Ya recuperados de la espantosa gripe que la semana pasada nos tuvo postrados en cama la mayoría de los días (y menos mal que estábamos vacunados, señores), hemos regresado a la normalidad entre esas últimas toses que intentan expulsar las flemas-garrapata de nuestros bronquios. Hemos vuelto, como podéis comprobar, a nuestro habitual espíritu de bufón sin gracia. Vale, dejamos el pluralis modestiae. Es ridículo.
El anterior episodio, salvo por algunos momentos concretos, me resultó pesado. Era inevitable que revisaran los tópicos del festival escolar y el baile estudiantil, que suelen ser de los que más insoportables se me hacen. Fue un ligero bajón, lógico por otro lado, donde la bizarrada (es casi lo único que me interesa de esta serie) rebajó su intensidad hasta dejarlo todo como una comedia más normal. Y servidora, con las comedias, suele tener problemas debido a su sentido del humor amorfo. Por otro lado, se fue avanzando más en la trama (solo faltaría) y, ¡por fin! pudimos conocer algo más del bando vampírico del asunto. Y tuvimos nuestra primera muerte ¡¡¡¡DRAMAAAAAA!!!! Deseo que en este nuevo episodio ofrezcan más datos jugosos y se dejen de obviedades. Y que haya muchas bizarradas. Infinitas. Aunque tengo un mal presentimiento…
Como siempre, habrá spoilers.

Capítulo nueve
Pues hablando de obviedades, la primera parte del episodio ha sido una verdadera retahíla de las mismas. El trío de demonios mongolos (el morboso menos) ya ha caído en la cuenta de quién es en realidad la saco de patatas tras el espectáculo de luz y sonido que tuvo lugar en plena calle. Y van a por ella, claro, pero esta se encuentra con Lindo oculta en la sede de la Sociedad de exorcistas. Sus miembros resultan ser unos fanáticos religiosos (vaya, qué original) y pretenden destruir el grimorio para acabar con el problema de raíz. Vamos, matar en una escabrosa ceremonia con cánticos ominosos, alicates, cadenas, una llave inglesa y otras herramientas de fontanero, a la saco de patatas.

Por supuesto, el lindo exorcista la salva de la forma más absurda posible (lo de dar patadas a puertas y candelabros es sensacional), tras ser despreciado, como quien no quiere la cosa, por sus superiores y colegas del gremio de exorcistas fontaneros, ya que lo consideran una criatura impura, un dhampir. Sí, amiguitos, el padre de Lindo es un vampiro, un pez gordo (Lord Nesta, parece) por lo que nuestro pelirrojo no es hermano de la saco de patatas. Oh, qué inesperado. Así que ambos huyen y se esconden en un solitario templo shinto, donde el lindo exorcista confiesa a su prima su secreto (intercalar aquí momentos tiernos y dolorosos de la infancia). Le confiesa hasta que tiene sentimientos poco fraternales hacia ella y se lanza a besarla. Pero el rubiales no iba a permitir que le levantaran la piba. Nanay. Muy oportunamente, abre la puerta del templo (lástima, sin patada) y los pilla a punto de consumarlo. El beso, a punto de consumar el beso.

Y aquí llega el momento musical. El enfrentamiento por el amor de la saco de patatas entre el rubiales pijo, vástago de un jefazo de los demonios; y un atormentado dhampir huérfano, joven señor de un reino de chupasangres (esto último me lo he inventado). Qué maravilla, qué épico. Qué desangelado todo. Este episodio sigue un poco la tónica del anterior, pero afianzándose todavía más en esa medianía de los anime del montón; sin concesiones a la deformidad y extravagancia como en otros capítulos anteriores.
La saco de patatas reniega de su amor hacia el rubiales y este se siente herido en lo más profundo. Sinceramente, esta pareja me conmueve tanto como una meada de Isis. Entre que uno tiene la expresividad de la morrena de un glaciar, y que la otra es absolutamente imbécil, pienso que podrían arrojarlos al Etna en plena erupción y la serie continuaría sin problemas. Y Peluchón sería la estrella indiscutible, por supuesto.

Y continuamos sin saber gran cosa del bando vampírico. Esto ya es un poco cansino. Dos gotas de información en los últimos minutos y gracias. A ver, tiene pintas de que el gran señor vampiro se cepilló (mediante engaños, seguro) a la madre del lindo exorcista, probablemente para conseguir acceso al grimorio. Y ahora tiene en sus manos a la madre de Tubérculo-hime, una señora de la que pasa todo dios: su hija, su sobrino, el guionista… hasta el propio Lord Nesta, que ni usa adecuadamente la carta del chantaje a la familia Tachibana (habría sido lógico y eficiente). A no ser que la hayan convertido en vampiro ya. O algo.

Como podéis comprobar, Dance with devils se salva por el interés que ha generado la trama argumental, que a pesar de que ha sido predecible (y tiene pintas de que lo siga siendo), ha tenido momentos brillantes y, seguramente, nos conceda algunos pocos más en el futuro. Pero echo de menos a Peluchón. Y, ante todo, añoro los dislates y barbaridades. Estos dos últimos capítulos han sido comedidos, muy normalitos. Me han decepcionado en ese aspecto. Son uno de sus puntos fuertes y sin las barrabasadas, este anime permanece como uno más. La pretendida caricatura se queda sin fuelle. También es cierto que esperaba demasiado. Después de emocionarme con la coral de pomeranias, todo ha ido cuesta abajo. Snif.
Veremos qué sucede la semana que viene. Dance with devils se encuentra ya en su recta final. Quiero que desbarren, que se les vaya la cabeza sin medida . Y están comenzando a aburrirme, no he hallado grandes estímulos en estos dos últimos capítulos. Meh.
Saludos!
que bueno que ya estas:
«Back in the chain gang» ( the Pretenders )
Como me rio con tu reseña de esto… 😀
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Saludos, Khalil! 😀
Gracias, como siempre, por estar ahí ❤
Ya estamos de vuelta, ya estamos… 😀
Me gustaMe gusta
Hola Sho-shikibu! Espero que estés bien.
Ni jota idea, tocara esperar tu próxima entrada.
A veces un malestar general es tan doloroso como el primer anal (eso dicen algunas mujeres). Con respecto a la serie, me parece bien que ya este en su recta final, y en especial ese melodrama extraño de vampiros/demonios e «incesto». No sé si el guionista/mangaka escribe historias así porque lo pide la gente, o porque le gusta escribir cosas así
¡Abrazos!
Me gustaMe gusta