Era inevitable aludir a este icono de la cultura popular japonesa. Kitarô, el chico de un solo ojo. Kitarô, el último de la tribu de los yûrei. Kitarô, el mozuelo nacido en un cementerio que lucha por la paz entre humanos y yôkai.

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Kitarô y su papá en Bomarzo, digo en la puerta del Infierno.

Las encarnaciones que ha tenido han sido múltiples a lo largo de las décadas y en diversos formatos: manga, anime, live-action… Desde finales de los años 50 del s. XX hasta ahora, Kitarô y su macabra troupe han poblado el imaginario colectivo de Japón. Y no es para menos ya que su origen, precisamente, es el folclore, que cristalizó por primera vez en los años 30 mediante los kamishibai callejeros. Pero el responsable directo de su éxito, el creador del Kitarô moderno es Shigeru Mizuki con su GeGeGe no Kitarô. Mizuki, aparte de ser conocido por Kitarô, se ha centrado a lo largo de su trayectoria artística como mangaka en la temática sobrenatural y bélica. Hace unos pocos años, de hecho, recibió el premio Eisner por su obra autobiográfica Sôin Gyokusai Seyo! (1973), basada en sus terribles experiencias durante la II Guerra Mundial en Papúa Nueva Guinea. Un tebeo que, desde ahora, os recomiendo y del que quizá, más adelante, haga reseña. Y aún hay más: este 2015 ha sido galardonado con su segundo Eisner por Showa: A history of Japan, lo que os puede dar una idea de la importancia de este autor no ya solo en Japón, sino en el mundo del cómic general. Con sus 93 años ahí lo tenéis, como un jefazo, dominando el percal.

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A Mizuki le gustan las hamburguesas. Y sí, le falta el brazo izquierdo. Lo perdió durante la guerra.

Pero regresando a Kitarô y su alumbramiento, os comentaba que su ascendencia era claramente popular. Se basa parcialmente en un pequeño cuento del periodo Edo donde un kosodate yûrei o «fantasma que cría un bebé», es el protagonista. Hay diferentes versiones, pero todas ellas provienen, ¡oh, sorpresa!, de China. Los patrones en común narran la historia de una mujer que compra o bolas de arroz o caramelos o sake dulce en cierto puesto callejero. El tendero observa algo sospechoso en ella, por lo que decide seguirla hasta un templo budista donde desaparece. Al día siguiente, el vendedor habla con el monje encargado del templo, contándole su experiencia. Este le explica que hace poco una joven embarazada había muerto allí, y deciden inspeccionar su tumba. Al remover la tierra, encuentran junto al cadáver de la mujer un bebé vivo comiendo caramelos o bolas de arroz.

Con esa raíz, Masami Itô escribió el primer relato con Kitarô de estrella en un kamishibai: Hakaba no Kitarô (1933). Más adelante, y con el permiso de Itô, Shigeru Mizuki que sabía bien de su trabajo, comenzó a construir al Kitarô que ahora conocemos. Lo hizo sobre todo a través del mercado de alquiler de libros, pero era un espacio que, con la llegada de la televisión, tenía los días contados. Ya fue publicando en la Shônen Magazine, a partir de 1964, cuando alcanzó cotas de éxito importantes. Pero al tiempo tuvo que cambiar el nombre. Al patrocinador del momento, Hakaba Kitarô  (hakaba es cementerio) le parecía demasiado tétrico, así que el propio Mizuki rebautizó su obra como GeGeGe no Kitarô.

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Un primigenio Kitarô surge de la tumba de su mamá.

Y es esa primera etapa del manga, cuando todavía se titulaba Hakaba Kitarô, la que vamos a considerar. Más bien su adaptación animada, que tardó en llegar como tal varias décadas. No es que no hubiera habido anime sobre GeGeGe no Kitarô hasta entonces, no penséis que estoy tan chiflada. Existen, si no llevo mal la cuenta, 5 versiones distintas con la presencia ocasional incluso de Isao Takahata (casi nada, colegas) en algunas de ellas. Pero no de Hakaba Kitarô. Y, por fin, en 2008 llegaron 11 episodios producidos por Toei (no huyáis, que os veo) que fueron televisados en noitaminA.

La historia comienza con la llegada de una pareja de yûrei a un vecindario de Tokio. Ellos son los últimos de su clan y se encuentran gravemente enfermos. Mizuki, el vecino al que se presentan, está aterrorizado al descubrir que no son humanos; pero tolera hasta tal grado su presencia, que llega a hacerse cargo de su hijo cuando fallecen. Él sabe muy bien que no es un niño normal y lo teme, aunque a pesar de ello se responsabiliza de él. A partir de ahí, suceden las aventuras de Kitarô acompañado de su padre, que ha permanecido en este mundo a través del globo ocular de su cadáver.

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Padre e hijo

La galería de personajes es muy buena: desde el pequeño psicópata de Kitarô, su padre» el ojo de la sabiduría», el apestoso hanyô de Nezumi Otoko (lo amo, ES LO PEOR), la cantarina Neko-san, Johnny el guitarrista ególatra… hasta el propio Shigeru Mizuki en diversos avatares. Yôkai de todo tipo, hombres lobo, vampiros, mafiosos, el primer ministro de Japón, doppelgängers sin media neurona y muchos más brotan como lindas florecillas en este anime. Uno se encariña paulatinamente de ellos (luego se sufre) porque están muy bien bosquejados, 11 episodios saben a poco. Es un producto original pero asequible, que picotea del romance, el suspense, el terror, el drama y… lo grotesco. Hay para todos los gustos. Eso sí, tiene a veces unos puntazos bastante crueles. Con la comedia negra es lo que toca.

Neko-san huele a rata...
Neko-san huele a rata…

La animación en general me ha gustado mucho. Los colores tirando a sepia, de apariencia aguada junto a un filtro envejecedor, dan un aspecto vintage muy apropiado al espíritu de la serie. Aparecen más técnicas y recursos de manera esporádica, pero todas con la costura tradicional. El que busque grandes efectos o un arte moderno, no los encontrará aquí. Los diseños de los personajes también son anticuados, muy 70-80’s, pero realmente fantásticos. El esfuerzo por lograr una ambientación shôwa ha merecido la pena, por eso mismo es probable que no termine de agradar al consumidor medio de anime actual. Eso sí, la ejecución técnica es impecable y contemporánea, no se puede decir en ningún momento que sea mala. Otra cosa es que el conjunto final luego guste, claro.

Debo reconocer que los openings suelen asquearme por regla general. Una gran mayoría me parecen insoportables, pero esta es una de esas pocas excepciones: me encanta. Que tenga el garbo inconfundible del cómic occidental ya me gana inmediatamente; pero no es solo eso, claro. Es enérgico, divertido y el tema musical, Mononoke Dance de los veteranos Denki Groove, va ni que pintado para su dinámica.

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Conforme la serie avanza, se hace más amena y disparatada. Casi todos son capítulos autoconclusivos pero hilvanados unos con otros. Ese humor negro y absurdo, lleno de truculencias varias, va aumentando poco a poco. Las historias son de aire ingenuo, a veces casi infantil, pero bien guiadas y con bastantes sorpresas. La muerte no respeta a nadie, solo digo eso.

En resumen, es un anime ligero y perfecto para ver durante estas fechas tan propicias para lo macabro. El que conozca el universo de GeGeGe no Kitarô, encontrará algunas diferencias lógicas pero, ante todo, una visión un poco más sobria e indudablemente interesante. El que no, es la forma perfecta de introducirse en él.

Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

5 comentarios en “Tránsito VI: Kitarô, el chico del cementerio

  1. Ay Sho… no sabes lo feliz que me ha hecho esta entrada. Kitaro es una de las series que a-do-ra-ba cuando era niña (y raro, porque también recuerdo que algunos episodios me perturbaron un poquitín) y lo único que podía recordar hasta ahora era que trataba de un niño con un «papá ojo» xD. Ni para buscarla porque no sabía cómo se llamaba.
    La verdad no tengo idea de cuál versión fue la que conocí, pero esos once capítulos que mencionas se ven demasiado tentadores como para dejarlos pasar. Millones de gracias por la entrada 😀
    ¡Un besazo! ❤

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    1. ¡Hola Mishusina! 😀

      Es que el ojo es inolvidable xD Y sí, era para perturbar a cualquiera, yo no considero esta obra enteramente para niños por mucho que el dibujo tenga ese aire infantil… un poco al estilo de la Addams Family o The Munsters pero mucho más bestia (japoneses, claro :P)
      Gracias a ti por pasarte por aquí y comentar, en serio ❤ Si te animas a verlos, espero que los disfrutes, merecen la pena :3
      ¡Mil besos, Mishusina! ❤ ❤ ❤

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