No es necesario que me guste la música de una banda para informarme sobre ella, leer su historia o ver un documental que me cuente sus avatares. Si el grupo me resulta como fenómeno interesante, no tendré ningún tipo de prejuicio a la hora de conocerlo. Aunque me parezca que sus obras apesten, cualquier artista que se suba a un escenario a tocar sus canciones siempre me merecerá un mínimo de respeto. Es el caso de la formación legendaria japonesa X Japan, pioneros del visual kei e influencia impepinable en la gran mayoría de las formaciones de metal de las islas. Incluso encontramos vestigios de su enorme poder en Occidente, lo que no deja de resultar curioso y todo un mérito, teniendo en cuenta que la escena metálica es muy poco permeable a influencias foranas.

El metal es, salvo honrosas excepciones, más bien cosa de blanquitos occidentales. Me refiero a las bandas que triunfan a nivel internacional, por supuesto. ¿Podríamos decir que el heavy metal y su prole tienen un poso racista? Bueno, eso sería generalizar de manera muy arriesgada e injusta, permitiendo que el estereotipo del típico fan garrulo adorador, quién sabe la razón, de Odín y Mjölnir, se adueñara de la esencia de un colectivo musical bastante heterogéneo. Sin embargo, no hay que negar tampoco que se trata de una escena cerrada, hipermasculinizada y que se ha subespecializado además muchísimo. Lo que no ayuda precisamente a que músicos ajenos al círculo occidental anglófono traspasen su gruesa membrana. Pero X Japan lo hicieron. Tardaron, pero lo consiguieron.

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La entrada de hoy está dedicada al documental We are X (2016), dirigido por Stephen Kijak y que tiene de protagonista a Yoshiki, batería de X Japan, y al resto de sus miembros, Toshi, Pata, Taiji, hide, Sugizo y Heath. Un vistazo tras las bambalinas de una de las formaciones musicales más grandes de la historia de la música popular japonesa, y descubrir a las personas que respiran bajo sus extravagantes máscaras. Y lo que se descubre es, a la vez, sorprendente, entrañable, triste y a ratos muy, muy extraño. La vida cotidiana de los rockstars suele serlo un poco.

Desconozco hasta qué punto puede interesarle a la otaquería un documental de este estilo, que suele inclinarse hacia géneros más suaves (j-pop, k-pop), pero como fanática de lo japonés, servidora procura engullir todo lo que puede sobre sus manifestaciones culturales. No solo de animanga vive el otaco. Creo. O eso me gustaría pensar. Y aunque no soy, ni muchísimo menos, seguidora de la música de X Japan, la reseña la voy a escribir  desde el más profundo respeto y admiración por la trascendencia que han logrado. Así que los talifanes podéis recoger los machetes, no va a ser una entrada dedicada a su música, sino al propio documental.

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Yoshiki Hayashi y Stephen Kijak

Stephen Kijak es un director que se ha especializado en hacer documentales dedicados a formaciones musicales. Personalmente conocía su trabajo en Scott Walker: 30 Century man (2006) y Stones in Exile (2010), que aunque no me impresionaron, los consideré bastante correctos. Por lo que barruntaba que este We are X me iba a parecer una obra competente sin deslumbrar. Y así ha sido. Kijak escoge al lider de X Japan, Yoshiki, y lo utiliza de centro de gravedad para ir desgranando la historia de la banda.

10 de octubre de 2014. Estamos en el legendario Madison Square Garden de Nueva York, una de las catedrales principales de la música popular de los ss. XX-XXI donde han actuado los más grandes: Elvis Presley, Led Zeppelin, Madonna, U2, entre otras estrellas. X Japan están preparándose para tocar por primera vez en ese sagrado recinto del rock n’ roll, y son muy conscientes de lo que eso significa. Es un hito en su sinuosa y fascinante carrera, de grandioso éxito en su patria, y que se ve culminada con un justo reconocimiento internacional tras muchos años de trabajo y sufrimientos de diversa índole. Y así, mediante flashbacks intercalados con el presente, Yoshiki va narrando el nacimiento, crecimiento y evolución de la banda. En momentos puntuales cede el testigo a Toshi, el vocalista, y a otros miembros; pero sobre todo es él quien nos cuenta la historia de la que considera su vida y su familia: X Japan.

Cuando Rob Reiner estrenó en 1984 el maravilloso e imprescindible mockumentary This is Spinal Tap, muchas bandas de rock se sintieron ofendidas (véase Aerosmith) por la parodia de su mundo que representaba la película. Pero otros aceptaron por completo su mensaje, como Lemmy Kilmister, que haciendo gala de su archiconocida acidez, comentó: «Lamentablemente, todas las bandas de metal tienen o tuvieron algo de Spinal Tap». Eddie Van Halen también expresó: “Todo lo que veo en la película me ha pasado alguna vez”. Y ese es el quid que me ha hecho rememorar una y otra vez esta obra mientras veía We are X.  Pero sin el sentido del humor que sí contiene a raudales This is Spinal Tap. Porque la historia y evolución de X Japan es, por decirlo de una manera suave, tan tortuosa como podría esperarse de un verdadero dinosaurio del rock.

Si no habéis tenido la oportunidad de ver este falso documental, os adelanto que se trata del retrato de una banda de rock ficticia (Spinal Tap) que, a lo largo de los años, tuvo que reinventarse continuamente para continuar en la brecha, pasando por situaciones tanto penosas como extremedamente ridículas y absurdas. Todos los clichés del rock y el metal son caricaturizados, sin embargo hay que tener en cuenta que la realidad siempre supera a la ficción… por lo que este film muestra también la cotidianeidad de los artistas y las circunstancias disparatadas con las que tenían (¡tienen!) que lidiar. Doy fe de ello.

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X Japan en sus inicios

We are X tiene mucho de This is Spinal Tap, pero con la diferencia de que el documental de los japoneses es verídico y tiene muy poquito de comedia. De hecho, el director creo que capta muy bien la grandilocuente teatralidad de X Japan y la traslada al celuloide. Todo el film posee un tono de tragedia inconfundible: el sacrificio, la expiación, el renacer. Yoshiki casi parece Jesucristo. Y no es una pulla. La desgracia y el dolor han perseguido al líder de X Japan desde niño, que fue muy enfermizo, y cuyo padre se suicidó cuando tenía 10 años. Eso lo marcó profundamente. Y como les ocurre a casi todos los baterías del planeta, actualmente el físico de Yoshiki está bastante perjudicado. Y es algo en lo que hace hincapié nuestro protagonista: en la constante que es el dolor en su vida, pero que a pesar de ello, continúa adelante con todo su ser. Una actitud muy japonesa, por cierto, mantener los valores tradicionales del sentido del deber, el sacrificio personal en aras del bien común (sus fans), la dignidad ante la adversidad y una discreta pero obstinada humildad. A pesar de su estética iconoclasta, insólita en una sociedad conservadora como la nipona, el alma de X Japan persiste como netamente japonesa.

X Japan, al igual que otros grupos pioneros del visual kei como D’erlanger, Buck-Tick o Luna Sea, realizaron una fusión desconcertante entre Oriente y Occidente como solo en Japón podría brotar. El goth punk de Siouxsie and the Banshees, la insolencia de Sigue Sigue Sputnik, la ambigüedad sexual de David Bowie o los Hanoi Rocks y el efectismo de Kiss o Alice Cooper se unieron al kabuki y el eroguro. La imagen de estas bandas era realmente impactante, y su música la más veloz y dura del orbe terrestre. Ah, pero no solo eran capaces de componer auténticos trallazos metálicos, en su repertorio se fueron colando cada vez más baladas de gran sentimentalismo y ampulosidad. Antes de Céline Dion, estos metalheads nipones le otorgaron a las power ballads una dimensión melodramática y épica jamás escuchada con anterioridad. Y a principios de los 90, X Japan aterrizaron en Estados Unidos como unos verdaderos dioses del hard rock… pero se estrellaron. Al hermetismo habitual del panorama metálico hacia bandas no-anglófonas, se unió el hecho de que las hair bands del glam metal angelino, con las que los asimilaron, estaban muy denostadas; y el grunge, movimiento musical de naturaleza opuesta, comenzaba a triunfar. Llegaron tarde.

Pero esta no es la única aventura que cuenta el documental, pues empieza con la amistad de Toshi y Yoshiki desde niños, y cómo de adolescentes decidieron montar una banda de rock n’ roll en un ya lejano 1982. Es un rosario de confesiones y recuerdos ensamblados con las acostumbradas dinámicas internas de los grupos, sus choques de egos y las consecuencias de la fama en la vida personal. También de muerte y sectas destructivas. hide, guitarrista y gran apoyo musical de Yoshiki, aparentemente se suicidó en 1998; lo mismo ocurrió con el bajista Taiji, fallecido en 2011. Por otro lado, la separación de X Japan en 1997 fue debida a que Toshi, el cantante, cayó en manos de una secta que le lavó el cerebro literalmente. Tardó más de una década en poder salir.

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David Bowie y Yoshiki

We are X es un documental interesante para fans y como un primer acercamiento al grupo, pero no profundiza demasiado. Comprendo que Yoshiki es el líder de X Japan y que deba acaparar mucha de la atención, pero no tanta. Además se olisquea cierto aroma a santidad en su persona que quizá solo sea una manera de trasladar a pantalla el ambiente de fervorosa devoción que profesan sus millones de fans, pero que a mí personalmente me ha chirriado un poquito. Kijak se ha mantenido tras la valla, ha ofrecido la imagen de artista enigmático que fascina, pero no ha mostrado demasiado al ser humano, a excepción de los datos necesarios para concebir su hagiografía. Meh.

También deja muchos agujeros (y bastante oscuros, por cierto) a la vista, en los que habría sido necesario poner algo de luz; también que Kijak hubiera sido menos complaciente con X Japan y hubiese aparecido un poquito de labor de investigación, habría ayudado a equilibrar la obra. Pero eso no se atisba, es un documental amable con la banda que no cuenta solo con el beneplácito de Yoshiki, sino también con una supervisión directa de los contenidos. Y eso se nota. Todo el mundo sabe que una entrevista pactada siempre suele ser más aburrida que una que no; con We are X sucede algo similar.

No obstante, a pesar de sus defectos, formalmente es impecable, tiene buen ritmo y sabe cómo mantener la atención del espectador. Las aportaciones de celebridades occidentales (Stan Lee, Gene Simmons, Marilyn Manson, etc), así como sus conexiones con artistas como David Lynch, hacen el documental muy ameno. Utiliza los recursos tradicionales del género, aunque es mejor advertir que más que un documental objetivo, se trata de un tributo a X Japan, con todo lo que eso entraña para bien o para mal. Consigue transmitir con nitidez la esencia de la banda, con ese mensaje optimista oculto tras la máscara de fatalidad y afectación. Un grupo que vive para sus seguidores, y eso ya no es tan común en el mundo del rock (al menos en Occidente); una formación que los respeta y que considera su obligación ofrecerles siempre lo mejor de ellos mismos. La profesionalidad absoluta de X Japan queda muy clara.

¿Recomiendo We are X?, recomiendo este documental, incluso si no te gusta su música (como es mi caso). X Japan son ya historia de Cipango, forman parte inextricable de su cultura popular y a un poco que se ame el país, hay que conocer algo de ellos. Además, me ha parecido muy bien que el mainstream estadounidense se haya acercado, por una vez, a un grupo de rock que no pertenezca a su órbita cultural. Ha resultado una novedad muy atinada, deseo que aparezcan muchas más así. Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

4 comentarios en “We are X: muerte, dolor y éxtasis

  1. Hola Sho 🙂 que entrada tan genial (como todas las que escribes, que nunca me cansaré de escribirlo) había visto los avances de este documental y pensado «Va a ser super interesante verlo y algo extraño» y mi sentido arácnido (se lo pido prestado a Parker a veces) no me falló. Tu entrada me confirma que hay que darle una oportunidad, y como fan de los documentales sobre música no lo dejaré pasar, a pesar de pecar de algunos fallos, lo veré con alegría…y algo de morbosa curiosidad (lo de la secta me ha llamado la atención, es un tema que siempre lo hace)
    Y celebro que por una vez se le rinda tributo a una banda no anglosajona. A mí el glam rock no me gusta, pero sí el visual kei XD siendo Buck Tick una de mis favoritas junto a exist†trace. X Japan, siempre me quedó pendiente, aunque sabía que son pioneros. Ese maquillaje y peinados con una gravedad aparte terminaron ganándose un lugar en mi vida melómana. Besos Sho, y gracias por escribir sobre un documental. Espero en el futuro puedas traernos más de estos. Spinal Trap lo tengo guardado para verlo pronto 😉

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    1. ¡Muy buenas, Coremi! 😀
      A mí personalmente esta banda no me gusta demasiado, se me hace demasiado grandilocuente y excesiva, una mezcla entre el Meat Loaf más loco con Mötley Crüe y Céline Dion xDD Pero como fenómeno me parece fascinante, aparte de que respeto totalmente lo que ha hecho, no me gustará pero sus miembros me parecen todos grandes músicos e intérpretes. Son historia de la música popular japonesa, ¡a lo mejor les dedico más adelante un Versus! 😀
      ¡Un beso gigante! ❤

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  2. He estado algo alejada del VK ya desde hace años. Pero si mencionaría a una de las mejores bandas de esos estilos (o similares) tendría que ser X Japan, también es impresionante como X movió a los japoneses que son tan «inmóviles» en los conciertos; fue viral en su tiempo, tenían demasiado carisma, más idols que músicos, cuando llegaron a una altísima popularidad.
    No he visto el documental, pero antigua fanática he de verlo.
    Aunque sí he leído el libro autobiográfico de Yoshiki, debo de decir que me sorprendió, quizás porque no conozco nada de las relaciones sociales entre japoneses, el libro no trata sobre música, es más de como él se dirigió al camino de un rockstar, dejando de lado su carrera como pianista, y conoció a Hide, demasiado conmovedor, aunque hay mucha firmeza con sus decisiones y su ímpetu para que su banda no fracase (creo que parece la historia de un manga con el camino del héroe, quizás por eso los japoneses tienen a Yoshiki en un pedestal, porque fue alguien que salió de los tradicionalismo, pero también fue muy trabajador).

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    1. ¡Aloha, Dawn! 😀
      Pues si eres antigua fan, ¡no te lo pierdas! Creo que te encantará :3 No he leído el libro autobiográfico de Yoshiki, pero imagino que el documental tampoco te desvelará nada que ya no sepas… sin embargo creo que merecerá la pena que le eches un vistazo 🙂 Y concuerdo contigo, Yoshiki es una persona consagrada en cuerpo y alma a la música, que es su pasión y trabajo ❤
      ¡Un abrazo, nos volvemos a leer!

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