惡の華

Odilon Redon - Les origines II y eut peut-être une vision première essayée dans la fleur (1883)
«Les origines II y eut peut-être une vision première essayée dans la fleur» (1883) de Odilon Redon

Como amante del decadentismo, parnasianismo y simbolismo del s. XIX, no podía dejar de lado un manga que directamente tomaba el nombre de una de las obras cumbre de la literatura francesa de esa época: Las flores del mal (1857) de Charles Baudelaire. Para mí era una cuestión de tiempo el acercarme a esta obra de Shuuzou Osimi. Además, por lo que pude columbrar previamente, las constantes alusiones al pintor Odilon Redon (¡¡¡lo venero, lo idolatro, lo reverencio!!!) en el dibujo, hacían inevitable mi colisión con el manga. Como un meteorito, fiuuuuuuuuuuuuuuuuuuu. Shuuzou Osimi seguro que sabía de la colección de litografías que Redon realizó en 1889 para Las flores del mal (no me extraña teniendo en cuenta que lo que conocía de Osimi era una auténtica bizarrada dedicada al arte y… los penes). Me daba buen karma el tema (soy fácil de persuadir si se me coloca un cebo conveniente), por lo que decidí calcular ese encuentro galáctico una vez hubiera finalizado el manga (en mayo de este año acabó: 57 capítulos en once volúmenes). Y ya lo he terminado de leer. Hace un par de horas.

Pasando como de la mierda de las infinitas opiniones ya vertidas, donde sobre todo se la considera una obra maestra; y pasando también muchísimo de las controversias y escándalos que ha provocado, Aku no hana no me ha gustado en general. No me ha gustado, pero recomiendo su lectura fervientemente. Y no, no me estoy contradiciendo aunque lo parezca.

Pero antes de comenzar con mis habituales pajas mentales, antes de que empiece a desvariar, vayamos a lo básico, ¿de qué va Aku no Hana? Simplificando al máximo, el argumento sería el siguiente: el zagal Takao Kasuga, un bibliófilo de tomo y lomo (especialmente obsesionado con Las flores del mal de Baudelaire), se ha metido en un pequeño problema al robar impulsivamente la ropa de gimnasia de su compañera de clase y amor platónico Nanako Saeki. El pequeño problema no es el hurto en sí, sino que es descubierto por la colega que se sienta detrás de él, una extraña y agresiva muchacha llamada Sawa Nakamura. Nakamura comienza entonces a chantajear al pusilánime de Kasuga ferozmente y se monta un cristo de mil pares de cojones.

Hasta aquí nada raro, ¿verdad? Y una mierda. Este manga es retorcido y extravagante hasta decir basta. Por lo menos lo es hasta el capítulo 34, donde se alcanza el clímax de enajenación total. Y es que Aku no hana tiene dos partes bien diferenciadas hasta estilísticamente hablando. Si en la primera el dibujo de los personajes es aniñado, en escalada de total vesania acorde a la historia; la segunda es mucho más madura y serena, donde el argumento también da un giro melodramático (lógico por otro lado) que hace que el manga en general, para mí, vaya cuesta abajo.

aku no hana

El lector occidental que se enfrente a Aku no hana debe tener claras una serie de nociones sobre la sociedad japonesa ya de principio, porque si no, puede considerarla una historia algo mmmm… digamos que mojigata (su detonante sobre todo). No es que yo sea especialista en Japón ni muchísimo menos, pero con lo poco que sé y poniéndome en el pellejo de un japonés medio, este manga es bastante salvaje. Decir esto de la nación donde surgió el muzan-e puede sonar un tanto imbécil, pero cualquiera que haya querido informarse un mínimo a través de libros, mangas, películas o animes (o que haya estado allí) sabe que en la sociedad japonesa hay una represión formal respecto a la sexualidad bastante importante. No a la manera victoriana, sino a su propia y japonesa forma, enfermiza y fetichista. Me viene a la cabeza el tema de los buruseras, esos negocios donde se venden, entre otras prendas, bragas usadas. Y cuanto más usadas estén, más valor tienen. Hasta existen máquinas expendedoras del tema. Una institucionalización de las parafilias tal cual. Todo esto en una sociedad tradicional, impasible y disciplinada, donde se da más valor al colectivo que al individuo; con un culto a la forma y la cortesía exquisito y una estructura vertical social (tate shakai) incomprensible para un americano o europeo. Y claro, por algún sitio tienen que reventar los pobres japoneses.

Y de reventar (y sus consecuencias) va precisamente este manga.

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El que Shuuzou Osimi haya escogido Las flores del mal como estandarte de esta obra no es casual. Tampoco son fortuitas sus referencias a otros artistas como Rimbaud, Goya, Redon, el dadaísmo, Breton, Dalí o Topor. No son mero envoltorio para quedar de listo, tienen su sentido (y es un placer encontrarse con esos bonitos detalles).

Las flores del mal fueron un purgante demasiado potente para la sociedad francesa de la época, una obra en la que Baudelaire hablaba sin tapujos de lo morboso, la pesadilla, la decadencia, la muerte, el sexo… y, sobre todo, de su hastío existencial o spleen. Baudelaire describió su propia vida bohemia y diferente, rompiendo los esquemas artísticos previos y quebrando las convenciones sociales. Las flores del mal fueron una revolución que le costó al poeta ser acusado por el gobierno francés de atentar contra la moral pública y las buenas costumbres; y de ofender a la moral política y religiosa. Baudelaire fue multado y su obra mutilada. Esta censura no se levantó hasta el año 1949.

¿Por qué cuento esto? Porque Aku no hana va de eso: del spleen o vacío existencial que sienten Kasuga y Nakamura en una sociedad como la japonesa que los asfixia (y encima en una ciudad pequeña). Kasuga se evade de esa prisión, y también de su propia mediocridad, a través de la lectura de libros que no entiende (pero le hacen sentir especial), para luego pasar a experimentar en carne viva Las flores del mal, para luego verse abocado a comprender lo que significan y lo que son cuando se topa con Nakamura, víctima también del spleen, de la soledad, la incomprensión y la locura. El paralelismo entre Baudelaire-Jeanne Duval (la Venus Negra, amante del poeta) y Kasuga-Nakamura es incuestionable: una relación tortuosa de amor-odio, sadomasoquismo y profunda tristeza.

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Shuuzou Osimi escoge como protagonistas, por supuesto, a adolescentes. La difícil transición de niño a adulto, la búsqueda de uno mismo en un mundo que resulta ser una mierda, la rebelión frente al adocenamiento social y todas esas cositas tan típicas que se atribuyen a la pubertad (Aku no hana no deja de ser un bildungsroman). Ya sabemos que los quinceañeros son bombas de relojería humanas. Y es lo que tratan de hacer Kasuga y Nakamura, escapar al otro lado a través del escándalo, la violencia y la muerte. Hay mucho más, claro, pero eso me obligaría a hacer unos spoilers del tamaño de Betelgeuse como poco, y no estoy por la labor.

Aku no hana es un manga que deslumbra y está bien planteado. Es realista y tiene un sentido del humor sinuoso. A pesar de su embalaje de aires literarios y artísticos, la historia que cuenta es directa y simple. La historia, claro. La historia en sí, repito. Cierto que a Kasuga, sobre todo en los primeros capítulos, me daban ganas de patearle el culo y cuando Nakamura se cebaba con él, sentía mucha satisfacción. Pero la evolución del personaje es buena, incluso a partir de la segunda parte, lo que no puedo decir de Nakamura al final. Nanako Saeki también se desinfla un poco, aunque brinda momentos épicos de violencia sexual totalmente inesperados para un rol como el suyo. Y creo que ya he contado demasiado, hasta me he pasado.

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No es un manga con contenido sexual explícito, que conste, aunque el sexo juega un papel importante. Tenía muchos ingredientes para que me hubiese gustado MUCHO, pero en conjunto no ha sido así. El final me ha parecido demasiado convencional, aunque bien pensado, no podría ser de otra forma si se buscaba coherencia. Pero desde luego, no he considerado su lectura una pérdida de tiempo. De hecho, si voy bien de pasta, es probable que aprovechando que Norma lo está publicando, me vaya haciendo con él. Es un manga de esos que merece la pena releer.

Del anime, del que también se ha hablado largo y tendido, haré una reseña más adelante. PORQUE TELA.

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