerezo

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

solanin

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音楽: ¡música, maestro!

Hace ya un tiempo Froaude tuvo la imprudente ocurrencia de sugerirme una entrada dedicada a mis OP favoritos del anime. Eso sería como despertar a Cthulhu de su profundo sueño delante de las mismísimas puertas de R’lyeh. Parafraseando al famoso mago, ¡corred, insensatos! MUAHAHAHAHAHAHA!!!!

Bueeeeeno, tampoco es para tanto. Pero después de estarle dando vueltas, con sinceridad, hay MUY pocos openings que realmente me hayan gustado de verdad. Ya no me meto en los planos, edición, etc. porque un OP es como un pequeño planeta; un mini-videoclip donde se presenta la serie. Debe aspirar a ser lo más atrayente posible y sintetizar el espíritu del anime. Por eso en teoría se intenta cuidar al máximo… pero a mí no me suelen ganar por ahí. Si hubiera tenido que depender de los openings, no habría llegado a ver ni tres series en toda mi vida. Muchas de mis favoritas las habría mandado a escaparrar directamente. Y el motivo es principalmente musical. Ya me desfogué un poquillo en la entrada Doremifasolasido, así que no insistiré más; por eso mismo en vez de hacer una selección de OPs, lo que voy a confeccionar es una lista de mis piezas predilectas aparecidas en la animación japonesa. En general. Así mi perspectiva se amplía, de otra forma me habría resultado imposible. No va a dejar de ser una lista bastante chorra y basada en mi visión personal, pero bueno, de eso va este blog, de mi perspectiva de todo este mundillo.

El orden no es indicador de nada, aviso. Y son solo 5, no os voy a torturar en exceso.

"Joven doncella con koto" de Katsushika Hokusai (ca. 1800)
«Joven doncella con koto» de Katsushika Hokusai (ca. 1800)

Ghost in the shell (1995)

M01 I – Making of Cyborg

Kenji Kawai

El compositor es uno de los buenos, tiene tras sus espaldas trabajos para Ranma 1/2, Miyu, Ringu, Death Note o Barakamon. Y esta pieza creo que es una de las más valoradas y especiales que se han hecho jamás. Todo el puto mundo la conoce porque ya es un CLÁSICO, con mayúsculas, sí. Esa coral, cantando en jôdai nihongo y con reminiscencias del folclore búlgaro (no es broma, suena a eso), aporta una fuerza tremebunda a un tema de esencia tribal y solemne. La percusión, que diría incluye tambores taiko, potencia ese aire primario. Los arreglos son sobrios y elegantes, ofreciendo como resultado una composición de gran simplicidad y vigor contenido. El contraste de su sonido tradicional Min’yô con la sci-fi distópica y cyberpunk de la película hace que TODO encaje de manera perfecta.

Inuyasha (2000-2004)

Omoi no Hate ni

Kaoru Wada

Kaoru Wada es otro de los compositores de bandas sonoras de anime que más me gustan y que ha sabido unir sabiamente la sinfonía clásica occidental con la tradición japonesa. Esta pieza aparece en la serie en momentos especialmente emotivos y tiene una fuerte carga sentimental vinculada al movimiento romántico, sobre todo a obras de Wagner o Liszt. La melodía principal es pasional y tierna, de raíces claramente orientales y muy pegadiza. Es necesariamente breve, si se alargara más acabaría haciéndose asquerosamente sensiblera y perdería su punto de espontaneidad. Una versión únicamente de piano, sin la orquestación, también habría sido interesante escucharla, sonaría más a Chopin. Tendré que mirar si existe alguna partitura al respecto.

Kuragehime (2010)

Koko Dake no Hanashi

Chatmonchy

Chatmonchy tienen la típica formación de power trio pero musicalmente más orientado a la vertiente indie-rock (sonido Fender a saco… aunque el ampli de la guitarrista parece un George, canelita en rama). La voz es de las que me sacan de quicio, idiotoide y aflautada, pero nada melosa y cortante; en conjunto aporta energía a la canción y guía una melodía que evoluciona de manera sorprendente. Los cambios de ritmo y contratiempos son espectaculares, y la guitarra simple pero muy efectiva. Es una composición típica del rock alternativo de los 90’s americano, emparentada con bandas como The Posies o Veruca Salt pero sin acercarse a sonidos tan gruesos. Me encanta que SEPAN tocar sus instrumentos, parece una gilipollez, pero es más raro de lo que parece. Este tema de aire adolescente aparentemente ingenuo esconde más garra de la esperada. Acertaron de pleno al seleccionarla como OP de Kuragehime, porque la serie es también eso: una melodía indie-pop con agridulces arrebatos de furia.

Aku no Hana (2013)

Hana

Asa-Chang & Junray

La canción en realidad es del año 2001, pero fue escogida para ser remezclada e incluida en el ending. La versión original, que es con la que yo me quedé alucinando, solo aparece en el episodio 7 en uno de los momentos más épicos de la serie además. Es hipnótica y arrítmica total. Las voces dobladas que recitan (no cantan), los dramáticos violines que canalizan el leitmotiv, el exótico tabla, los puntuales efectos… todo hace que resuene en una sencillez enigmática y extraña. Es imposible definir esta música y reconozco que no es para todos los públicos, pero es su rareza dulce y misteriosa la que la hace tremendamente especial. Asombroso.

Kimi ni Todoke (2010)

Kimi ni Todoke

Tanizawa Tomofumi

Típica canción pop con una melodía M-A-R-A-V-I-L-L-O-S-A. No me suelen gustar los temas tan descaradamente comerciales, pero, ¡es que está muy bien construida esta canción! La voz, a pesar de que Tanizawa Tomofumi es contratenor (no me gustan las voces agudas, joder) es agradable, no chirría, fluye con una suavidad brillante y el timbre es realmente bonito. Lo único que me molesta, aunque lo perdono por completo, son esos arreglos recargados de sintetizador (blegh). Brindan al tema una textura de merengue que no le hace falta. Bastante dulzona es la melodía de por sí. Con más presencia del piano el resultado habría sido más seriote, pero mucho más ligero. En ocasiones menos es más. No obstante es una composición que me encanta, y el trémolo que tiene la guitarra es genial (¡se debería oír más, carajo!). Adoro los trémolos, pertenezco al partido A.T.E.A.: «Abusemos del Trémolo hasta que Explote el Ampli». KA-BOOOOOM!!!

¿Hay más canciones y piezas musicales que me gusten? Pues sí, unas pocas más y posiblemente que me entusiasmen de la hostia; pero ahora mismo no me acuerdo y por la salud cerebral de los que estáis leyendo esto, no voy a eternizarme. Cinco son cinco.

Me voy a dar un atracón de lichis. Jaa ne!