Como llevo tanto tiempo desconectada, se me han pasado por alto muchos tebeos, películas y series, pero ya estoy poniéndole remedio. Del año 2021, que en un primer vistazo paréceme un pavo relleno de muchas cositas deliciosas, Heike Monogatari es lo que más me ha llamado la atención. ¿Anime histórico y encima de la era Heian? ¿Adaptación de la obra épica del mismo nombre? ¿Pero cómo voy a ignorar esta extravagancia en el océano uniforme de soporíferos slice of life, babosadas moe o shônen encabritados? ¡Esto hay que verlo pero ya!
La verdad es que no se prodigan demasiado los anime del periodo Heian, y mucho menos dedicados a la literatura, así que este Heike Monogatari lo podríamos emparentar con trabajos anteriores como Genji Monogatari Sennenki (2009) o Chouyaku Hyakunin Isshu: Uta Koi (2012), de los que he escrito en alguna ocasión ya en el blog. Así que se puede intuir qué acento va a predominar en la serie, muy alejado de las obras comerciales de quemar y olvidar que suelen saturar las diferentes temporadas animescas. Y como sus dos predecesoras, exigirá del espectador gaijin unos mínimos de cultura japonesa, así como un profundo respeto hacia ella, lo que extrae de la ecuación a 3/4 partes del otaco promedio. Y aun teniendo unas nociones básicas, Heike Monogatari no será un plato de gusto popular, porque está enfocado ante todo hacia el público japonés. Quizá me estoy adelantando un poco en la reseña, pero tampoco está de más advertir desde un principio lo que nos vamos a encontrar. Como gatos, vamos a encontrar gaticos ❤



Porque también es cierto que podrían haber orientado este anime a la acción, los desmembramientos y las cruentas batallas que se relatan en la obra literaria, pero no. La dirección de Heike Monogatari cayó en manos de Naoko Yamada, una mujer que se hizo todo un señor nombre gracias a su trabajo y esfuerzo en la trágicamente desaparecida KyoAni. Se puede considerar este su primer trabajo después de la hecatombe, y de momento parece bastante comprometida con Science SARU. Ojo, que hayan sido estos estudios los responsables de Heike Monogatari también es un aviso de que el producto no va a seguir el camino más transitado.
Yamada otorgará a este anime una mirada especial, diferente, aunque completamente respetuosa con el alma de la época. Pero debemos aclarar que Heike Monogatari es una adaptación de otra adaptación a su vez, la novela de Hideo Furukawa, que procuró trasladar al japonés moderno este cantar de gesta. Los que conozcáis la obra literaria original no hace falta que os diga que se trata de una creación grandiosa que difícilmente va a poder condensarse en 11 capítulos de animación. Pero, oigan, que lo han intentado, y el resultado no les ha quedado nada mal.

Si os interesa la obra original en castellano, Satori (benditos sean) publicó una edición monumental que merece mucho la pena. Se trata de un imprescindible de la literatura japonesa, equivalente al Cantar del mío Cid, Beowulf, la Ilíada o el Cantar de Rolando, todos clásicos occidentales. El Cantar de Heike es un poema épico del s. XIII que nació para ser recitado, y así fue creciendo y sobreviviendo en la boca de los monjes ciegos que con su biwa iban recorriendo el país cantando y narrando el auge y la caída del clan Heike. El Cantar de Heike, de hecho, es la fuente documental más importante que tenemos de las Guerras Genpei, donde los Heike y sus seguidores fueron exterminados.
La obra literaria no tiene un autor; como la mayoría de este tipo de literatura, es anónima. Es el resultado de una larga tradición oral, un aglutinado de diferentes versiones que muestran en realidad una autoría colectiva. La compilación más antigua pertenece al monje Kakuichi, y es de 1371. El Cantar de Heike es una obra que permea, desde su aparición, la cultura japonesa al completo, empapándola de sus historias, conflictos, personajes, moral y filosofía. Sus decenas de protagonistas extienden sus tentáculos en las artes, desde los dramas del nô hasta novelas, fábulas, kabuki, bunraku, películas u obras pictóricas. ¡Y series de animación! No es la primera vez que aparece en los «dibujitos chinos» ni será la última. De hecho, Masaaki Yuasa, fundador de los estudios Science SARU, este pasado mayo de 2022 estrenó la película Inu-Ô, que sigue la estela de los Heike. No he tenido todavía la oportunidad de verla, pero ganas no me faltan.


Heike Monogatari la serie nos narra el auge y caída del clan Heike o Taira, enfrentados a muerte al clan Minamoto o Genji. Se centra más en los Heike, dejando a los Minamoto un poco de lado, pero el carrusel de personajes históricos es continuo, puede dejar sin respiración si no se pone interés. Cierto que, en general, los Minamoto tienen más de caricatura que de nobles (pobre Yoritomo, jojo) sin embargo, en once capítulos tampoco se puede exigir una gran profundidad psicológica dada la obra que es.
El anime tiene el mismo hilo conductor que el cantar de gesta: el instrumento musical que sirvió para su difusión, la biwa. En este caso, se personifica en una niña, hija de un músico que muere injustamente a manos de unos esbirros del clan Heike. A partir de ese suceso, toma el nombre de Biwa y decide seguir los pasos de su padre. Shigemori, hijo mayor de Kiyomori, patriarca de los Heike, se entera de lo ocurrido, y decide acogerla en su casa. Allí Biwa se negará a asumir el tradicional rol femenino y vestirá como un chico; asimismo, se dedicará a narrar con su música la historia de los Heike, ya que ha percibido su final. Biwa y Shigemori comparten un don, que se expresa en forma de heterocromía del iris. Con su ojo «maldito» son capaces de ver, en el caso de Biwa, el futuro; en el caso de Shigemori, los espíritus de los muertos. Y así, a través de los ojos de Biwa, unos ojos infantiles pero inteligentes, capaces de ver más allá de lo evidente y condenados a una impotencia suma, los acontecimientos se irán desgranando. Biwa no podrá hacer nada, salvo observar, registrar y cantar sobre lo inevitable.



Este destino es inexorable, pero no conducido por fuerzas externas; son las decisiones humanas las que lo hacen fatal. Es el ímpetu, la irreflexión y soberbia del líder Kiyomori los que precipitan las circunstancias en el anime, los primeros guijarros de una avalancha que arrastrará a su clan a la destrucción. Y es que en Heike Monogatari, a pesar de que sus protagonistas son personajes históricos tan solemnes que casi podrían cagar mármol, son plasmados con total humanidad. Son solo personas atrapadas en las redes de poder que ellos mismos han tejido y de las que no pueden escapar. Atados por decisiones debidas al honor y el orgullo, al miedo o la ira. Combates, intrigas políticas y luchas por el dominio de Japón son una parte fundamental de este anime, pero Yamada también elige mostrar otra realidad, oculta entre las bambalinas del drama masculino: la posición de la mujer en la era Heian (el personaje de Tokuko es de los más logrados).
Y no es una elección gratuita, pues en este el último periodo clásico de la historia japonesa, las mujeres en la corte comenzaron, a pesar de sus amarraduras, a brillar. Damas como Izumi Shikibu (976-1030), Murasaki Shikibu (978-1014) y la dama Sarashina (1008-c.1059), empezaron a escribir, a dar forma a la lengua japonesa y enriquecerla con el hiragana. Fueron precursoras de la literatura japonesa moderna con sus diarios, poesías, cartas y… la que es considerada su primera novela: Genji Monogatari. Fueron indispensables para esa auténtica revolución cultural cortesana que acaeció durante la era Heian.



Las mujeres de las clases altas podían acceder a una mínima educación y cierto patrimonio, pero se hallaban en una posición bastante singular: muy cerca del poder, incluso algunas de ellas eran sus marionetas directas (emperatrices, concubinas, damas de honor…). Sin embargo, no poseían la capacidad de ejercerlo. Otras tenían incluso independencia económica, pero vivían aun así subordinadas a causa de su género. Esta proximidad al poder político les permitió conocerlo y analizarlo con gran perspicacia, y actuar según sus posibilidades, aunque fueran exiguas. Así es mostrado en Heike Monogatari, donde las únicas mujeres que pueden considerarse relativamente libres son las que escogen la vida monacal.
Yamada se hizo rodear de asesores históricos como Yoshihiko Sata o el supervisor musical Yukihiro Gotô para estampar con la mayor fidelidad posible esa atmósfera Heian de sofisticación y excelencia, de cortesía exquisita y etiqueta exigente cuyos valores morales y estéticos eran el mono no aware y el miyabi. El mono no aware es un sentimiento donde se unen melancolía y serenidad. Combina dos nociones, una extranjera (budista) y otra autóctona (sintoísta); una que reflexiona sobre la inestabilidad y caducidad del cosmos, y otra que reverencia y sacraliza la naturaleza. El mono no aware es la comunión con la naturaleza para experimentar su impermanencia (mujô kan), fragilidad, imperfección y, precisamente por eso, su gran belleza (wabi-sabi). El miyabi es el sibaritismo, el gusto por la elegancia refinada y la distinción.
Así tenemos entonces una serie plena de la sensibilidad estética de la era Heian pero con una perspectiva más contemporánea, donde Yamada decide dar espacio también a las relaciones interpersonales y los sentimientos de los personajes. Todo encaja como en un puzle, y el rico simbolismo que fluye en cada episodio dispensa a la serie de un corazón puro, pero taciturno. Heike Monogatari es un tsunami audiovisual que apabulla por la belleza de sus colores, sus detalles, su dinámica, su música.



En el aspecto formal nada se ha dejado al azar, Heike Monogatari es un prodigio de anime diseñado para fascinar con sosiego. Solo puedo decir que algunos recursos utilizados me han recordado a la maravilla de Kaguya-hime no monogatari (2013) del siempre añorado Isao Takahata, y eso es decir mucho de mi parte, porque amo esa película sobre todas las cosas. En resumen, se trata de un trabajo único y especial, que se nota que está realizado con mucho cariño y sutileza, con una profunda admiración hacia la obra original. Pero. Todo tiene un pero, por supuesto, nada es perfecto, de ahí también proviene su valor.
Heike Monogatari no es una obra accesible. Y aunque Biwa es el insuperable conector entre personajes y espectador, aunque existen ciertos momentos de humor o de simple contemplación de la naturaleza que pueden ayudar a relajar densidad y ritmo, Heike Monogatari exige paciencia y calma en su visionado, al menos si se desea disfrutar en plenitud. Son muchos los nombres que desfilan en la pantalla, numerosos personajes de gran calado histórico que apenas aparecen minutos, pero que sin ellos y sus decisiones no se podría seguir el argumento principal. En resumen: hay que echar un vistazo general a las historias del cantar de gesta para saber quién es quién y por qué sucede lo que sucede.


Ver Heike Monogatari es como observar a cámara lenta el descarrilamiento de una enorme locomotora de vapor, sabemos qué va a suceder, cómo va a ocurrir y cuál va a ser el resultado final. Pero no por ello es menos interesante, más bien al contrario. Siempre hay algo de hipnótico en presenciar la desgracia ajena. Así es el ser humano. Y este anime es muy humano.
¿Lo recomiendo? Por supuesto, creo que es una buena manera de adentrarse además en la obra original. Si se consigue superar la confusión natural de los tres primeros episodios, Heike Monogatari abre las puertas a un mundo ya extinto de esplendor y crueldad a partes iguales. También es verdad que para los familiarizados con el cantar de gesta esta serie puede resultar una vorágine donde se pierden muchas, muchas cosas importantes, y que no sea más que un reflejo nuboso de la complejidad real de la obra literaria. Y es que tan pocos episodios dan para poco más, sin embargo, la experiencia puede resultar muy satisfactoria si no se es demasiado jeremías.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
Hola Sho, tengo esta serie para mirar en vacaciones y ahora con tu reseña se posiciona en el primer puesto. Me encanta que salgan gatos, eso es muy importante. A su vez todo lo que describes de la misma es interesante (captó en especial mi atención lo que dices sobre Biwa y su negación a seguir el rol femenino tradicional muajaja), aunar animación con historia no es fácil y parece que lo han hecho muy bien. Por cierto ¿leíste el libro «El cantar de Heike» por la editorial Satori? Debe haber sido una pasada.
Saludos y felices fiestas 🙂
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¡Aloha, Coremi!
Ya me contarás qué te parece la serie, yo creo que te gustará, es una delicatessen para saborear con calma.
Biwa creo que es el único personaje no histórico del anime, los demás todos aparecen en «El cantar de Heike». A mí me gustó mucho su pequeña subtrama, no te adelanto más 😉
¡Saludos de vuelta y felices vacaciones! 😀
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Qué reseña. Mi mínimo de cultura japonesa fue recordar la historia de los Heike de un episodio de Cosmos XP
Los últimos minutos del episodio final, con diferentes personajes recitando el cantar, son para erizar el vello.
Science SARU… ¿Hay reseña en SOnC de lo último que adaptaron de Tomihiko Morimi, la de la máquina del tiempo? Si no es así, ¿podemos esperar una?
Va de nuevo: el regreso de SOnC es de lo mejorcito que ha pasado en este año que termina.
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Aah, «Cosmos» de Sagan, ¡qué gran serie de divulgación científica! Le tengo mucho cariño ❤
Pues no tenía pensado hacer reseña de "The Tatami Time machine Blues", aunque más bien no he tenido, en general, tiempo de plantearme reseñas a largo plazo, pero ya que me lo comentas… pues vale, ¡haré una! 😀 También Coremi me ha pedido reseña de una peli, así que tengo deberes pendientes 😛
Gracias por tus buenas palabras, Nicolás, me alegra mucho que disfrutes con SOnC ❤
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