La salud manda. Mi madre ya es toda una dama octogenaria, y si una gripe es una afección que siempre es conveniente vigilar, en personas de cierta edad todavía más. Esto ha reducido bastante mi tiempo libre durante unas semanillas, por lo que no he podido prestar la atención que merecen tanto el blog como el programa de radio. Pero ya estoy por aquí. De nuevo. Hasta que mi madre se recupere del todo (el médico ya nos ha dicho que la cosa será lenta), tendré que ir espaciando las entradas; no obstante, continuaré publicando. No hay hiatus a la vista, solo rebajaré el ritmo una miqueta. ¡Adelante, siempre adelante!
Hace bastante tiempo que venía rumiando la idea de escribir un articulillo dedicado a uno de los más brillantes artistas asiáticos del s. XX: Te Wei. Lo he nombrado por el blog en varias ocasiones, sobre todo en la entrada que dediqué al también imprescindible Tadahito Mochinaga, pues fueron grandes amigos. Verdaderos pioneros durante una época convulsa, asentaron las bases de la animación moderna en Asia Oriental. Sin ellos nada habría sido igual. Y no, no me olvido de Tezuka; sin embargo, a Manga no Kamisama lo conoce todo otaco que se precie. No sucede de esa manera con Te Wei o Mochinaga, ¡y hay que ponerle remedio!
Así que hoy en SOnC tenemos una entrada de esas dedicada a la historia de los dibujos animados, que no suelen tener muy buena acogida, pero que a mí me encanta escribir. Una de las cosas que más me divierten es rebuscar, escarbar en el pasado, porque se descubren nuevos mundos, estrellas titilantes cuyo esplendor además se percibe en el presente, y se proyecta también hacia el futuro. Ni Tadahito Mochinaga ni Te Wei, con toda su trascendencia, son demasiado conocidos entre la otaquería que, de manera completamente legítima (faltaría más), se ciñe solo a consumir los productos que le motivan. Y prau. Sin embargo, hay otacos de mente inquieta que disfrutan profundizando un poco más en sus aficiones. Y para ellos está escrito este post.

Me habría gustado encontrar información más exhaustiva concerniente a Te Wei para poder escribirle una entrada digna; por no hablar de que mi nivel de mandarín todavía es rudimentario, y lo que he rastreado por fuentes chinas me ha costado sudores de sangre comprenderlo un mínimo. Sin embargo, creo que como mera introducción a su figura y trabajo, la entrada de hoy va a realizar su función con solvencia. Lo demás ya quedará en vuestras manos, pero permitidme deciros que acceder al universo de Te Wei es hacerlo a una dimensión de belleza tal que es difícil que os deje indiferentes. Es todo un privilegio poder admirar las escasas obras que de él han logrado aterrizar en Occidente.
Te Wei (1915-2010) no se llamaba en realidad así, sino Sheng Song. Un primo mayor que él, cuyas ideas progresistas admiraba, tenía ese nombre, y le pidió permiso para utilizarlo a la hora de firmar sus obras. Y así ha pasado a la historia. Te Wei es el padre de la animación moderna china. Nació y murió en Shanghai, pero a lo largo de su vida se movió bastante. De familia humilde, solo logró acabar dos años de la escuela secundaria, pero siempre supo que lo que le gustaba era dibujar. Muy pronto comenzó a hacerlo de manera profesional para compañías de publicidad, y realizó multitud de tiras cómicas para varias publicaciones, con una clara inspiración occidental. Hacia 1937, cuando Japón invadió China, formó parte de un equipo de dibujantes que viajaba por ciudades y pueblos animando a la resistencia, y elevando el espíritu patriótico. Todo mediante sus propios medios, bastante precarios por otro lado, y pasando bastante hambre. Conforme la Guerra del Pacífico avanzaba, se mudó a Hong Kong y allí publicó dos colecciones de comics satíricos, que le dieron bastante fama. Te Wei se hizo todo un nombre como dibujante y pintor, y nadie por entonces se imaginaba que el campo donde iba a brillar más sería el de la animación.
Los años 40 fueron el punto de inflexión de su carrera profesional. Estrechamente vigilado (como muchos otros artistas) por la Kuomintang, comenzó a esmerarse en lo que sería luego una de sus señas de identidad: la pintura tradicional china, con tinta y agua. Así realizó una serie de estampas donde reflejaba los problemas de la gente pobre. Y en 1949, Chen Bo’er, directora de los Estudios Changchun y especialista en stop-motion con marionetas, encontrándose deseosa de ampliar sus miras, pensó que Te Wei sería un fichaje perfecto. Y allí conoció a Tadahito Mochinaga, que lo instruiría en la nueva disciplina. En esa época la palabra «dibujos animados» no se utilizaba (China había cerrado sus puertas a Estados Unidos), en su lugar «películas de arte» era el término más habitual.

En 1950, buscando mejores oportunidades, Te Wei y todo el equipo de animación de los Estudios Changchun se dirigieron a Shanghai, donde acababan de nacer los míticos, los legendarios, los fabulosos Shanghai Animation Film Studios. Allí Te Wei asumiría un papel fundamental como jefe del departamento artístico durante toda la era dorada de los estudios (1957-1966). Conseguiría aunar bajo el mismo techo la experiencia y pericia de los pioneros hermanos Wan, responsables con su La princesa del abanico de hierro (1941) de realizar el primer largometraje animado de Asia Oriental, con artistas reconocidos como Yan Zheguang (marionetas), Lei Yu (acuarelista), Bao Lei (escritor) y la frescura de jóvenes talentos recién salidos de la universidad. Un supergrupo interdisciplinar dedicado en cuerpo y alma a la animación.
El objetivo principal de Te Wei era (siempre fue) estudiar y explorar la identidad nacional para conseguir de esta manera alumbrar una animación de carácter indiscutiblemente chino. ¿Lo consiguió? Por supuesto, pero fue una victoria que a causa de la Revolución Cultural quedó luego truncada. Todos los esfuerzos, todos los logros alcanzados fueron mutilados con la Gran Revolución Cultural Proletaria de Mao Zedong. Fue la hecatombe no solo para la animación, sino para las artes del país en general. La permisividad del Movimiento de las Cien Flores había quedado atrás, esos años en los que el Partido Comunista había estimulado la creatividad de los estudios fue como si nunca hubiesen existido. Una época de represión y conservadurismo llamaba a las puertas.

Los trabajos de Te Wei y su equipo fueron duramente criticados por no plasmar los ideales del maoísmo y la lucha de clases; y como se negaron a rectificar, fueron enviados a campos de reeducación y trabajo en el interior del país. Algunos no sobrevivieron. Clausuraron los estudios. Mantuvieron a Te Wei durante un año entero aislado en una habitación minúscula, donde era torturado, se le privaba de sueño durante días, y era interrogado con profusión. Después, lo enviaron a criar cerdos a una granja junto a su colega animador A Da. Hasta 1973 no se le permitió el regreso a los estudios, y no fue hasta 1976, cuando finalizó la Revolución, que no recuperó su posición anterior.

Pero regresando a tiempos más felices, Te Wei durante los años sesenta alentó a sus compañeros a experimentar con tradiciones artísticas de siglos de antigüedad para incorporarlas a un medio de expresión moderno, y construir así una animación inherente a China. Te Wei hizo lo propio, y cosechó gran impacto a nivel internacional mucho después. Esta búsqueda de la identidad nacional llevó a los estudios también a conseguir importantes hitos a nivel técnico, que colocaron a la vanguardia mundial al país; y nuestro protagonista de hoy alcanzó algo que parecía imposible: otorgar movimiento al estilo huaniao hua del influyente pintor Qi Baishi (1864-1957). Sus obras de tinta y agua, con esa sensibilidad y principios estéticos tan característicos de Catai, fueron volcados por primera vez en Xiao ke dou zhao mama (1960) o Los pequeños renacuajos buscan a su mamá, que ganó diferentes premios en los festivales de Annecy, Cannes y Locarno. Y aquí lo podéis disfrutar.
Tras la Revolución Cultural, la actividad en los Shanghai Animation Film Studios fue entusiasta, quizás como una manera de recuperar el tiempo perdido y liberar todas las frustraciones acumuladas. El mismo Te Wei explicó que los 80 fueron unos años de gran intensidad durante los cuales los estudios llegaron hasta los 500 profesionales en nómina, pero trabajando con una minuciosidad que contrastaba con la de sus vecinos japoneses y taiwaneses. Sin embargo, los tiempos empezaron a cambiar, y los nuevos aires de apertura que aportaba Den Xiaoping no favorecían demasiado el ideario de Te Wei de excelencia y exploración de la personalidad china. Nuevas empresas norteamericanas y japonesas imponían un nuevo ritmo de trabajo y patrones de calidad, donde la rentabilidad era (es) prioritaria. Los nuevos talentos eligieron los mejores sueldos que ofrecían las compañías extranjeras, y la animación china quedó, en cierta forma, estacanda. Eso lo vio venir con total lucidez Te Wei, y no le hizo nada feliz. Esa es uno de las razones por las que la animación china actual se encuentra, a pesar de su glorioso pasado, bastante más atrás que la japonesa. Aunque tiene pintas de que eso está variando un poquillo (¡bien!).
Regresando a Te Wei, si por algo será recordado es por su exquisita elegancia y perfección a la hora de verter la filosofía artística china en los dibujos animados. Por ello, nada mejor para homenajearlo que dar un repaso pequeño a las que considero sus 3 obras más importantes. Al menos de las que he visto, porque no he podido catar todo su trabajo. Lamentablemente.
El general orgulloso (1956)
Jiao Ao de Jiang Jun
En 1955, Shanghai Animation Film Studios recibió un premio en el Festival de Animación de Venecia por el trabajo Why crows are black. Pero este galardón fue, en cierto modo, un regalo envenenado, ya que el jurado lo consideró una obra excelente… soviética. ¿Sirvió esto de acicate para que Te Wei tomara la decisión de enfocarse en crear una animación netamente china? Es posible, porque un año después alumbró este Jiao Ao de Jiang Jun. Y aunque las influencias de Ivan Ivanov-Vano o Disney son incuestionables, estamos frente a un cortometraje que se inspira en el folclore chino y bebe de su lenguaje visual. De hecho, El general orgulloso toma la Ópera de Beijing como referencia absoluta. Ahí tenemos como personaje principal al tradicional jing acompañado del chou, que asume el rol cómico. La música y los movimientos de los personajes son especialmente escrupulosos; y no es de extrañar, ya que Te Wei invitó a los estudios a varios profesores especialistas para aprender de ellos.
La historia tiene lugar en un momento indeterminado del medievo, en el que Te Wei refleja ese sistema feudal que tanto le gustaba criticar al Partido Comunista, pues representaba la China obsoleta que había que superar. Se trata de un cuento dirigido al público infantil, donde la soberbia y autocomplacencia de un general lo conducen al desastre. Y es que para el gobierno chino de entonces las «películas de arte» (dibujos animados) eran una mera herramienta pedagógica para niños, no se concebían de otra manera. De ahí que Jiao Ao de Jiang Jun se encuentre a rebosar de situaciones chistosas y posea un aire ingenuo muy claro.
El general orgulloso es un cortometraje de precioso colorido y refinados detalles, que empiezan a esbozar ese genio chino que Te Wei deseaba cristalizar en las obras de los estudios. La animación es fluida y los diseños, aunque de vena occidental, son realmente esmerados. Un obrita mucho más que interesante.
La Flauta y el pastor (1963)
Mu Di
Con Xiao ke dou zhao mama (1960) o Los pequeños renacuajos buscan a su mamá cambió todo. Ese deseo (¿o fue un reto?) que expresó el vicepremier Chen Yi en voz alta, de poder ver algún día los dibujos de su admirado Qi Baishi en movimiento, fue satisfecho con largura por Te Wei. Y eso solo fue el principio. Tras el éxito de los renacuajillos, los estudios decidieron dar un paso más, y llevar las atrevidas innovaciones de Li Keran a la pantalla. Con búfalos de agua incluidos. Y el resultado fue este Mu Di o La Flauta y el pastor, una maravilla de la animación ¡y la música!, donde todo se encuentra entretejido de manera armoniosa y sutil.
La historia es muy sencilla, y remite a la misma noción de separación-reconciliación de Xiao ke dou zhao mama. Un niño que cuida de un búfalo de agua sale a pasear con él, y decide echarse una siestecita. En ella sueña que el animal desaparece por la espesura, y tiene que llamarlo tocando una melodía con su flauta. Por supuesto, tampoco pasan desapercibidas esas reminiscencias taoístas en las que se atisba la mariposa de Zhuangzi.
Desgraciadamente, a pesar de sus delicadas metáforas y fascinante belleza, Mu Di fue vilipendiada por el el gobierno chino, que consideró el cortometraje inane y perjudicial para la mente de un buen ciudadano. Esta obra, junto a otras de Shanghai Animation Film Studios, fueron prohibidas y no se volvieron a exhibir hasta los años 80. Esos hermosos bosques de bambú y sauces llorones permanecieron ocultos durante más de diez años por culpa de la intolerancia e ignorancia. Penoso, aunque hoy ya no nos faltan oportunidades para disfrutar de La Flauta y el pastor… así que, ¡aprovechad bien la ocasión!
Emoción de montaña y agua (1988)
Shan Shui Qing
Esta fue la última obra de Te Wei, su testamento artístico; y lo realizó a conciencia, porque ya había decidido que no haría más animación. Es mi obra favorita de lo que he visto de su trabajo, y a Isis también le gusta, especialmente la música, por la que siente una predilección muy curiosa. Sigue la misma estela de serenidad shan shui que aparece en Mu Di, aunque depurada y perfeccionada. No sé qué es lo que me fascina más de este cortometraje, si el sonido del viento, la música del guqin o sus silencios. O las tres cosas. ¿O en realidad es su maestría con los vacíos, la abstracción pura de sus paisajes los que me dejan como hipnotizada? Emoción de montaña y agua es un cuento de aprendizaje, humildad y asombro, narrado con una cadencia melancólica que evoca, de nuevo, los ideales del taoísmo y su noción tradicional de la inmortalidad.
El argumento trata sobre un músico empobrecido y enfermo que, a cambio de clases de guqin, es cuidado por una alegre adolescente con ciertas aptitudes musicales. Te Wei resumió en Shan Shui Qing todas sus inquietudes y logros en el mundo de la animación, y la convirtió en su opus magnum. Sin duda, un trabajo extraordinario que, cómo no, ganó multitud de premios por todo el globo.
Y esto ha sido todo por hoy. Me gustaría poder decir que no voy a tardar mucho en publicar la siguiente entrada, pero no os lo puedo asegurar. Lo que sí os confirmo es que habrá, porque está ya medio bosquejada en mi cabeza; y si la mantengo mucho tiempo dentro del cráneo, lo hará explotar. Y no quiero convertirme en una criatura acéfala tan pronto. Así que tardará, pero no demasiado. Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
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¡Buenas!
Me encantan las entradas que buscan visibilizar y reivindicar figuras. Nunca me llamó la atención la animación china, y eso que artísticamente me parece un país muy rico. Así que te agradezco por la entrada.
He visto el corto de los renacuajos que has añadido, y es un cuento infantil sencillo pero bonito. De alguna manera la técnica de tinta y agua queda muy bien en una ambientación submarina, sin duda en algún momento le echaré un vistazo a las otras tres obras que mencionas.
¡Saludos, y ojalá tu madre se recupere pronto!
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Hola Sho, las entradas dedicadas a la historia de la animación son de mis favoritas 🙂 por lo que muy feliz de poder leer y conocer un poquito a Te Wei. Las dos últimas obras me han llamado mucho la atención (esa delicadeza y bellos paisajes acuáticos me han ganado) y las buscaré para verlas. Gracias por esta entrada. Besos 🙂
Pd: Veo que Isis también es una gata melómana, aunque parece que prefiere la música más tranquila a diferencia de Mandy XD.
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¡Qué interesante!
Debo admitir que no conocía a este hombre y tampoco sé mucho (más bien nada) sobre animación china, así que ha sido el doble de curioso descubrir todo esto. Le echaré un vistazo a las obras que mencionas, el dibujo me llama mucho la atención. Así que, ¡gracias por el descubrimiento!
Espero también que tu madre se mejore pronto 🙂
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Sus dos últimos trabajos, madre mía…¿alguna vez has visto algo tan bello que se te ha caído una lagrimilla? Pues eso. No, va en serio. Los voy a tener que ver pronto, sólo los gifs ya me demuestran que son una genialidad tanto a nivel técnico como artístico.
Espero que tu madre se recupere rápido. La salud es importante.
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