Para este noveno Tránsito he querido fusionar dos secciones. La que nos concierne por época del año y la dedicada a cortometrajes, los Lacónicos. Así que he seleccionado 5 relacionados con lo maravilloso, el terror o lo sobrenatural. No los he meditado mucho, pero sí he procurado que fueran diferentes entre sí para aportar más variedad dentro de la temática. Los 5 me parecen curiosos, cada uno a su manera; y ofrecen una visión diacrónica bastante interesante de las múltiples facetas que posee la animación japonesa, sobre todo en la escena independiente.
Es una lástima que no podamos acceder a material de Tadanari Okamoto (1932-1990) con la misma facilidad que tenemos con otros creadores. Okamoto-sensei siempre será uno de los máximos referentes en animación independiente; y siempre procuró no repetir ni técnicas ni motivos ni métodos. Con él cualquier cosa era posible. Por eso no he querido dejar pasar la oportunidad de incluirlo en esta lista, aunque el corto en sí solo tenga de sobrenatural el personaje del kitsune. Me da igual. Lo meto porque sí y porque me sale del coño. Además el que también fue gran amigo suyo, Kihachirô Kawamoto, tuvo su espacio en los Tránsitos del año pasado. Okamoto no podía ser menos.
Okon Jôruri o La balada mágica (1982) de Tadanari Okamoto es requetefeténdelosfetenes. Una historia sobre la soledad de la vejez y la enfermedad. Pero ante todo sobre el egoísmo humano. Okon es un kitsune que con sus jôruri es capaz de sanar. Un jôruri es una pieza musical que hace especial énfasis en la historia narrada más que en su música. Se interpreta con un shamisen, que es el que utiliza Okon bajo la atenta mirada de una anciana campesina, Itako, postrada en cama. Los dos se hacen amigos pero, como muy bien nos ha hecho notar a lo largo de los siglos el folclore japonés, yôkai y humanos no pueden mantener una relación saludable. Tristeza nâo tem fim, pivetes.
Okamoto utiliza sobre todo el stop-motion y el papel maché para desarrollar Okon Jôruri, pero también de forma imaginativa intercala animación tradicional. Asimismo incorpora abundantes elementos del kabuki, que brindan más profundidad dramática. Es un cuento triste y muy conmovedor, fijo que os hará derramar alguna lagrimita.
Los amantes del escritor Howard Phillips Lovecraft ya estamos habituados a que sus adaptaciones, sean en el medio que sean, resulten digamos que… un poquito estrafalarias. Eso siendo amable. Hay excepciones, claro, pero hasta donde yo sé, sus relatos no han tenido todavía una película, una animación, un corto o un tebeo dignos de su transcendencia. Otro tema es la capacidad que ha tenido la obra de este escritor para inspirar a otros artistas a lo largo de las décadas. Me encanta El joven Lovecraft, por ejemplo, pero las adaptaciones en sí suelen ser irregulares. ¿Es el caso de este El horror de Dunwich y otras historias (2007) de Ryo Shinagawa? Pues un poco sí… pero no. Japón funciona a una frecuencia bastante distinta de Occidente; y la influencia de Lovecraft se ha dejado notar de muy bizarras e interesantes formas. Ya solo por eso la obra de Shinagawa merece un vistacillo.
Se trata de una colección de 3 cortometrajes basados en los cuentos El grabado en la casa (1920), El horror de Dunwich (1928) y La ceremonia (1923). Utiliza un stop-motion de arte decadente, muy lovecraftiano he de decir, pero de ricos y desgarbados detalles. El primero tiene todavía una fuerte impronta de Edgar Allan Poe; el segundo es uno de los celebérrimos del ciclo clásico de los Mitos de Cthulhu; y el tercero rinde homenaje a Arthur Machen. Amo sobre todas las cosas a Machen, ¿lo había dicho alguna vez? Pues me repito: Arthur Machen es M-A-R-A-V-I-L-L-O-S-O. Volviendo al turrón, son tres adaptaciones bastante respetuosas con los originales. Les faltan, por supuesto, los millones de matices y pormenores de los relatos, pero son cortos decentes.
Shinagawa quiso otorgarles un compás lento, solemne; con planos muy estáticos donde el movimiento lo aportan la cámara o diversos elementos inanimados (la llama de una vela, el agua de la lluvia, el viento agitando cortinas, etc). Las marionetas permanecen inmóviles gran parte del tiempo, y sus expresiones varían bastante poco. Salvo en La ceremonia, los grises y tonos apagados son los predominantes; lo que unido a su ritmo pausado resulta perfecto para ambientar esos parajes fantasmagóricos de la Nueva Inglaterra de Lovecraft. Si no se conoce nada la obra del escritor, en mi opinión no son la tarjeta de presentación más adecuada. Sin embargo, para los fans seguro resultarán tres delicias entrañables.
Kumo wo Miteitara o Mirando una nube (2005) de Naoyuki Tsuji es sin duda el corto más extraño de los 5. Forma parte de una trilogía que Tsuji-sensei dedicó a las nubes, 3tsu no Kumo, siendo el segundo de ellos. En el vídeo adjunto empieza a partir del minuto 3 y 40 segundos. Como la mayoría de la obra de este autor, el corto está realizado en carboncillo y es de ejecución muy simple. El argumento lo es más: un muchacho observa desde la ventana de su clase las nubes en el cielo, y aburrido decide dibujar una en su cuaderno. Lo que no espera es que su garabato cobre vida y salga del papel, invadiendo el mundo real, absorbiendo todo lo que le rodea. ¡Pánico en el colegio!
Mirando una nube encierra la esencia de las pesadillas. De ritmo lento pero inexorable, con una singularidad onírica, espectral, que Tsuji-sensei sabe marcar muy bien mediante borrones difuminados. El tiempo fluye como una enorme baba densa y sucia, arrastrando el pasado. Mención especial para la música de Makiko Takanashi, de una sencillez extrema también pero hipnótica. Me ha gustado mucho. No obstante me refiero a la que aparece en el DVD, en youtube no es la misma. De hecho la que tenéis aquí solo son efectos sonoros sin apenas melodía. Una lástima, porque ese bajo en obstinato y el lento arrastre de la púa contra las cuerdas otorgan un ambiente escalofriante. Muy logrado, sí señor.
Se trata de un videoclip para el proyecto vocaloid Sasanomaly (Nekobolo es el capitán en realidad) del que no puedo decir nada bueno, así que mejor me callo. No me gusta su música, sin más. Y sí, me salto el OP de Natsume, como hago con el 99,9% de ellos, QUÉ PASA. La canción en sí cuenta de manera metafórica los problemas para expresar los sentimientos y emociones personales; también la ausencia de algunos, la confusión que provocan y la necesidad de aparentar. Nada nuevo bajo el sol de la hiper-reprimida (cada vez menos) sociedad japonesa. El vídeo se centra en la persecución amorosa de un hombre hacia una mujer, ambos se metamorfosean continuamente. Una para huir, otro para llegar hasta ella. El típico amor no correspondido desde la perspectiva masculina, la trampa de la vida que es el enamoramiento. ¿Qué sucederá al final? El clip también lo muestra, y su conclusión es pesimista y ambigua al mismo tiempo.
Lo que en realidad me entusiasma de The Synesthesia Ghost (2015) de Atsushi Makino es el concepto de mezclar distintas formas de animación e imagen en movimiento: taumatropos, cutouts, fenaquistiscopios, marionetas articuladas, flip books, animación con siluetas, libros pop-up, CGI, imagen real… Desde lo más antiguo hasta lo contemporáneo, pero guardando una estética vintage casi steampunk muy curiosa. Lo más importante del conjunto de la obra sin duda. Solo por eso merece la pena verlo, porque es precioso.
Y cerramos, tal como hemos abierto estos Tránsitos, con una criatura del folclore japonés. Esta vez acudimos a nuestros traviesos amigos los tanuki, que tienen una habilidad similar a los kitsune: metamorfosearse (henge). Es el corto más antiguo de los recomendados y no por ello el menos atractivo. La década de los años 30 del s. XX suena muy, muy remota, ¿se hacía algo bueno entonces? Pues sí, amiguitos, se hacían muchas cosas buenas. Entre ellas este Shôjôji no Tanuki-bayashi Ban Danemon (1935) de Yoshitarô Kataoka.
El cortometraje ahonda sus raíces en la historia y fábulas clásicas japonesas para llevar a cabo su argumento. El protagonista es, nada más y nada menos, que el general samurái Ban Dan’emon (1567-1615); y se ve inmerso en uno de esos fenómenos sobrenaturales que tanto abundan en las noches de Japón: el tanuki-bayashi. ¿En qué consiste el tanuki-bayashi? Pues tendréis que ver el cortometraje para saberlo, aunque el argumento es harto humilde. Nuestro campeón y borrachín Ban Dan’emon acepta el reto de vencer al bakemono que mantiene encantado un castillo, pero solo porque esos 1000 ryô de la recompensa le vendrán de perlas para conseguir sake. Nada más entrar, el ambiente fantasmal es bastante patente, pero a Ban Dan’emon, que no es solo un fanfarrón, le resbala. Atrapada en una enorme tela de araña, se encuentra una insinuante damisela a la que rescatará, pero ella no es lo que parece…
Como es de prever, tiene mucho de Félix el gato y todas esas creaciones tan estupendas de Max Fleischer. Eran los referentes inmediatos de Yoshitarô Kataoka, ineludibles. La caricaturización, el humor grueso, la fantasía desmedida, etc.; aunque técnicamente utiliza recursos bastante avanzados y llamativos para la época. Shôjôji no Tanuki-bayashi Ban Danemon es una pieza de museo merecedora de nuestra atención, pues tiene un par de ases en la manga que continúan sorprendiendo incluso ahora.
Espero que disfrutéis de estos pequeños tesoros. He preferido no alargarme mucho para no daros la chapa como de costumbre. A veces puedo ser breve, ¿eh? Si surge algún problema con la reproducción de los enlaces, avisadme en comentarios, por favor. Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
Vengo del enlace de tu entrada a Okamoto asique ahora mi agradecimiento es el doble…me llevo más animadores y cortometrajes para mirar me interesa especialmente el de Ryo Shinagawa porque bueno: ¡Lovecraft! y todo lo bizarro bienvenido sea sin más (yo era la única en mi adolescencia que disfrutaba de los videoclips raros que sabían pasar antes de que los canales de música se fueran a pique) Besos Sho y larga vida a la animación 🙂
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Lovecraft es vidaaa! 😀 Besos, Coremi!! ❤
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