Hace unos días fui al cine para ver Macbeth. Este Macbeth, para aclararnos.Y me ha gustado, a pesar de que hayan prescindido del elemento sobrenatural o me resultara más visual que otra cosa. Tranquilos, no voy a hacer una crítica de la película de Justin Kurzel. Además en este blog no procede. Pero recordando las versiones de este clásico de Shakespeare que he llegado a visionar, mi favorita por goleada es, sin duda, la de Akira Kurosawa. Por delante de la de Orson Welles; muy por encima de la de Roman Polanski. Y, por supuesto, me gusta más que esta última que he visto. Sin menospreciar ninguna de ellas, que conste. Mi criterio es cuestionable, ya que solo soy una espectadora anónima para nada especializada en la crítica de cine. Pero Trono de Sangre (1957) o Kumonosu-jô en el original japonés, sigue siendo mi adaptación preferida de la tragedia de Macbeth. Así que aprovecho la coyuntura para escribir un poquillo sobre esta obra maestra del cine, no ya solo nipón, sino mundial. Soy consciente de que si se ha debatido o reflexionado sobre un director de cine, ese ha sido Kurosawa, por lo que no aportaré nada que no se haya dicho ya.

Creo que toda persona civilizada, llegada cierta edad, debería conocer de sobra la historia del rey escocés Macbeth y la tragedia que William Shakespeare escribió inspirándose en su figura, por lo que considero innecesario hablar sobre ella. Si no es así, es que el mundo está muy mal. Vale, de acuerdo, el mundo realmente está muy mal; y aunque las labores pedagógicas tampoco es que sean mi fuerte, vamos a contar un par de cosillas para refrescar la memoria en plan telegramametralleta.
Macbeth es la tragedia más breve y oscura de Shakespeare. Decir que es tenebrosa es quedarse muy corto, da miedo. Por muchos motivos. La escribió en 1606 y probablemente escogió la temática para legitimar, en cierta manera, el reinado de Jacobo I (era hijo de María Estuardo), además de que a este monarca todo asunto relacionado con la brujería lo fascinaba. Así el inglés contentaba por partida doble a su rey. Es una obra de teatro y, aunque parezca estúpido indicar esta obviedad, es importante no olvidarlo sobre todo si vamos a ver el film de Kurosawa.
Fair is foul, and foul is fair:
Hover through the fog and filthy air.
Lo bello es feo y feo lo que es bello;
la niebla, el aire impuro atravesemos.
Con estos versos termina la escena primera del primer acto de Macbeth: la reunión de las tres brujas entre relámpagos y truenos. En esas palabras se esconde una de las médulas de esta obra, la incansable sucesión de conceptos antitéticos, la inversión continua de valores que crean una atmósfera de alucinamiento y confusión moral realmente singular. Como agentes del caos, ellas son, mediante la tentación, las responsables de la espiral de crímenes, remordimientos y locura sin fin que se desata en una rápida vorágine de auténtica maldad. Un ejemplo meridiano de la ironía dramática que irá brotando luego por toda la obra.
Tras vencer a noruegos e irlandeses, que pretendían invadir Escocia, Macbeth y Banquo se dirigen al encuentro de su rey, Duncan. Pero en el páramo antes de alcanzar el castillo, tropiezan con tres brujas. De manera misteriosa los saludan, dando a entender que Macbeth será rey y Banquo padre de reyes. Tras las profecías, desaparecen. Estos augurios serán el aguijón que despertará las terribles ambiciones de Macbeth y lo llevarán a asesinar al rey Duncan. Junto a él, su esposa Lady Macbeth, instigándolo sin tregua. Pero no todo queda ahí, como imaginaréis. Esto es Shakespeare, no Dan Brown; y las complejas estructuras psicológicas del Bardo continúan siendo portentosas por muchos siglos que pasen. La culpabilidad y la profunda paranoia conducirán a estos dos personajes a una degradación mental y moral absoluta. Los llevarán a su propia muerte. ¿Fue el Destino el que los dirigió al desastre o su propio libre albedrío?
Life’s but a walking shadow, a poor player
That struts and frets his hour upon theistage,
And then is heard no more. It is tale
Told by an idiot, full of sound and fury,
Signifying nothing.
La vida no es más que una sombra que camina; un pobre actor
que, orgulloso, consume su turno sobre el escenario
para jamás volver a ser oído. Es una historia
contada por un idiota, llena de ruido y furia,
que nada significa.

Y esta monstruosidad fue la que tomó en sus manos el monstruo de Kurosawa para trasladarla a Japón, en pleno (y monstruoso) periodo Sengoku (1467-1603). No sería la última vez que utilizara una tragedia de Shakespeare para inspirarse, más adelante vendrían The bad sleep well (1960) y Ran (1985). Porque aunque he indicado que es una adaptación, Kurosawa fue mucho más allá. En realidad Akira Kurosawa siempre iba más allá, por eso (entre otras cosas) es valorado como uno de los mejores directores de la historia del cine. Era capaz de unir la tradición occidental y la japonesa con naturalidad, su identidad artística intercultural era muy obvia. Eso quizá hizo que no fuera apreciado como debiera en su propio país hasta hace unas décadas, aunque ese es otro tema. Trono de sangre es uno de esos ejemplos donde Kurosawa aunaba con verdadera maestría estos dos mundos. Es asombroso cómo estableció correspondencias de una afinación milimétrica entre eventos históricos, conceptos y nociones pertenecientes a culturas tan distantes y diferentes.

Trono de sangre es un jidaigeki. Su correspondiente occidental sería el drama de época o period drama, aunque el jidaigeki se extiende más allá del cine o la televisión para introducirse, por supuesto, en el mundo de la animación. Kurosawa rodó unos cuantos jidaigeki muy célebres como Los 7 samuráis (1954), Yôjinbô (1961) o Sanjûrô (1962). Pero sin desmerecerlos para nada, este Trono de sangre es «otra cosa». Ni mejor ni peor, simplemente «otra cosa». Junto a Rashômon (1950) y El ángel borracho (1948), mis predilectas de este caballero. Pero bueno, que va por épocas. Hace unos años estaba que no cagaba con Ikiru (1952), por ejemplo.
Este gif muestra al espíritu del Bosque de la Telaraña. Un bosque fantasmagórico, una trampa mortal si se desconocen sus sendas. Este espíritu se encuentra, como las Moiras griegas, hilando el destino de hombres y dioses. En este caso, el destino de los generales Washizu (Macbeth) y Miki (Banquo), que se han extraviado de camino al Castillo de la Telaraña, donde Lord Tsuzuki (el rey Duncan) espera su llegada tras la victoria que han logrado sobre la rebelión. Este fantasma o demonio es el equivalente a las tres brujas originales, y cumple su cometido como oráculo: Washizu será señor del Castillo de la Telaraña; Miki padre de señores del Castillo de la Telaraña. Añade que, antes de alcanzar esa fortuna, serán amos de otras fortalezas que se encuentran en diferentes manos. Los generales no lo terminan de creer y cuando insisten en que les dé más información, desaparece.
Cuando se percatan de que los primeros augurios se cumplen, la mente de Washizu comienza a torcerse. Su esposa, Lady Asaji (Lady Macbeth), introduce en sus pensamientos la duda, el miedo a la traición y el ansia de poder. Lo empuja a cumplir el destino predicho, aunque sea mediante el crimen: matar a su Señor. Lady Asaji es terrorífica, venenosa en su inexpresividad. El sonido de sus ropajes de seda cuando se mueve son escalofriantes. Washizu, al principio renuente, cae ciego por la ambición. Pero el asesinato tiene sus consecuencias psicológicas. La culpabilidad va aumentando, el temor a que les arrebaten su recién adquirido poder y el resentimiento que genera el que el hijo de Miki vaya a ser el futuro señor, intoxican sus acciones y juicio. La violencia solo puede engendrar más violencia.
A veces se tiene la sensación de estar inmerso en un mal sueño; la fuerte impronta onírica de la niebla y la falsa quietud con la que se va desarrollando todo, son las premoniciones, junto a los graznidos de mal fario de los cuervos, que aproximan el desenlace fatal. Inexorable. Parece que las cartas hubieran estado marcadas desde el principio. Hasta los blasones de los clanes, el ciempiés de Washizu y el conejo de Miki, nos están indicando que uno morirá como un insecto atrapado en una telaraña y que la fertilidad del otro lo llevará, a través de su descendencia, a la gloria.
El Nô juega un papel muy importante estética y estructuralmente. Trono de sangre casi podríamos afirmar que es una obra de teatro rodada en celuloide. Hay coro (teatral) contextualizando al principio de cada acto, algunos de los actores (Lady Asaji y el espíritu del bosque) son maquillados como auténticas máscaras y sus interpretaciones cuidadosamente hiératicas; se hace uso del hayashi como si se tratara de una verdadera mugen nô; etc, etc, etc. La armonía que Kurosawa logra entre el Nô y la obra de Shakespeare es admirable; y lo que el director hace parecer sencillo, en realidad no lo es en absoluto. El Nô está muy alejado de la concepción tradicional aristotélica del teatro occidental que conocemos. Es otro mundo con otras reglas y otro lenguaje.
Kurosawa japonesizó (toma palabro que me acabo de inventar jojo) con un tino extraordinario una de las obras de la literatura occidental más relevantes. No solo a través del Nô sino que, como su admirado Kenji Mizoguchi, acudió al misticismo del sumi-e en algunos de sus paisajes o a la reflexión filosófica, casi fatalista, del budismo. Hizo de Macbeth una obra mucho más sobria y simbólica; elegante y muy estilizada.
¿La recomiendo? Lógicamente, sí. Como ya he señalado al principio, es mi Macbeth cinematográfico favorito hasta la fecha. Hay personas que se quejan de que es una película demasiado japonesa; otros de que es demasiado occidental para ser japonesa. Ambas posiciones, y sin ánimo de ofender, me parecen una soberana gilipollez… y las razones de que piense así ya las he ido volcando a lo largo de la entrada. Trono de sangre es un peliculón. Punto.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
Ahora me antojaste de leer Macbeth (y eso que tenia planeado leer la tempestad antes).
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¡Ah, La Tempestad! Es otro rollo distinto a Macbeth, aunque el elemento mágico y fantástico está por todos sitios :3 Mozart tenía pensado escribir una ópera de esta obra, pero desgraciadamente se murió antes
¿Sabías que Próspero seguramente esté inspirado en la figura del ocultista cortesano John Dee? Es bien interesante, Ariel es un personaje que me encanta ❤
Cualquiera de las dos que te llame leer es impresionante, aunque Macbeth resulta tétrica de narices… yo aviso 😛
¡Abrazoteeee!!!
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Ni idea o.O
Voy a aprovechar ese dato que es jugoso.
¡¡Jajaja un abrazote!! Y creo que empezaré con Macbeth 😛
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He oido una voz que me ha dicho «No podrás dormir más… Macbeth ha matado al sueño…»
Creo que Macbeth es la que no he leido… pero porque la vi en unas obras que pasaban de la BBC en el Canal 22, con actores de teatro y toda la cosa…
Saludos!
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Sí, es una de las citas más conocidas de la tragedia 🙂 La BBC es amor, tiene la sanísima costumbre de adaptar grandes obras literarias. Hace unos años la gocé con The Hollow Crown, ALUCINANTE.
¡Saludos, Khalil!! 😀
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A mi la peli de Macbeth me ha encantadoooo, esa atmósferaaa, ese Fassyy (todo por Fassy xD), na en serio, me ha gustado muchísimo, acabo de leer la obra además y la veo como una adaptación muy acertada. También es cierto que es la única que he visto, pero me has dejado con ganas de ver «Trono de sangre», recuerdo que nos pusieron trocitos de esta peli en la facultad en una de mis asignaturas de cine, me destriparon un poco la peli para comentarla, pero ahora que ya lo he olvidado todo (gracias memoria de pez) seguro que la puedo disfrutar tranquilamente!
Querida Sho… echaba de menos tu maravilloso blog! 🙂
Un bsote!
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«Todo por Fassy» ¡SÍÍÍÍ!!! xDDDD La verdad es que se come la pantalla con su interpretación, está magistral. Es un actorazo. En Jane Eyre también me gustó mucho :3 En general, papel que pilla, papel que borda. También me ha gustado mucho Sean Harris haciendo de Macduff y creo que le deberían haber dado un poquillo más de metraje para lucirse mejor. Le eché el ojo por primera vez en su interpretación de Ian Curtis en la peli 24 Hour Party People, tremenda :O
Si te animas con Trono de Sangre, creo que no te decepcionará 😉 Para los que encima apreciamos Japón es un caramelito, con multitud de detalles de los que aprender un montón 😀
¡Estoy muy contenta de que hayas vuelto al mundo blogueril!!! YESSSS!! Sin ti estos lares no habrían sido igual, eres ya toda una institución indispensable, estoy segura de que esta nueva etapa será genial también ❤ ❤ ¡No nos podías dejar huérfanos!
¡Un besazo enooorme! ¡Mucha fuerza!!!!
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OH GOD, FASSY COMO ROCHESTER, no me lo recuerdes que babeo (aunque personalmente yo lo veo más como Toby Stephens y babeo también xDDD)
Gracias guapísima!!!! 😊💗
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Toby Stephens es un graaaan actor también, lo relaciono directamente con The Tenant of Wildfell Hall (lo vi ahí por primera vez), el libro me encantó ❤ Pero sí, esa miniserie estuvo genial, además la Jane Eyre de Ruth Wilson me convence muchísimo más que la de Mia Wasikowska; es una actriz que no me acaba de ganar todavía
Rarezas de las mías, ains xD
¡Besazooo! ❤ ❤
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